Capítulo 7

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A la mañana siguiente, Alex despertó temprano. Tomó una ducha y se dispuso a partir rumbo a Mayfair. Atravesó la cocina sin siquiera saludar.

-¿No vas a desayunar, Alex?- preguntó Damon algo cohibido.

-No- respondió cortante encaminándose hacia la puerta.

La conversación de la noche lo perturbaba. Apenas podía creer que su compañero fuese capaz de urdir semejante plan. Se preguntaba cuándo pudo cambiar tanto...o si alguna vez lo había conocido.

Damon se levantó presuroso y se antepuso a la puerta, impidiéndole salir. Le tomó el rostro con las manos.

-Alex...- murmuró con expresión conciliadora- ¿qué te sucede?

-Es curioso, Damon- respondió con una sonrisa irónica- también yo me pregunto qué te sucede a ti.

-Anoche ni siquiera me has tocado- reclamó dedicándole una de esas lánguidas e incitantes miradas que antecedían a cada reconciliación.

-Digamos que estoy guardando las energías para mi paciente, ¿no es eso lo que querías?- respondió con sorna.

-No, Alex. No es lo que quiero. Me enferma la idea. ¿Pero no ves la oportunidad? ¿No comprendes lo mucho que significaría para nosotros en este momento?

Alex permaneció en silencio viéndolo fijamente y Damon continuó.

-Seamos honestos. El muchacho está enfermo. Probablemente nadie reparará en él...quizá nadie lo haya hecho nunca. Tú le gustas y podrías sacar un enorme beneficio sin tener que entregar demasiado a cambio...el chico no está apto para casi nada...tú mismo mencionaste los problemas asociados a su enfermedad.

-¿Se te ha ocurrido que es algo cruel?

-No lo es. Será sólo un...intercambio. Uno en el que ambos podrán obtener lo que desean. Tú le darás lo que eventualmente nadie le daría en su estado y él...él sin duda te compensará por eso. Con las migajas que le sobran, nosotros podríamos ponernos por fin de pie.

-En tus términos suena genial, Damon. Pero te diré por qué no es ni podrá ser nunca un intercambio. En una transacción como la que tú planteas, ambas partes saben que están negociando y acuerdan en ello. Y aquí, una de las partes no estará al corriente de que se trata de una mera retribución de favores. De hecho, será inducido a pensar que se trata de algo genuino. ¿Comprendes ahora por qué es algo cruel?

Damon resopló fastidiado.

-Creo que hay algo en lo que no has pensado, Alex. Si en verdad le gustas, pronto te hará insinuaciones. ¿Qué harás cuándo ese mocoso acostumbrado a tener lo que quiere comience con sus demandas? ¿Lo rechazarás? Imagino que sí. ¿Y sabes que pasará entonces? Prescindirá de ti. Exigirá un juguete nuevo. Tal vez hasta llegue a dar un reporte negativo de tu trabajo. Esa clase de crío no tolera nunca una negativa. Y estás equivocado si piensas que te ve como una autoridad. Para él, eres sólo un sirviente.

-Pues cuando eso suceda veré que hacer. Gracias por tus consejos, Damon- dijo apartándolo bruscamente de la puerta y abandonando el apartamento.

Subió al auto. Hacía frío, sin embargo aún así bajo la ventanilla. Necesitaba despejarse. Pero la voz de Damon continuaba resonando en sus oídos. ¿Qué tal si tuviese razón? ¿Qué tal si el conflictivo historial de Graham con otros enfermeros tuviese su origen en embates amorosos no correspondidos? El propio Bob le había advertido sobre su hijo al mencionar que había "neutralizado a varios". La perspectiva se tornaba preocupante. No podía darse el lujo de perder su empleo por un niño caprichoso. Pensó que quizá Damon estuviese en lo cierto. ¿Qué haría entonces? Intentó serenarse. Repasó el encuentro con su paciente en busca de los pequeños detalles que desmintieran aquel deseo que creyó ver con tanta claridad. Rebuscó una y otra vez en su memoria, sin éxito. Tenía experiencia y sabía si alguien se interesaba en él. Aún así, quiso persuadirse de que había sacado conclusiones apresuradas. Tal vez sólo debía esperar, quizá el temido requerimiento amoroso no llegase nunca. ¿Y si llegaba? Pensó que siempre podría solicitar ser reubicado y todo terminaría. Aunque si el muchacho se sentía despechado existiría la posibilidad de que elevase un informe negativo sobre él. Era algo en lo que no había pensado hasta que Damon lo mencionó.

Su mente se abría a posibilidades en las que nunca había reparado. Como si tuviese ya poco con los problemas que implica una agobiante situación financiera. Pensó en los compromisos que debía afrontar, en la vida a la que siempre había aspirado y que nunca parecía llegar, sin importar cuánto se esforzara. Y mientras atravesaba Londres en su auto, una idea comenzó a infiltrarse lentamente en sus pensamientos.

Tal vez el plan que se le antojaba tan cruel no lo fuese tanto. Quizá...quizá ni siquiera se tratara de un engaño. Quizá el propio Graham fuera consciente de lo difícil que sería para él tener algo parecido a una vida sentimental. Tal vez estuviese dispuesto a aceptar lo que se le ofreciera aún sabiendo que jamás podría ser un amor sincero. Quizá fuese él el primero en saber que todo sería un intercambio y de hecho puede que tampoco aspirase a más.

Extrañamente, la idea lo tranquilizó. Había hallado por su cuenta una justificación capaz de liberarlo de toda culpa.


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