5. Eres una Caja de Sorpresas Anderson.

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— En serio lo lamento Abuela. — Dijo besando las mejillas de su abuela con ternura. Esta negó y sonrió.

— Estoy bien pequeña. — Se negó. Y luego observo bien su mano. — ¿Qué te pasó? — 

— Me caí en atletismo y había una rama fea en la cancha, no se... Termine así. — Dijo riendo. Su abuela le haló un mechón de cabello.

— Siempre tienes que ver por donde caminas pequeña Lilu. — La llamó por el apodo que usaba con ella desde que era una pequeña.

— Johnny y su esposa vendrán a hacerte compañía en la tarde. — Dijo Anderson terminando de lavar los platos y limpiar la cocina de la casa de su abuela, estaba lejos de su instituto por lo que solo la visitaba los fines de semana.

— Si cariño no hay ningún problema. — Anderson se quitó el plástico que envolvía su venda para no ensuciarla o mojarla.

— Hoy si ya me voy que si no llegaré tarde. — Su abuela la vio sonriendo.

— Cuando puedas preséntame a tus amigos. — Dijo ella aún alegre de que su nieta tuviera amigos a los que visitar el fin de semana.

— No son mis amigos, son mis compañeros de clases. — Dijo negando con una sonrisa. — Pero hay una chica. Se llama Brittany y ella por alguna extraña razón quiere ser mi amiga, aunque tiene muchas amigas. Es muy bonita, parece modelo de revista. También esta Megan, que también es muy bonita. Ambas son rubias, pero Megan tiene ojos color ámbar. — Dijo sonriente, no podía mentir estaba emocionada y quería presumirle a su abuela de ellas.

Se había vestido lo mejor que podía sin parecer pretenciosa, le emocionaba porque ellos al final no parecían como los veía, creía que eran personas creídas y con un complejo de superioridad, pero hasta ahora se había llevado bien con ellos y habían sido muy amables con ella.

— Espero que los traigas a todos a conocer a esta vieja. — Rió un poco y tosió luego, Anderson la vio con preocupación preparándole un té de limón antes de irse. — Eso claro si no te avergüenzas, que es entendible. — Anderson rió negando.

— No me avergüenzo de ti. No lo haré jamás. Eres perfecta, la mejor abuela del mundo. — Dijo besando su frente y mejilla nuevamente.

Luego de dejar todo listo se fue a la dirección que Christoffer le envió a su celular. Ella se preguntaba si era ahí, era una residencial, tuvo que caminar unas cuadras y ella no había pasado ni de cerca por un lugar así de limpio y con personas que parecían bastante adineradas. Tocó el timbre de la casa que le indicaron. Una señora mayor abrió la puerta y le sonrió.

— Disculpe la molestia señorita. ¿Aquí vive Christoffer Johnson? — Pregunto con preocupación.

— Si aquí es. — Le respondió sonriente. — Pasa. — Pidió notando en Anderson lo linda que se veía con esa blusa rosa con puntos blancos, y ese jeans al cuerpo, y simples zapatillas.

— Gracias. — Dijo tímida.

— Ellos están por aquí. — Dijo guiándola a un espacioso comedor, con pintura blanca alrededor y lujosos detalles en la mesa y paredes.

— Hola. — Brittany sorprendió a Anderson besándola en la mejilla, Anderson se sonrojo, nunca había tenido amigas por lo que le agradaba la idea.

— Hola. — Dijo sentándose a la par de Megan y Brittany. — ¿Ya comenzaron? — Pregunto impaciente por comenzar a trabajar. Los demás negaron.

— Solo almuerzan y se ponen a trabajar. — Advirtió la madre de Christoffer. Anderson asintió.

— ¿Nunca habías venido, cierto? — Le pregunto a la chica. Y Anderson negó.

El Demonio es un Ángel © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora