Pasteles dulces y momentos amargos.
Rachel.
—Estas babeando la silla.
Abro los ojos y me muevo en los cojines de cuero de la camioneta de Parker.
—¿Ya llegamos? —pregunto adormilada.
—Si, el hotel Hilton tiene lista nuestra cama matrimonial.
Me vuelvo hacia la ventana, no hay mucha iluminación en el andén, la única luz que hay es la que viene de mi edificio.
—¿Nunca te dijeron que eres un pésimo comediante?
—Y tu una pésima pasajera, estuviste roncando todo el camino.
—¡No ronco!
Recojo mis cosas abriendo la puerta, muero por tirarme a la cama.
—Gracias por acercarme —me despido— Te debo una.
—Me debes miles.
—No te quejes, a lo mejor me animo y te dejo que me hagas un desnudo —bromeo.
—No gracias —me indica que me aparte— No hago ese tipo de arte.
Abrazo mi bolsa subiendo a la acera.
—Tienes la opción si cambias de parecer —me despido— Descanse, señor Parker.
Enciende el motor y me encamino a mi edificio.
—Buenas noches, señorita James —me sañuda Julio.
—Rachel —lo corrijo— ¿Porque esta tan oscuro afuera?
—Hubo un corto circuito que quemó las bombillas de todos los postes —me explica— La compañía de luz quedó en arreglarlo mañana.
Arrastro los pies al ascensor.
—Subí su correspondencia esta mañana —me avisa
—Gracias —oprimo el número de mi piso— Descansa.
Recuesto la cabeza en el vidrio del ascensor, destilo cansancio por los poros. Fue una noche rara, por poco consigo lo que tanto quiero, da pena reconocerlo, pero, aunque no viera a mi supuesto cliente, tenía algo excitante. Eso y que tenía el modo ninfómana activado.
Abro mi puerta las luces están encendidas y Laurens esta con una taza bandeja de té en el comedor.
—Hola —saludo.
Se sorbe los mocos limpiándose las lágrimas con la blusa.
—¿Insomnio? —le pregunto.
—Un poco —no se ve bien.
—¿Qué pasa?
Me muestra una hoja e intenta contener las lágrimas. La leo por encima, es una demanda de servicio infantiles donde exigen que rinda cuentas de su situación actual o le quitaran a la niña. Debe demostrar que la tiene afiliada al sistema de salud, que tiene un empleo estable y está al día en vacunas y exámenes médicos.
—Es en siete días y aun no tengo empleo —llora— Todos los días salgo a buscar y nadie quiere contratarme.
Me parte el corazón.
—Le escribí a Scott y le dijo que me fuera a la mierda, que entregará a Maggie, ya que estaba mejor con servicios infantiles que conmigo —sigue llorando— Está furioso porque la señorita Luisa lo demandó.
Con tanta cosa no he tenido tiempo patearle los huevos, pero de mañana no pasa.
—No sé qué hacer —rompe en llanto— Mi familia no quiere ayudarme y no me van a tomar en cuenta su ayuda.
ESTÁS LEYENDO
LUJURIA - (Ya en librerías)
RomanceEl mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latente lujuria dispuesta acabar con lo que queda. Rachel James resurge enfrentándose a dos bestias que están dispuestas a todo por ella. Las car...