🂡♕Sᴇɴ̃ᴏʀ Black♛🂱

•38•

*Era de noche y el viento frío hacía tiritar a cualquier cuerpo que se encontrara en las solitarias calles de Tokyo a esa hora.

Un muchacho con el cabello castaño iba caminando junto a un chico con el cabello teñido de rojo en aquella peligrosa oscuridad.

Ninguno de los dos tenía trabajo en ese momento y habían pasado casi todo el día en busca de uno, ya que en sus antiguos empleos fueron corridos debido a las constantes peleas que tenían con sus compañeros o con los clientes que les hacían enojar. Definitivamente atender personas no era lo de ellos, y debido a que no tenían un alto nivel de estudios, eran rechazados en muchos otros lugares.

—Tengo frío Tay.— murmuró el pelirrojo arrojando vaho por su boca.

—Yo también. Espero que aún no nos hayan echado del departamento o estamos jodidos.

—Hjm. Tenemos que encontrar empleo lo más pronto posible.

—Lo sé Haru, pero todos nos dejan con el "les llamaremos después"— hizo comillas con los dedos.

De pronto y sin ninguna advertencia, el cuerpo de Taylor fue azotado contra la pared de un callejón y aún sin saber lo que estaba pasando, Haruki cayó de espaldas contra el suelo.

—¡Queremos todo lo que traigan! ¡Rápido!— exclamó un sujeto con pasamontañas, acompañado por otros dos igualmente cubriendo sus rostros.

—No traemos un solo centavo, imbécil.— respondió Taylor sin inmutarse.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo me llamaste?!

—Imbécil.— repitió sin una pizca de miedo y con una sonrisa de lado en sus labios.

—¡Tú vas a morir primero!— proclamó el hombre del pasamontañas señalándolo con el dedo.

—Quiero que lo intentes— dijo Haruki divertido—. Me encantaría ver cómo acaba esto.

Sin más, los asaltantes se lanzaron contra ambos chicos, y aunque al final lograron robarles los celulares y dejar uno que otro golpe, definitivamente nunca volverían a acercarse a ellos, pues terminaron molidos por los puños de aquellos dos.

—¡Infelices!— gritó Taylor furioso al darse cuenta de su pérdida— ¿Ahora cómo carajos vamos a saber si nos darán el empleo o no?

—Cálmate.— sonrió Haruki limpiando un rastro de sangre que escurría por la comisura de su boca—. Volvemos a ir y ya está.

El castaño bufó mientras cruzaba sus brazos, y de pronto, ambos se percataron de un auto negro que a decir verdad, no habían notado antes y que no tenían idea de cuánto llevaba ahí. La puerta del vehículo se abrió repentinamente y de él bajó un hombre encapuchado que llevaba puesta una máscara en el rostro.

Ambos muchachos se pusieron alerta al creer que el sujeto les haría daño; sin embargo éste únicamente extendió su mano en forma de saludo hacia ellos.

—Buenas noches — les saludó educadamente con una voz bastante grave y gélida que les erizó la piel—. Hace un momento ví lo que sucedió, pero no quise intervenir porque quería observar lo que harían ustedes.

—¿Y para qué?— preguntó Taylor sin corresponder al saludo al igual que su compañero.

—Bueno, pues me encantaría que trabajaran para mí.