48. ¿Tanto te asusta saber que me amas Cooper?

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La alarma sonó a las 6:30 am. Wyatt se removió increíblemente cómodo y con una hermosa sonrisa en el rostro. Jamás se había sentido de buen humor como en ese momento al escuchar soñar la alarma.

— Te ves mejor sonriendo. — Comentó Anderson bostezando, entonces Wyatt notó que Anderson lo estaba abrazando como a un niño pequeño, estaba cómodo porque estaba abrazando el torso de Anderson.

— ¿Qué? ¿Estabas intentando abusarme? — Anderson carcajeo.

— Parecía que tenías pesadillas. — Murmuró ella acariciando suavemente con delicadeza su cabello. Wyatt lo supo, podría quedarse en esa cama con Anderson a que le hiciera mimos para siempre, eso podría ser lo que otros llamaban paraíso.

— Las tengo a veces como todos. — Wyatt se encogió de hombros, y ella entendía.

— Lo sé. — Besó la sien de Wyatt y quitó ese gorro de abuelita que llevaba, y tenía razón ese gorro valía la pena porque su cabello se miraba genial en la mañana.

Anderson fue a la cocina a preparar algo para los dos. 5 minutos después Wyatt se levantó y se sorprendió al verla con el desayuno listo, fue a sentarse con ella a la pequeña mesita, no le molestaría nada despertar los días así, cómodo y viendo su sonrisa.

— Pensé que había soñado. — Dijo Wyatt pensando en lo bonita que se veía antes de ir a dormir.

— Ojala así fuera. — Dijo Anderson comiendo los huevos revueltos, y tomando leche caliente.

— ¿Qué fue lo que pasó? — Pregunto Wyatt.

— Esteban llegó ayer, no quiero sonar paranoica, pero me mira un poco extraño. — Admitió ella suspirando. Wyatt lo sabía ella sin querer atraía las miradas.

— La cosa es que quiso entrar a mi habitación, y yo me tire de la ventana. — Se excusó mostrándole un raspón que se había hecho en la mano. Luego observo las dos puertas. — ¿El otro cuarto esta vació? — Wyatt asintió.

— ¿Podemos hacer un trato? ¿Qué tal si pagamos la mitad de la renta cada uno? — Pregunto curiosa. — Si no es mucha molestia, si es por las chicas con las que sueles salir solo me avisas y yo no salgo de esa habitación. — Dijo asustada, Wyatt rio negando.

— O sino ¿Puedo quedarme hasta que encuentre algún lugar donde quedarme o hasta que nos graduemos? — Pregunto nerviosa.

— Puedes quedarte lo que quieras. — Dijo él riendo. No negaría que le encantaba la idea. — ¿Vas a internar a tu madre en un centro de ayuda? — Anderson suspiró.

— Johnny siempre me lo ha recomendado pero no se... Ella no va a querer. — Negó asustada.

— Si los doctores te firman una nota por cada vez que fuiste al hospital y fue por ella seguro que la internan aún en contra de su voluntad. — Dijo Wyatt terminando su desayuno.

— Tienes razón. — Anderson sabía que podía hacer eso, pero aún no estaba segura. — ¿Me acompañarías a hacer esos trámites? — Pregunto indecisa, el asintió de acuerdo. — Bueno iré a bañarme primero. — Dijo tomando la ropa que usaría ese día.

Luego de estar lista, Wyatt entró a bañarse y como estaba en su casa solo salió en toalla, pero no notó la mirada que Anderson le lanzaba. Ella era sincera y él tenía un muy buen cuerpo eso nunca lo negaría.

— ¿Lista? — Pregunto cuando Anderson sacaba sus cosas de su mochila.

— Sí. ¿En dónde dejó esto? — Pregunto apuntando el manojo de ropa suya.

— Déjalo en mi cama. Iremos por el resto luego del instituto si quieres y te conseguiré algún mueble para que guardes tus cosas. — Anderson se sintió más tranquila pero cuando bajaba las escaleras se detuvo.

— Creo que no es bueno que nos vean llegando juntos. Lo van a malinterpretar. — Pensó.

— Si quieres te llevó y te dejó una o dos cuadras antes. — Mencionó y Anderson le valió esa respuesta. Llegaron temprano como siempre al instituto.

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— ¿La casa de quién es? — Pregunto Wyatt mientras Anderson guardaba en una maleta sus cosas.

— Sinceramente no sé de donde la sacaron pero mi abuela me entrego las escrituras. — Dijo Anderson ordenando lo mejor que podía sus cosas, para ser pobre tenía mucha ropa.

— ¿Entonces es tuya? — Anderson asintió.

— Estaba pensando en arreglarla y rentarla, para pagar mi universidad, yo puedo rentar un apartamento minúsculo. — Dijo pensando las cosas. Se sintió un poco avergonzada mientras guardaba su ropa interior, Wyatt solo rio e intento no ponerla nerviosa. — ¿Qué más? — Dijo pensando.

— ¿Laptop? —

— La vendió. — Negó Anderson. — Ah sí, los zapatos. — Dijo yendo por una bolsa y guardando los pares de zapatos ahí. Sus pocas cremas, y su loción. Al final le salió una maleta bastante grande. Pero dejó el resto ahí, iría por esas cosas cuando su madre fuera internada.

— ¿Es todo? — Le preguntó Wyatt esta asintió.

— Lo más útil y necesario. — Admitió. Se fueron al apartamento de Wyatt. Y luego Anderson fue a trabajar. Ella regreso por su cuenta y entró al edificio con el código que le proporciono Wyatt. Cuando llegó este estaba ordenando una cama dentro de lo que sería su cuarto.

— Esta es tu llave. — Le extendió a Anderson. — Y te conseguí esta cama, estaba en oferta. — Dijo sonriente. — Creo que nos llevaremos bien vecina. — Dijo extendiéndole una mano a Anderson sonriente. Ella la tomó.

— Gracias vecino. — Dijo sonriente. Este la haló para abrazarla fuerte. — Oye vecino si la gente nos ve así pensará mal. — Dijo riendo e intentando alejarse.

Porque sintió un extraño escalofrío recorrer su cuerpo eso era extraño y era la primera vez que le ocurría, ni siquiera había tenido un extraño sentimiento como ese con Chris. Wyatt suspiro con pesadez, soltándola.

— ¿Vas a decirle a Chris que vives conmigo? — Ella negó.

— ¿Qué tal si guardamos este pequeño secreto? No estoy haciendo nada malo, y tal vez se lo diga tarde o temprano. — Suspiro frustrada, sentía que todo se complicaba más. — Después de todo él dijo que si lo nuestro no funcionaba, podríamos seguir siendo amigos. — Recordó divagando y en Wyatt se ensanchó una hermosa sonrisa de esas que le gustaban a Anderson.

— Como quieras. — Wyatt fue a preparar la cena para ambos de muy buen humor.

— Mira. Mira. Mira. Mi amor. — Christoffer levantaba en el aire a Anderson mientras le daba vueltas mostrándole los resultados de la universidad. Había aprobado. Ya habían pasado tres semanas, y Anderson se sentía nerviosa con Chris porque no quería hacerlo sentir mal o incómodo. Había estado ayudando a Wyatt, a Megan y Edward a estudiar para su examen de la universidad también.

— Felicidades. — Sonrió abrazando a su novio Anderson. Luego la bajo y abrazo a sus amigas también. Wyatt no le hacía gracia aunque Anderson saliera con Chris solo tenía la paciencia y esperanza de que terminaran pronto.

— Oh Quien lo diría, sino fuera por Anderson abrías reprobado seguro. — Dijo Megan sonriendo a medias, tampoco le hacía gracia que la chica siguiera con ese bastardo.

— No él lo hizo con su propio esfuerzo. — Dijo Anderson defendiendo su poca inteligencia.

— Solo por esto, voy a dar una fiesta después del juego del sábado. — Dijo Chris sonriente. Mientras besaba las mejillas de su novia.

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— ¿Vas a ir a la fiesta de Chris? — Wyatt le preguntaba a Anderson. Ella hizo una mueca mientras hacían la compra para ambos en un mini súper del centro.

— En realidad odio esas fiestas. — Admitió Anderson. — Demasiado ruido, y toda la gente me odia. — Admitió ella recordando que las chicas y algunos chicos la miraban feo.

— Yo no te odio. De hecho es todo lo contrario. — Anderson rio.

— Tú me amas porque eres mi amigo. — Dijo Anderson entretenida viendo un poco de margarina, le gustaba mucho con tostadas. Pero no había notado lo nervioso que estaba Wyatt con eso. ¿Él la amaba? Ella volteó a verlo y carcajeo.

— ¿Tanto te asusta saber que me amas Cooper? — Rio Anderson. — Tranquilo yo también Te Amo mejor amigo. — Y Wyatt no sabía si aquello le gustaba o detestaba al mismo tiempo. — Y relájate yo soy leal contigo, tu amistad está a salvo en mis manos. —

— Sé que podrías tener mi corazón en tus manos y estaría a salvo. — Admitió Wyatt sincero, eso basto para que Anderson sonriera con alegría.

— Cierto. — Sonrió ella. — Ahora la parte que menos te va a gustar. — Mencionó Anderson mientras iba al pasillo de higiene personal. Buscaba un jabón íntimo, toallas femeninas y protectores diarios.

— Nunca había visto de esos. ¿Para qué son? — Le preguntaba al ver algo parecido a las toallas femeninas pero más pequeños.

— Son para llevarlos después del ciclo menstrual, son pequeños porque solo es para prevenir manchas luego del periodo. — Dijo Anderson encogiéndose de hombros.

— Yo pensé que utilizabas de esos. — Wyatt le señalo unos tampones. Anderson puso cara de horror.

— Si alguna vez te pido que compres algo así, no me lleves de esos. No sé ni cómo ponerlos y menos me interesa aprender. Se ve doloroso. — Dijo Anderson riendo al ver la cara de horror de Wyatt al leer la instrucciones de cómo se ponía un tampón.

— Deja de leer eso. — Se rio. — Oh mira eso es para ti. — Mencionó Anderson pasándole una caja de condones. Él negó con la cabeza haciéndose el ofendido.

— No sé si sentirme ofendido, ¿Crees que solo pienso en sexo? —

— No solo piensas en sexo Wyatt. A veces estudias y haces las tareas y proyectos conmigo. — Se encogió de hombros riendo. Él carcajeo y regresó los condones a su lugar, aún tenía suficientes en casa y algo le decía que no iba a necesitarlos. 

El Demonio es un Ángel © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora