Capítulo 22

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Era el día de la partida. Graham estaba exultante y su padre aún más. Ver por primera vez a su hijo embarcado en los mismos proyectos de cualquier muchacho de su edad era su máxima alegría en años.

-Acompañar a un amigo en un pequeño viaje. ¿Lo hubieses imaginado un año atrás, Pauline?- preguntaba a su esposa, deleitado ante los cambios que el tratamiento en el hogar había operado en su hijo.

Alex llegó puntual. Era un viaje de sólo dos horas pero pensaba tomar descansos para evitar que Graham se fatigase.

Luego de saludar a sus padres subió a la habitación. Encontró a su paciente con expresión indecisa, rodeado de ropa.

-¡Graham! ¿No has empacado aún?

-Sí, Alex. Es sólo que no acabo de decidirme respecto a algunas cosas...

Extrañado, su enfermero lo miró blandir un impecable smoking negro perfectamente acomodado en su percha.

-¿Crees que será apropiado? ¿O bastará con un traje?- preguntó volteándose.

-¿Para qué piensas llevar un smoking, Graham?

-¡Es el aniversario de tus padres! ¡Son 30 años!- exclamó sorprendido por la pregunta.

Alex rió y se acercó él.

-Pequeño, no es una gala. Sólo será una reunión familiar. Una velada sencilla donde lo único importante es que estemos todos. Te aseguro que no necesitarás un smoking.

-¿Seguro?

-Segurísimo.

Alex echó una mirada a su cama, cubierta de finísimas prendas de tweed entre las cuales tampoco parecía poder decidirse.

-¿Y esto?- dijo señalándolas.

-Para los días de campo. Dijiste que habría algunos.

-Días de campo, Graham. Días para ensuciarse en la tierra, remojar tus pies en la laguna, pescar. No sé que te ha hecho pensar que saldríamos de caza- dijo echando una significativa mirada a esas prendas- ¿Qué tal si llevas lo más cómodo de tu armario?- sugirió con delicadeza.

Graham aprontó los últimos detalles y se dispusieron a partir. Sus padres saludaban, casi corriendo tras el auto.

-¡Diviértanseeee!- gritaba Bob.

-¡Cuídense!- añadía Pauline.

Graham se volteó para saludarlos con la mano. Alex lo miró de reojo y sonrió ante su expresión de niño partiendo rumbo a una excursión escolar.

-Actúan como si fuésemos a la guerra...- dijo Alex riendo- aunque supongo que para llegar hasta aquí hemos librado una pequeña batalla. Tú en especial- reflexionó en alusión a sus progresos.

-Sí. Pero sin ti ni siquiera hubiese habido batalla.

Se miraron al unísono con una sonrisa cómplice. De pronto, Graham le estampó un sonoro beso en la mejilla y fijó su vista en el camino. No era la primera vez que se permitía aquel atrevimiento. Lo había hecho antes, como muestra de agradecimiento o entusiasmo. Aquella reacción no era nueva para Alex. Y tampoco lo era el cosquilleo en el estómago que experimentaba tras el roce de sus labios. Aquellos besos inocentes y furtivos surtían un efecto que ni él mismo llegaba explicarse. O quizá...quizá simplemente no había tenido el valor de averiguarlo.

El viaje fue decididamente entretenido. Conversando y cantando a voz en grito por la ruta. Ni siquiera fueron necesarias las paradas que Alex había planeado y en sólo dos horas estuvieron en la ciudad.

Graham observaba maravillado. No por las bellezas naturales o arquitectónicas del lugar sino porque allí había vivido y crecido una de las personas que más amaba. Y adoraba asomarse a aquella parte de su vida. Con seguridad habría corrido por esas calles junto a sus amigos. Tal vez hubiese probado su primer cigarrillo en el parque, dado su primer beso en la playa o conducido por primera vez en ese mismo camino que ahora transitaban.

-Este es mi vecindario- anunció Alex.

Un bonito barrio de clase media se desplegó ante sus ojos. Calles tranquillas, casas bajas, fachadas primorosas y jardincitos esmeradamente arreglados.

-Debió ser lindo crecer aquí...- dijo Graham.

-Bournemouth es un buen lugar para crecer y para retirarse. Pero no para desarrollarse. Es demasiado tranquilo. Supongo que por eso los jubilados aman esta ciudad.

Alex se detuvo tras pocas cuadras.

-Esta es mi casa- dijo señalando una propiedad de frente blanco y cerca baja.

Comenzó a tocar bocina y pronto una pareja asomó por la puerta. Bajaron del auto y Alex apuró el paso para reunirse con sus padres. Su paciente lo seguía, algo apocado.

-Él es Graham- dijo Alex posando la mano sobre su espalda, instándolo a avanzar- les dije que vendría conmigo.

-Sí, claro- dijo su madre haciendo caso omiso a la mano extendida de Graham para estampar un sonoro y maternal beso en su mejilla.

-Ella es mi madre, Kelly- explicó Alex- y él es mi padre, Jason.

El hombre se acercó a Graham y lo abrazó calurosamente.

-¡Eres casi un niño!- exclamó sorprendido, viéndolo de pies a cabeza.

-Tengo 23, señor- dijo tímidamente, hundiendo las manos en los bolsillos.

-Pues pareces más joven...y como también yo quiero parecerlo, no me llames señor, ¿sí?- dijo guiñándole el ojo del mismo modo en que solía hacerlo su hijo- llámame Jason.

Graham sonrío y asintió repetidamente con la cabeza. Comenzaba a sentirse cómodo.

Entraron a la casa y se sentaron en el living, dispuestos a compartir un té.

-¿Cómo está Damon?- preguntó intempestivamente su madre y Alex tragó saliva.

-Bien, muy bien. Feliz en su nuevo trabajo.

-Qué pena que no haya podido tomar un día franco...- observó Kelly que le tenía cariño.

-Es que lleva poco tiempo...no es momento de tomar un día libre- respondió su hijo y ansioso por cambiar de tema, añadió- pero Graham ha venido en su lugar y sacará mucho provecho de la visita- dijo sonriéndole- no conoce la ciudad ni ha visto el mar.

-¿¡Nunca has visto el mar, pequeño!?- se sorprendió el señor James.

Graham miró a Alex y ambos sonrieron. Era curioso que sin haberlo oído nunca, se dirigiese a él con el mismo apelativo que usaba su hijo.

-No, seño...- se corrigió de inmediato- quiero decir no, Jason.

-Habrá que remediar eso...nadie que no haya visto un atardecer y un amanecer en la playa puede decir que ha vivido...

Graham sonrió. No pudo evitar pensar que había un sinfín de razones para afirmar, sin temor a equivocarse, que no había vivido.

-Habrá buen tiempo, por lo que leí- intervino Alex- iremos sin duda. Iremos aunque nieve, en realidad- dijo riendo y mirando a su paciente- no se irá de aquí sin haber visto el mar.

-Si no me equivoco, hoy es el último día del festival "Música Junto al Mar"- intervino Kelly- será una velada muy animada, como todos los años.

-¡Tienes razón!- dijo recordando súbitamente que el festival tenía lugar cada año en esa misma época y mirando a Graham, agregó.

-Estoy seguro que te encantará, Graham. ¿Te gustaría que fuésemos o estás muy cansado?

-No estoy cansado en absoluto.

-Entonces hoy verás tu primer atardecer en el mar. 

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