Capítulo 19

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Luego de aquel acercamiento, Graham pensó que podría morir de vergüenza del mismo modo en que minutos atrás creyó morir de placer.

El recuerdo de aquella sensación, de aquel goce inconcebible que había invadido cada fibra de su cuerpo se mezclaba con la incómoda certeza de que su enfermero volvería, de que pronto tendría que verlo a la cara, quizá fingiendo que nada había ocurrido. No lograba figurarse como podría enfrentar su mirada y notar que aquello que para él significaba tanto probablemente hubiese sido un juego de estudiantes para Alex. Tal y como lo fue su beso, ese que jamás se repitió.

El pudor y la razón le exigían que no volviese a verlo. Pero el amor y la incipiente pasión despertada por su enfermero hacían insoportable la idea de perderlo. Su pecho se oprimía con solo pensar en su alejamiento. Asustado y confundido, acudió a quien consideraba su único amigo: Damon.

-Ho...hola, Damon- tartamudeó al teléfono.

-¡Graham! ¡Qué sorpresa!- y notando de inmediato la angustia en su voz agregó- ¿Estás bien, querido?

-¿A...Alex está allí contigo?- preguntó agobiado y al borde de sollozar.

-No, aún no ha llegado. ¿Qué sucede? ¿Olvidó algo importante en tu casa?

-No...es sólo que...que tal vez...tal vez el lunes no deba venir.

-¿Por qué?- dijo Damon alarmado mientras las más variadas suposiciones comenzaban a surcar sus pensamientos.

¿Acaso habían reñido? No parecía posible. Ese tonto muchacho perdía el culo por Alex. Ni siquiera sería capaz de sostener su mirada en medio de una rencilla. Pensó con más cuidado hasta que una sus principales preocupaciones regresó a su mente. Quizá Alex hubiese avanzado sobre él de un modo demasiado directo, tal y como acostumbraba. Quizá lo había asustado. Hizo una pausa y dejó que el silencio reinara entre los dos. Eso aceleraría la confesión.

-Es que...es que yo...verás, sucedió algo inconveniente...algo que no debía suceder...- dijo nervioso.

-No comprendo...¿de qué se trata? Sabes que puedes confiar en mí. Que Alex sea mi primo no significa que tú no seas mi amigo.

-Gracias, Damon- dijo cándidamente- pero no puedo decírtelo...es algo...algo vergonzoso.

Damon sonrió.

-¿Estuvieron juntos?- descerrajó. Sabía que una pregunta fulminante surtiría efecto.

-¿¡Qué...qué quieres decir con eso!?- y su voz temblaba junto con la mano que sostenía la bocina.

-Quiero decir lo que dije. Lo evidente. Le gustas a mi primo, le gustas hace tiempo y me consta. Por eso pensé que quizá...quizá las cosas pudieron salirse de las manos. ¿Es así, Graham?

Del otro lado de la línea sólo podía oírse la respiración entrecortada de aquel que no podía dar crédito a sus oídos.

-¿Qué has dicho, Damon?- dijo y la esperanza encerrada en su voz trémula casi hace soltar una carcajada a su interlocutor.

-Supongo que no he dicho nada que ignores. Dime que no, por favor o habré cometido una gran infidencia- respondió con perfidia.

-¿Alex te ha dicho...- pero no pudo terminar la frase. Y Damon no demoró en ayudarlo.

-¡Qué es lo que Alex no me ha dicho! Habla de ti todo el tiempo. Pensé que lo sabías, que te lo dejaría saber. ¿No lo ha hecho?

Del otro lado, Graham se ruborizó.

-Bueno...- dijo tímidamente

"Vamos, imbécil. Desembucha de una vez", pensaba Damon.

-Él...él una vez...me besó- respondió, incapaz siquiera de aludir a lo ocurrido hacía sólo un rato- pero no fue más que una vez...para enseñarme a hacerlo- se apresuró a aclarar.

"Menudo idiota", se dijo. No lo ignoraba. Como tampoco desconocía que Graham se había desvanecido entre sus brazos.

Decidió que el momento de incentivar activamente su deseo y sus esperanzas había llegado. Sería la única forma de apresurar a Alex a hacer su parte y sacar provecho de todo cuánto pudiera obtener de esa criatura cándida y crédula.

-¿¡De verdad crees que lo ha hecho para enseñarte!? ¡Por todos los cielos, Graham! ¿¡Que clase de pedagogía es esa!? Te creía una persona inteligente...

-Es que yo...

-Es que tú pareces no ver lo evidente...

-Sólo fue una vez- dijo en tono lastimero, casi lamentando que la ocasión no se hubiese repetido.

-¿Acaso alguna vez le pediste que volviera a hacerlo?

-No...

-Entonces es lógico que no se haya repetido. Mira Graham, yo no sé lo que sientes tú y tampoco te lo preguntaré. Pero sí sé lo que siente Alex. Vivimos juntos, somos familia y todo me lo confía. Sé que te quiere. Pero tu posición...tu posición es algo que cohibiría a cualquiera.

-¿A qué te refieres con mi posición?- preguntó sin entender a qué aludía.

-A tu estatus. A que tú eres parte de una de las familias más acomodadas del país y Alex...pues él es sólo tu enfermero.

Graham sonrió. Si supiera lo mucho que significaba para él.

De pronto, Damon oyó los pasos de Alex aproximándose.

-Creo que tal vez debería colgar, Gra. Alex está llegando. ¿Deseas que le deje saber que has llamado? Digo, por lo del lunes...- observó con malicia.

-No...mejor no.

Estaba a punto de colgar cuando oyó la voz de Graham casi gritando su nombre.

-¡Damon! ¡Damon!

Llevó la bocina hasta su oído otra vez.

-¿Sí?

-Gracias. De verdad te agradezco, Damon. Y te juro que jamás revelaré lo que me has dicho.


-Hola, buenorro- dijo Alex estrechándolo y sobando firmemente su trasero- ¿Con quién hablabas?

-Una compañera de trabajo. Nancy, ya te hablé de ella- respondió abrazándolo a su vez, asediando con su lengua la boca de Alex.

Sintió sus manos pellizcándole las nalgas, hurgando bajo sus pantalones con una urgencia desmedida.

-¿Más caliente que de costumbre?- preguntó Damon- ¿Qué sucede?

-Te necesito...- respondió empujándolo contra la pared.

-¿Para qué?- replicó Damon riendo.

Pero no recibió otra respuesta más que las manos de Alex quitándole bruscamente la camisa.

¿Acaso podía confesarle que lo necesitaba para apagar el incendio que se había desatado en la habitación de Graham?

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