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La estancia dentro de la camioneta era bastante tranquila, aunque también resultaba incómoda, especialmente para Jimin, quien miraba de reojo al hombre de la capucha que iba justo a su lado sin decir absolutamente nada.

En el club había escuchado algunos rumores sobre él, se decía que era un hombre de tal vez unos cincuenta años, bastante poderoso, rico y además era un asesino. El rey de la mafia. Pero eran solamente rumores. Nadie sabía cómo era su rostro, desde que apareció de la nada, aquella máscara cubría su identidad, solo sabían que su apodo era Black y que quien se metía con él acabaría muerto tarde o temprano.

—Te harás otro exámen mañana.— habló por fin el enmascarado con un tono varonil pero jovial. Jimin se estremeció y apretó sus puños.

—S-Si Señor.— respondió en voz baja, adoptado una actitud bastante sumisa, mucho más que en el club.

—¿Estás de acuerdo?— le preguntó con la voz más relajada, sin quitarle sus oscuros ojos de encima, poniéndolo aún más nervioso.

—¿Eh?

—¿Estás de acuerdo?

—N-No entiendo a qué se refiere señor.

—¿Estás de acuerdo en hacerte otros exámenes?

Jimin no sabía qué responder, nunca habían pedido su opinión. Básicamente desde los trece años seguía las órdenes al pie de la letra si no deseaba salir golpeado.

—Y-Yo... N-No lo sé.

Black permaneció con sus ojos oscuros puestos en los azules del muchacho.

—No voy a golpearte si respondes que no quieres hacerlo, después de todo confío en Wells, jamás permitiría que uno de sus...— detuvo sus palabras y aclaró la garganta— Empleados, tuviera algo grave.

El castaño bajó la cabeza, sabía lo que el hombre iba a decir y de alguna forma se sintió mal. Él no quería ser eso, nunca lo quiso, pero de todas maneras no podía borrar el pasado.

—N-No quiero hacerlo.— dijo con voz casi inaudible y temerosa.

—Bien.— el enmascarado le acarició la rodilla con su mano cubierta por un guante de cuero negro, logrando que el chico levantara la cabeza y le mirara con miedo— No temas, no te haré daño... No podría.

El castaño se sonrojó inevitablemente, pues aunque aquello último fue casi un susurró, logró escucharlo.

Poco después, al llegar al lujoso hotel donde se estaba hospedando, cuatro de los guardaespaldas se quedaron en la recepción y cuatro más subieron al elevador con ellos.

Jimin estaba temblando, no sabía lo que le iba a esperar con ese hombre extraño y misterioso que no había dejado de mirarlo desde que abandonaron el club de Wells. Con algo de prisa salieron del elevador y caminaron por un pasillo de paredes blancas hermosamente decorado con pinturas hasta una puerta donde pasó una tarjeta frente a un sensor y ésta se abrió.

—No quiero que me molesten a menos que sea urgente.

Los hombres hicieron una reverencia y se marcharon, dejando a Jimin completamente solo con el Señor Black.

Sus nervios estaban al tope y solamente incrementaron cuando el enmascarado cerró la puerta y caminó hacia una pequeña mesa de cristal para colocar sus armas, pero cuando se dió vuelta, encontró al muchacho de pie observándolo. Se mantenía estático en su lugar, como si esperará una orden para moverse.

—Siéntate Jimin — señaló los sillones de la suite y el pequeño chico rápidamente obedeció.— Cuéntame cómo acabaste en ese agujero.

El menor bajó la mirada sintiéndose un poco estúpido. No quería hablar sobre aquello, pero el miedo de enfurecer a su “nuevo dueño” quizá era más grande que su vergüenza y a pesar de no estar muy convencido, habló.

🂡♕Sᴇɴ̃ᴏʀ Black♛🂱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora