CAPÍTULO 25

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Sueños mojados. 

Christopher.

Paso las páginas de la biblia y me obligo a abrir los ojos. Me cuesta concentrarme tengo sueño, no me agrada la idea de la vigilia en la iglesia. 

La calma me abruma, todos están concentrados en los suyo rezando en silencio. «Tengo mucho sueño» La iglesia está inundada con el hábito blanco de las monjas y monaguillos.

El sueño se esfuma de un momento a otro. Un punto rojo hace la diferencia. El cabello negro resalta sobre el rojo de la tela. Camina despacio con las manos en la espalda. Soy el único que la nota. El único que se deja hipnotizar por el azul de sus ojos.

—¿Qué haces? —pregunto cuando estamos frente a frente. 

—¿Qué crees?

Lleva las manos a los botones del vestido soltando uno por uno. No la detengo, quiero ver lo que hay detrás de la tela. Abre el traje pasando las manos por su pecho.

—Tu turno —me dice.

Reparo mi alrededor, las monjas siguen rezando con la cara oculta.

—¿Te da miedo? —pasa las manos por mi pecho.

Me abalanzo sobre ella alcanzando su boca. El choque la desestabiliza y la arroja al suelo dejándome sobre su cuerpo, recorro sus curvas, me apodero de sus labios  refregando mi polla en su coño.

Sujeta mi nuca y une nuestros labios abriéndose de piernas para que la penetre, suelto la correa liberando mi miembro antes de sujetarla de la nuca.

—Dilo —susurro sobre sus labios.

Quiero oír lo que tantas veces me dijo.

Sonríe con descaro. 

—Te ...

Despierto con el sonido de la puerta, estoy empapado de sudor y la verga se me quiere estallar.

—¡Padreé! —me llama Patrick—¡El sol salió y es hora de laborar!

«¡Hija de puta» 

—¡Padreé! —insiste Patrick con voz cantarina— ¡Tenemos reunión con los maestros!

No contesto solo entro en la ducha con la verga endurecida esperando que la erección baje con el agua. Puedo autosatisfacerme, pero no merece que me la jale pensando en ella.

Patrick me espera recostado en la cama, mordisquea la esquina de una tostada mientras sacude la cabeza.

—Vamos media hora tarde.

—¡No me jodas!

—Pero qué genio —se burla— ¿Quieres que le eche mantequilla al pan para que te sientas mejor?

Me señala la bandeja del desayuno.

—Rachel lo trajo, solo comete el pan y el café. Los huevos están salados y las tostadas un poco quemadas —se levanta— No es muy buena cocinando.

No tengo hambre y tampoco quiero probar nada que venga de ella «Solo haría una excepción con su entrepierna»

La aparto de mi cabeza vistiendome frente al espejo. 

—¿Porque estás cabreado? —pregunta Patrick. 

—Que te importa.

—Es lunes, acaba de empezar el día y ya estas con cara de troll.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora