Capítulo 30

307 29 67
                                    

Sus días en Bournemouth transcurrían idílicamente. Sin proponérselo, sin siquiera saber cómo hacerlo, Graham se había ganado el aprecio de toda la familia. Los niños lo adoraban y no se despegaban de su lado.

Su presencia se daba por descontada en cada una de las actividades familiares. Por primera vez, pertenecía a algo fuera de su hogar y del hospital. Era una sensación nueva, una sensación extraña al tiempo que reconfortante. Y aunque al principio reaccionó con cierto temor, pronto supo que podría acostumbrarse. Tan rápida y gustosamente como se había aficionado a otras cosas. A otras cosas que, como todo aquel que acaba de asomarse al amor, deseaba compartir. Mas aún ahora que tenía con quien hacerlo. Pensó en Damon, el mejor de los amigos, el que no dudó en poner en marcha sus buenos oficios, el que por amor a su primo le había confiado aquel secreto que Alex decidió revelar frente al mar. Sí, Damon tenía que saber todo cuanto había ocurrido y todo cuanto de hecho seguía ocurriendo. Se sentiría tan feliz con la noticia.

Dispuesto a compartir su dicha con su mejor amigo, Graham se las arregló para encontrar un momento a solas y llamarlo.

-¿Damon?- susurró tímidamente.

-¡Graham! ¡Qué sorpresa! Estaba algo preocupado después de tantos días sin saber de ustedes...

Graham se sintió extrañado. Pensaba que Alex se habría comunicado con él mucho antes. No esperaba otra cosa de dos primos tan unidos, "criados como hermanos", tal como le gustaba decir a Damon.

-¿No has hablado con Alex?- preguntó sorprendido.

-No, no me ha llamado...

"Y tampoco ha respondido a mis llamadas", recordó apretando la quijada.

-Que extraño...- dijo pensativo.

-Imagino que han de estar ocupados...son muchos y hay que lidiar con los niños. Nunca están quietos.

Graham soltó una risita, la misma que por alguna razón solía exasperar a Damon. Era cierto, los niños eran tan adorables como bulliciosos. Pero ellos no habían sido la principal ocupación de Alex...ni de él.

-Entonces...¿no estás enterado?

-¿De qué?- preguntó Damon expectante, intuyendo la respuesta.

-Bueno...todo lo que tú me dijiste antes de partir...es verdad...- respondió asumiendo que su amigo comprendería.

-¿A qué te refieres, Gra?- dijo con aire de curiosidad, sintiendo cómo extrañamente sus nervios comenzaban a crisparse.

La pregunta lo obligaba a hablar del tema...por primera vez. A expresar con palabras aquello que hasta para él mismo seguía siendo un sentimiento tan arrollador como inexplicable. El amor había pasado por su vida y por su cuerpo. ¿Qué palabras usaría para describir la abrumadora marea de emociones y sensaciones que lo asaltaban por esos días? Por un momento creyó que el lenguaje no bastaba para dar testimonio de todo cuanto había ocurrido en ese viaje. Y entonces, como pudo, sintiendo el corazón palpitando contra su pecho, se concentró en el deleite que suponía compartir sus más íntimas y preciadas experiencias con un verdadero amigo. Por primera vez en toda su vida.

-Bueno...verás...Alex...me lo ha dicho...

Del otro lado del teléfono, sólo se oyó silencio. Graham prosiguió.

-Me ha dicho...que me ama.

La revelación no podía sorprenderlo ni mucho menos enojarlo. Alex estaba haciendo lo que le había reclamado por meses. Estaba llevando adelante y al parecer con excelente tino, el plan que él mismo había elucubrado. Pero las ideas eran una cosa y la realidad otra muy diversa. Tal vez no había sido capaz de ponderar lo mucho que le desagradaría conocer ese detalle. Saber que Alex le había dicho que lo amaba, aunque no fuese cierto, al tiempo que se negaba atender sus llamadas era algo que le costaba digerir y detonaba el complejo engranaje de su temperamento suspicaz.

El PacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora