CAPÍTULO 28

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Reunion de chicas. 

Rachel.

No hay como dormir en casa. Tener la dicha de conciliar el sueño en sábanas suaves, con almohadas de pluma y la temperatura exacta. Extrañe mi mazmorra, el centro es horrible.

Stefan duerme a mi lado, medio vestido y con el brazo sobre los ojos. Llegamos tan cansados que caímos rendidos en la cama. Drew tardó en asimilar la droga y Stefan tuvo que soportar su palabrería sobre política y fetiches sexuales.

«Hela, baile erótico y Christopher»

Abro los ojos cuando mi cerebro lanza un breve tráiler sobre la noche anterior. «Baile, coqueteo, manoseo forzoso con el coronel, beso con Stefan» Lidiar con Drew no fue nada comparado con el espectáculo de Christopher «¡El puto quiso besarme!»

Me froto la cara con las manos «¡Maldito pervertido!» Lo malo no fue el beso que intento darme, fue el empalme que tenía. Yo bien calenturienta y el con una erección de campeonato, «Mil veces maldito» Todavía me cosquillea la entrepierna cada que recuerdo lo que se sintió sentirlo de esa manera.

«¡Estoy enferma!»

Mis emociones son un lío, por un lado, lo odio por ser como es y por otro lo deseo con alma y cuerpo. Llevo noches imaginando que follamos. Noches empapándome con su recuerdo «¡Joder no quiero sentirme así!»

Miro a Stefan y me fijo en el reloj de la mesita de noche. Son casi las siete, ya tuvo que descansar la suficiente y me imagino que tomo al menos un preservativo de los que repartieron en el club.

«Sexo matutino» Justo lo que necesito. Me levanto a lavarme la boca. 

«Necesito que me complazca soldado chef» Hace calor y mi cerebro no deja de pensar en lo que paso anoche.

Una punzada de dolor me atraviesa el abdomen mientras me cepillo los dientes, escupo la espuma, me enjuago la boca y me siento en el váter a desocupar la vejiga. Dos pequeñas manchas resaltan en mi ropa interior «¿¡Porque carajos no me muero!?»

El cólico vuelve y mi cerebro saca notas rápidas «¡ciclo menstrual!» Cinco días en el centro y justo tiene que llegar hoy.

Saco una toalla del cajón entrando a la ducha «¡Adiós a la cogida matutina!» Tengo que soportar otra semana de abstinencia, porque dudo que me quede tiempo entre semana para volver a casa.

Inhalo y exhalo bajo la regadera.Tengo que soltarlo, porque si me lo guardo terminaré con una crisis existencial.

Salgo, me visto y les envió un mensaje a las chicas marcado como urgente. Luisa tiene un grupo de chat y la confirmación no tarda en llegar con un rotundo sí. 

Aprovecho que tengo el teléfono en la mano y pido una cita con mi ginecóloga ya que me quiero colocar el dispositivo anticonceptivo. Me vuelvo acostar al lado de Stefan que sigue dormido y me mantengo asi por horas evocando lo de anoche.

El forcejeo disfrazado con baile, el desespero, la necesidad y el agarre posesivo. Stefan se levanta y yo me mantengo igual «Esto no puede seguir así» 

Entierro la cara en la almohada comprimiendo las ganas de llorar. 

Estoy enferma, una persona normal no actuaría así «¿Y si me vuelvo una ninfómana insaciable?» «¿O si termino siendo una de esas locas adictas al porno?» «¡Dios me libre!»

Los recuerdos me invaden. (Hawái) Suspiro, estuvo tan mal, pero la pase tan bien.

—¡Se pasa! —gritan en la sala— ¡Ni Judas se atrevió a tanto!

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora