Capítulo 16

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Luego de calmarse y aclarar sus pensamientos, Alex entró en la casa. Encontró a Graham en su cuarto, tal como lo había visto el día en que lo conoció. Sentado en medio de su cama, con las rodillas flexionadas y el rostro oculto entre sus brazos.

-Graham...- dijo sentándose frente a él y acariciando su cabello- lo siento. Lamento haber levantado así la voz, no quise gritarte.

-Yo sólo quería agradecerte...- musitó enfurruñado y sin levantar la vista.

-¿Agradecerme? Pequeño...que lo haga con gusto no significa que no sea mi trabajo. No tienes que agradecer nada.

-Es que nadie...nadie me había tratado así antes. Te has ocupado de mí hasta en tus días libres...pero supongo que me equivoqué, ¿no? Así es como tú trabajas y esto...esto es parte del trabajo.

Alex supo que debía cuidar sus palabras. Graham podía ser en extremo susceptible. Era fácil herirlo. A veces bastaba sólo una mirada.

-No es parte del trabajo...es la ventaja de ser mi paciente favorito- respondió en tono conciliador pero aún así no logró que alzara su rostro.

-Sólo quería darte las gracias- repitió lastimero- pensé que te alegraría. Lo siento.

-Y me alegra, pequeño. No imaginas cuánto. Pero, ¿sabes qué? No necesitas un auto para alegrarme. Lo haces a diario. Lo haces cuando me dices que me has echado de menos, que has guardado pastel del desayuno porque está delicioso y quieres que yo lo pruebe, cuando me dices que soy tu enfermero favorito...porque lo sigo siendo, ¿no?

-Siempre lo serás...- murmuró ocultando aún más su rostro.

Hubiese querido decirle que era mucho más que eso. Que de entre todos los seres que respiran en este ancho mundo, él era su favorito. Sin dudas ni rival. Que era el eco de su voz el último sonido que evocaba antes de dormir. Que abrazaba su sombra en las noches anhelando vanamente reencontrarse con su tacto. Que ni siquiera en sueños podía alejarse de su fantasma. Pero no dijo nada, acaso comprendiendo que Alex estaba destinado a ser sólo eso. Un eco, una sombra, un fantasma. Un espejismo que alegra la vista y aviva la esperanza pero que jamás podría alcanzar.

-¿Ves, pequeño? Eso me alegra...

-¿En serio, Alex?- dijo alzando lentamente su rostro con expresión resignada.

Su enfermero lo abrazó y Graham dejó hacer mansamente. Sintió sus manos anchas y fuertes trazando círculos en su espalda. Oyó su voz, casi pensando en voz alta.

-Desearía ser el hombre que crees que soy, Graham...

-¿Qué quieres decir con eso, Alex?

-Nada...nada, pequeño- dijo tomándolo por las mejillas y viéndolo a los ojos- sólo pensaba que la vida suele ser injusta...que muchos recibimos más de lo que merecemos...

También pensó en los otros, en los que recibían menos. Pero Graham era uno de ellos y fue incapaz de decirlo.

-¿Vas a tomarlo, Alex? ¿Te llevarás tu auto?- insistió su paciente.

Sabía que lo preguntaría tarde o temprano. Lo supo antes de entrar en la casa, mientras pensaba qué hacer. Rechazar su obsequio era como rechazarlo a él. Incluso Bob podía sentirse incómodo. Llevárselo supondría dar la razón a Damon. Sería el primer trofeo y la prueba tangible de la viabilidad un plan cuyas consecuencias parecían difíciles de prever.

-No, pequeño. No saldrá de aquí conmigo ni será mi auto.

Graham se mordió el labio. Pero esta vez no estaba tenso. Sólo se sentía frustrado. Pensó que Alex tenía razón. La vida daba a muchos más de lo que merecían y a otros...a otros no les concedía nada. A otros les arrebataba toda chance de ser amados y como si eso no bastara, también les quitaba cualquier forma de ofrecer su amor. Él sólo deseaba que Alex tuviera ese obsequio. Sería un recuerdo, la prenda de un amor silencioso que jamás se atrevería a pedir nada a cambio; un objeto que tal vez lo acompañaría por un tiempo avivando en su memoria la imagen de aquel paciente que sólo aspiraba a un lugar entre sus recuerdos. Pero la vida tampoco parecía dispuesta a concederle ese minúsculo deseo.

-No será mi auto- repitió- se quedará aquí y será nuestro auto- dijo Alex con entusiasmo.

-No...no comprendo...

-Tu salud ha progresado mucho estos meses, Graham. No hay motivo para que te lo pases aquí encerrado. Ahora que puedes hacerlo, el ejercicio y el tiempo al aire libre serán parte de tu tratamiento. Y ya tenemos un auto con el que pasear.

-¿Saldremos...juntos?- preguntó casi sin dar crédito a lo que acababa de oír.

-A menos que no quieras...pero considera que tendrás chofer y enfermero por el mismo precio- dijo con un guiño pícaro.

Graham sonreía a la vez que intentaba hablar. Pero su voz se empecinaba en no dejarse oír.

-¿Qué dices?- propuso Alex- Podemos ir a Hyde Park, comer tendidos en el césped, alquilar un bote, caminar- se entusiasmaba- te hará bien ejercitar. Y estoy seguro que será más entretenido que hacerlo con el fisioterapeuta.

Graham asintió repetidamente con la cabeza y sin que nada hiciera anticiparlo, le echó los brazos al cuello con todas sus fuerzas.

-Eso es un sí, supongo- dijo Alex riendo.

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