Llegó hasta la habitación de Graham. No vio a nadie de su familia cerca y supuso que estarían en la cafetería. No tenía sentido permanecer junto a la puerta de un paciente con visitas restringidas.
Entró sin recaudos, advertido de que permanecía inconsciente. Lo encontró tan mal como podía imaginar después de las advertencias de su colega. Tan mal como él mismo lo había dejado.
-Cómo pude hacerte esto...- murmuró acercándose a contemplar más de cerca aquello que consideraba obra suya.
Sin poder contener los sollozos, se sentó a su lado. Tomó su mano, la besó y estrujó tan fuerte que de haber estado consciente, Graham hubiese soltado un quejido.
-Graham, pequeño...- comenzó con voz temblorosa- sé por qué haces esto...lo sé...- dijo y su llanto, ahora desconsolado, lo obligó a tomar una pausa antes de continuar.
-Y también sé que no tengo derecho a pedirte nada...pero...no hagas esto...no hagas esto por mí...- dijo clavando la frente sobre su mano- no lo valgo, Graham. Ni yo ni Damon valemos esto...y tú...tú no te merecías el castigo de encontrarme. Pero...
Se detuvo haciendo un esfuerzo por controlar aquel llanto espástico que podría llamar la atención.
-¿Puedes oírme?- dijo acercando su rostro al de él- No mentí cuando dije te amaba...- y besó su rostro- te amo ahora y siempre lo haré, Graham...siempre. No importa si jamás vuelves hablarme, siempre estaré cerca de ti. Donde vayas, estés donde estés. Nunca me iré de tu lado.
De pie, pasó la mano bajo su nuca, se inclinó y besó su rostro una y otra vez. La estimulación táctil de los pacientes era útil y él lo sabía. Pero entonces no pensaba en ello. Sólo deseaba su cercanía. Aferrarse a él y aferrarlo a la vida. Refugiarse de aquella culpa inmensa empeñada en recordarle que había destruido lo que más amaba.
-He venido a cuidarte, ¿sabes Graham? Sé tal vez no quieras que esté aquí pero no me alejaré de tu lado, sin importar lo que pase. Esperaré...diez días, diez meses o diez años. Esperaré el tiempo que haga falta hasta que sepas cuánto te quiero- y volviendo a tomar asiento junto a él, continuó hablando con la esperanza de que tal vez pudiese escuchar aquellas partes de la historia que no había confesado jamás.
-Cuando te conocí...nunca...nunca imaginé que me enamoraría de ti. Eras mi paciente y...simplemente no podía ser- relataba restregándose las lágrimas evitando que corriesen por sus mejillas- pero luego...poco a poco, entraste en mi vida...ni yo mismo pude notarlo. Y cuando por fin me di cuenta, no podía dejar de pensarte. Tenía que saber de ti, protegerte...como aquella noche de tormenta, ¿recuerdas amor? No podía estarme sentado de solo pensar que tendrías miedo...allí comenzó todo. Allí negué a Damon por primera vez. Te mentí, no parecía gran cosa pero luego...-rompió en llanto otra vez- luego no pude salir de aquel laberinto. Después llegó Damon...no debí permitir que entrase en tu vida...lo siento tanto, Graham. Lo siento tanto. Pero por favor no te rindas...
Sentado a su vera, hundió la cabeza en el colchón y siguió desahogándose sin pudor. De pronto, oyó un quejido. Alzó la vista en dirección a la cabecera de la cama. Sin abrir los ojos, Graham gimoteaba.
-¿Puedes oírme, mi amor? ¿Puedes oírme, Graham?- repitió en voz muy alta y llamándolo por su nombre, como convenía con los pacientes inconscientes.
Los gemidos continuaban y su frecuencia cardíaca aumentaba. Podía ser un signo de reconocimiento. O tal vez sólo empeoraba.
-¡Graham!- volvió a llamarlo- ¡Soy Alex! Estamos en el hospital- dijo con el propósito de facilitar la orientación en caso que hubiese un atisbo de consciencia- ¿Me oyes, pequeño?
Apenas pronunció la última palabra, el enfermo soltó un sonoro quejido y giro la cabeza.
-¿Me oyes? ¿Comprendes?- dijo esperanzado, tomándole la mano.
El gesto de Graham despejó todas sus dudas. Como si lo hubiese rozado una brasa ardiente, retiró la mano.
Era horario de visitas cuando la puerta se abrió.
-¡Alex!- gritó Bob con la expresión de quien descubre un oasis en el desierto- ¡Gracias al cielo que estás aquí! ¿Cómo te enteraste?
-Soy uno de los enfermeros a cargo- dijo bajando la vista, incapaz de mirar a aquel hombre que sufría por su hijo...y a causa suya.
Tras él, entraron Pauline y Hayley. Las dos experimentaron el mismo alivio al verlo parado allí, con la apostura segura de aquel que sabe lo que hace.
-Estuve intentando ubicarte todos estos días. Desde que Graham tuvo la loca idea de abandonar el tratamiento.
-Perdí mi teléfono. Tengo otro ahora- era una buena excusa aunque no contemplaba el teléfono desconectado en su casa.
-No comprendo por qué ha hecho esto...- dijo Bob meneando la cabeza, apesadumbrado.
Alex sentía un nudo comprimiendo su garganta. Pensó en ese padre buscando razones cuando la razón estaba erguida justo frente a él.
Sintió las miradas de todos observándolo con esperanza y expectativa.
"Me miran como a un salvador y sólo he sido una calamidad", se reprochaba. Pensó que de conservar algo de integridad, hubiese confesado todo. Pero no era capaz. Y probablemente tampoco fuese lo indicado en aquella circunstancia.
-Los dejaré con él a solas- dijo con el mismo tono seco en un intento casi desesperado por apartarse de aquella familia.
Regresó una hora más tarde para recordar a los Coxon que debían marcharse.
-Cuidaré de él, no se preocupen. Es mi único paciente asignado.
-Lo sé- respondió Bob- el Dr. Leigh dijo que convocaría a sus dos mejores enfermeros. Son turnos largos...tres personas hubiese sido más razonable- reflexionó pensando en las doce horas de dedicación de cada enfermero.
-Está bien así- dijo Alex sonriendo con tristeza- incluso alcanzaría con uno solo. De hecho, me quedaré aquí en la noche.
-Pero vendrá ese muchacho...¿cómo es su nombre? ¡Oh sí, Dave! Ya lo recuerdo.
-Lo conozco bien. Y sí, vendrá esta noche. Pero aún así, me quedaré. No saldré de aquí hasta que Graham tenga el alta.
Bob lo miró boquiabierto. Por un momento, el destello de su mirada hizo pensar a Alex que debía saberlo todo. O que acababa de comprenderlo.
-Es demasiado, Alex...¿por qué harías algo así?- su tono no varió pero algo en la pregunta sonaba inquietante.
-Se lo debo- dijo sin desviar la vista.
Bob se limitó a sonreír.
-Graham ha tenido tanta suerte al encontrarte. Y también nosotros. Gracias, Alex.
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El Paciente
FanfictionUna historia de amor y ambición. Ships: Dalex (Damon x Alex) - Gralex. Bienvenidos a un nuevo fanfic. Los invito a acompañarme en este recorrido en donde como siempre, sus lecturas y comentarios se valoran y agradecen. Pasen y vean. Idea original. ...