Capítulo 12

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Advertencia: Este capítulo incluye contenido adulto. 

El vapor inundaba el baño y el agua caliente de la ducha se deslizaba por sus cuerpos.

-Sí...vamos...duro- jadeaba Damon, la frente contra los azulejos, su mano prodigándose más estímulo...como si necesitara más.

Alex permanecía tras él atenazando su cadera, dejando en ellas la férrea presión de sus dedos. Los hombros de Damon se adornaban con las marcas de sus besos, el singular tatuaje que delataba cada encuentro amoroso.

-Vamos...lléname...- demandó entre sonidos guturales.

Embestía con fuerza y a ritmo creciente, enloquecido por el calor y la estrechez del interior de Damon. Parecía hecho para él, casi a medida. Así lo sintió la primera vez que estuvieron juntos, en el sórdido baño de aquel bar. Y así le parecía ahora, dos años después.

-Espera...- dijo saliendo lentamente de él.

Alex se sentó al borde de la bañera y lo atrajo hacia sí. Damon no necesitó instrucciones para sentarse a horcajadas sobre él y con innata pericia, acomodarse hasta que el miembro erecto de Alex volvió a invadirlo.

-Está...enorme...- susurró incitante, contoneando su cadera hasta encontrar la posición más cómoda para los dos.

No le tomó demasiado. Ambos parecían conocerse de memoria. Tomándolo por los cabellos, comenzó a cabalgarlo. Alex lo forzó a acercar su rostro y lo invadió nuevamente, esta vez con la lengua. La excitación les henchía el pecho, sus gemidos dejaban de ser sonidos ahogados en su garganta para transformarse en gritos. Obscenidades vociferadas sin control, las mismas que hacía dos años escandalizaban a los vecinos.

El teléfono sonó pero a ninguno de los dos le importaba. El contestador se haría cargo de tomar el recado que de momento, no tenían interés en recibir.

Se oyó la señal y luego una voz de hombre, una que Alex reconoció en el acto e incluso a la distancia que separaba el teléfono de la puerta abierta del baño.

-Alex, soy Bob...

La ansiedad de su voz y su respiración entrecortada presagiaban que nada bueno sucedía.

-Siento molestarte un sábado pero Graham está teniendo un sangrado interno, espontáneo...en la articulación del codo. Se nota que es abundante...la zona no luce bien. Y el dolor...no deja de llorar y tú sabes...tú sabes que él está acostumbrado y resiste. Pero esta vez...por favor, Alex. Se niega a ir al hospital...si escuchas esto y...y tienes un momento, por favor ven a casa.

Bob respiraba pesadamente y a lo lejos, podían escucharse los lamentos Graham.

Damon también oyó el mensaje pero no se detuvo. Tampoco Alex lo haría, después de todo. Pero calculó mal.

-Muévete...- dijo apartándolo de sí con brusquedad, casi dejándolo caer dentro de la bañera.

Damon lo miró estupefacto.

-Imagino que no vas a ir. Deben solucionarlo en el hospital- urgió montando en cólera.

-No necesita ir al hospital- dijo Alex vistiéndose apresuradamente- sólo necesita concentrado de factor (1) intravenoso. Eso detendrá el sangrado.

-Pues que llamen a una ambulancia y un médico lo haga.

-No hace falta. Hay factor en su casa. Pero las venas de un hemofílico no debe manipularlas cualquiera.

-Tampoco debes hacerlo tú- dijo Damon cerrándole el paso- se supone que es tu día libre. ¿Acaso nadie más sabe hacerlo? ¿O es que esos señores creen que estás a su servicio las 24 horas?

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