KARMA PARTE 2

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Rachel.

Espinas se perpetúan en mi pecho cuando se cierra la puerta que no dejo de mirar perpetuando el vacío que me abruma. «Va a volver», siempre lo hace y por ello actúo como si nada bañándome antes de meterme en la cama.

Acomodo las almohadas de mala gana con una horrible sensación de tristeza que me hace lanzarle codazos al cabezal.

—¡Me quitó la placa! —le grito a mi propio vientre— ¡Nada de estar extrañando a nadie!

—¿Llamo a su psiquiatra? —pregunta Ivan en la puerta— Ya me da miedo trabajar para usted.

—¡Trae la comida y dejate de tonterias! —lo regaño pidiendo la bolsa que tiene.

Las papas huelen delicioso y les hecho ketchup atiborrandome con rabia mientras alcanzo las mejores partes del pollo.

—¿Me llevo la parte del coronel?

—¿Cuál parte del coronel? —hablo con la boca llena— Gracias a Dios se fue, porque te hubieses ganado una sanción por parte mía al creer que esto es comida suficiente para compartir.

—Es un pollo entero.

—Pues parece una maldita paloma —muevo las manos para que se salga—. Vete que quiero comer sola.

Que se cojan a Christopher por machista, «Se me eriza la piel», por posesivo. Que martirio un hombre que a cada nada te esté follando...

Me meto el muslo de pollo a la boca... Cansa dormir y despertar con jadeos sexuales en mi oído los cuales son el pan de cada día todas las mañanas. Agota tener que cambiar mis bragas a cada nada ya que siempre estoy llena de él...

Como todo dejando el cubo de lado recibiendo la llamada de mis padres que no han dejado de insistir.

No les basta escucharme, exigen videollamadas asegurándose de que esté bien bancandome dos horas de regaños llenos de preocupación paterna.

Según Luisa, aunque los padres lo nieguen, siempre tienen un hijo favorito y para mi amiga yo soy la hija favorita de mi papá.

Rara vez hubieron castigos «No me los buscabas». Y que a cada nada obtuviera reconocimientos hizo que Rick tuviera fotos mías en todos lados. Por su parte, Sam se ganó eso por parte de mi madre al ser una genia que te hace sentir como una descerebrada.

—Voy para Londres —empieza mi papá—. Me voy a quedar allá hasta que los mellizos tengan uno o dos años.

—Papá no es necesario, estoy bien. Tu me enseñaste a ser fuerte y a no abandonar a los camaradas, así que ahora te aguantas.

Lo oigo tomar una bocanada de aire y lo imagino caminando por la sala.

—¿Por qué tiene que ser tan perfecta, teniente James? —susurra con dulzura— Hija, cuidate por favor. En verdad no quiero volver a perderte, ni a ti ni a mis nietos.

—No pasará, así que tranquilos —me despido—. Dile a todos que los quiero.

Cuelgo metiéndome bajo las sábanas. No apago la tele, no es que hayan cosas buenas por ver y termino agendando una cita por la web para que mi obstetra me haga una visita domiciliaria mañana.

Mi cuerpo está programado para largas sesiones de sexo nocturno y me cuesta desconectarme por un par de horas. Estoy inquieta, con rabia y estrés, solo logro desconectarme por un par de minutos y cuando reacciono en la mañana lo primero que hago es voltearme en busca del abdomen esculpido que no está.

Reviso el móvil y no ha llamado. El humor me cambia en segundos y prefiero cumplir con mi rutina de ejercicios tragando hotcakes mientras troto en la corredora.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora