Capítulo 25

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Dejaron el balneario y regresaron a casa de los James. Como de costumbre, Alex había olvidado sus llaves de modo que llamaron a la puerta.

-¡Son ellos!- dijo Kelly emocionada, mirando a Damon.

Se apresuró a abrir. Alex fue el primero en notar la mirada pícara en los ojos de su madre. Pero aún así jamás imaginó quién aguardaba por ellos sentado cómodamente en la sala.

-Tenemos visitas...- dijo sonriente.

-¿Ha llegado Déborah?- preguntó en alusión al inminente arribo de su hermana.

-No...pero te encantará la visita. A los dos, en realidad.

Alex miró confuso y avanzó con Graham tras él. No fue capaz de articular palabra al ver a Damon arrellanado en el sofá, conversando animadamente con su padre.

El visitante le dirigió una mirada cargada de malicia. Esa suspicacia salpicada de rencor que Alex ya conocía y que el vibrante destello de sus ojos no hacía más que delatar.

-¡Primo!- exclamó Damon poniéndose de pie e informándole así que la farsa continuaba.

Pero Alex permaneció petrificado en su sitio, tan mudo como paralizado. Su paciente fue el primero en reaccionar.

-¡Damon!- exclamó Graham con una inmensa sonrisa al ver su amigo.

Recorrió apresuradamente los pasos que los separaban y le echó los brazos al cuello.

-Gracias- murmuró a su oído sin que nade pudiese oírlo.

Y desde luego, no agradecía su visita sino sus certeras revelaciones. Aquellas que le habían puesto al tanto de los sentimientos de Alex...esos que acababa de manifestar abiertamente junto al mar.

-De nada, querido- murmuró a su vez el visitante comprendiendo todo de inmediato.

Graham se apartó de él y Damon dirigió su desafiante mirada directo a los ojos de Alex. Abriendo los brazos, disparó con sorna.

-¿No te alegras de verme? ¿No hay un abrazo para tu primo favorito?

Alex se acercó con la lentitud y el semblante de quien marcha hacia el cadalso. Lo estrechó con desgano preguntándose qué se traería entre manos.

-¿Cenamos, muchachos?- la voz de Jason cortó la invisible tensión entre los dos.

La cena transcurrió con normalidad aparente. Damon dominaba la conversación y todos reían, excepto Alex que apenas podía tragar un bocado.

-¿No tienes hambre?- le preguntó su "primo"- Supongo que no...debes estar agotado después de conducir hasta aquí- razonó.

Y así le dejó saber que también estaba al tanto de la existencia del flamante auto que ahora conducía.

Alex fingió desentenderse de aquella sutil insinuación y prosiguió con toda la naturalidad de la que fue capaz.

-Pensé que no habías obtenido un día libre...

-Ni siquiera lo pedí. Es muy pronto. Pero no podía dejar pasar la ocasión de venir a saludar a mis tíos- dijo sonriente, mirando por turno a sus suegros- me iré en un rato, tengo boletos para el tren de las 22:00 hs.

-Te llevaré a la estación- intervino Jason.

-Yo lo haré papá- dijo Alex en un tono un tanto seco.

Y Jason no puso objeciones, suponiendo que su hijo desearía un momento a solas con Damon.

La cena llegó a su fin. Damon se preparó para partir y Alex para una conversación tan inevitable como tempestuosa.

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