30. Edward Stanley Evans 🎡🏥🏨

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— ¿No te gustan las casas embrujadas? — Pregunto Edward con burla al ver a Anderson nerviosa. Quién negó. — Que miedosa. — Ella se delató con una sonrisa.

Christoffer la tomó de la mano, esta vez no pensaba soltarla para que Wyatt ganara terreno. Pero al momento de entrar decidieron jugarle una pequeña bromita gracias a Edward. Todos corrieron a adelantarse. Ella se quedó atrás totalmente asustada.

— Esto no es real. Esto no es real. — Se susurraba, pero sus rodillas temblaban. — Estaba entrando en pánico y la última vez que entro en pánico fue a parar al hospital. Estaba temblando e intentaba alejar las pesadillas y los traumas. — Vamos Anderson todo esto no es real, esto no existe. Tú no eres una cobarde. Tú no eres una cobarde. —

Wyatt ni siquiera sabía porque había corrido, Edward solo lo empujó.

— ¿Y Anderson? — Pregunto cuando todos estaban fuera, y reían con diversión, Megan comenzó a buscar a Anderson entre los demás sin encontrarla.

— Esta adentro. — Apuntó Stacy riendo al recordar el rostro de horror de Anderson.

— ¿Sola? — Wyatt ni siquiera espero respuestas. Volvió a entrar a pesar de las advertencias del personal del parque golpeo a varios que se metieron en su camino, estaba furioso. Edward lo siguió de cerca.

— ¿Qué estás haciendo? — Le hablo entre la penumbra de la atracción. — Ella ya es una adulta. — Le regaño.

— Dejarla dentro sola no es divertido. — Lo miró mal Wyatt.

— Mira no sé lo que ella es para ti, pero para mí no es más que una apuesta que ganaré así que sal, y cuando este maldiciendo acuérdate de lo que te he dicho, solo es una zorra más Wyatt puedes conseguirla en cualquier esquina. — Wyatt le propinó un golpe en la nariz, y Edward solo lo miró mal, de todas maneras, sabía que se había pasado un poco. Y no podría con Wyatt tan fácilmente.

— No vuelvas a hablar así. — Lo vio mal sujetando su cuello con fuerza Wyatt era más alto y más corpulento, Edward era solo un niño consentido rico.

Así que Edward lo siguió rodando los ojos, a decir verdad, no se sentía culpable con la zorra psicópata que fingía ser inocente, entre más el tiempo pasaba le parecía mucho más manipulable y ridícula. Cuando llegaron al inicio casi, Wyatt vio en una esquina un bulto, con el mismo overol con el que ella había llegado al parque.

— ¿Cooper? ¿Johnson? — Preguntó con un hilo de voz Anderson.

— Aquí estoy. — Contesto Wyatt, Anderson no negaría que le hubiera gustado que su novio se hubiera quedado con ella, pero sabía que su mejor amigo Wyatt si estaría ahí. Acarició su cabello con cuidado, y Anderson solo tocó sus manos con un poco de miedo, Wyatt notó que estaban heladas y temblando, las beso y acarició para que entrará en confianza y se levantará.

— Gracias por volver por mí. — Admitió ella levantándose, vio a Edward por el rabillo del ojo y realmente pensó que eran los mejores amigos que podía tener.

— A los dos. — Le sonrió a Edward y este no supo cómo reaccionar, al ver a la chica al borde de las lágrimas abrazándolo con fuerza. — Vamos. — Tomó sus brazos y con ellos se sentía más valiente.

A pesar de los screamers y las personas que fingían seguirlos llegaron al último escalón de la casa embrujada, Edward se atoró el pie en la escalera de madera. Y Anderson se asustaba de no poder salir, pero ella no iba a dejar a su amigo ahí.

— Ve a llamar a alguien de mantenimiento. — Pidió asustada a Wyatt.

— Vamos. — Edward se culpaba por haberlos seguido dentro. — Sal de ahí. — Con ayuda de Anderson intentaba sacar su pie atorado y fallando en el intento.

El Demonio es un Ángel © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora