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— Hola Abuela. — Dijo Anderson entrando a la casa, su abuela como siempre estaba viendo ese canal de documentales en la televisión.
— Hola Lilu, Buenos días. — Contesto.
— Buenos Días.— Dijeron Megan y Edward al ver apenados a la señora en silla de ruedas y sin una pierna. Anderson se golpeaba mentalmente, se había olvidado de decírselos.
— Buenos Días Abuela. — Contesto Wyatt entrando a la casa y saludando a la señora con besos en la mejilla.
— ¿Cómo está mi nieto favorito? — Dijo presionando sus mejillas la señora y Anderson negó viéndola mal.
— Abuela, creí que yo era tu nieta favorita. —
— Tú eres mi nieta favorita, porque tus primos ni me conocen y ni saben de mí. — Se quejó la señora, sus primeros hijos casi le habían echado tierra y olvidado.
La menor de sus hijas era Margaret la madre de Lilu y era la oveja negra de la familia, todo el mundo veía mal a Anderson en su familia.
— Exacto, pero él no es tu nieto. — Exclamo apartando a Wyatt de los mimos de su abuela.
— No de sangre quizás, pero si es tu novio. — Dijo la Señora y Anderson negó rotundamente sonrojada. Megan y Edward rieron con diversión. Y fue cuando su abuela los notó.
— ¿Y ellos son? —
— También mis amigos. — Contesto apuntándolos. — Ella es Megan la chica de la que te hable, y él es Edward también del que te hablé. — Contesto Anderson emocionada.
— Oh ¿Tu eres Megan? — Le pregunto la señora mayor a la adolescente con pecas. Ella asintió. — Eres mucho más bonita de lo que mi nieta dijo que eras. Lilu es más preciosa que de revista. —
— ¿Verdad abuela? — Asintió Anderson sonriente. Megan sintió sus mejillas arder, por primera vez y en mucho tiempo los chicos rieron al ver el sonrojo en Megan.
— Si es muy hermosa. Oh y tú eres Edward. — Él chico asintió tanto como la herida y los vendajes en su cuello se lo permitían. — Mira que guapo estás. — Le sonrió, Edward solo beso la mano de la señora con caballerosidad. — Y todo un caballero. ¿Cómo estás hijo? — Pregunto viéndolo con preocupación.
— Mejor señora. —
— No me digas señora. — Lo regaño y rieron al ver la cara de regaño de Edward. — Dime Esmeralda, o Abuela. — Sonrió, y Edward rio.
— Okey Abue. — Contesto simple. —
— ¿Ya comieron? — Pregunto la señora mayor.
— Pasamos a comer antes de venir. — Dijo Anderson subiendo las gradas de la casa, fue a cambiarse y a atarse una coleta. Se puso un short cómodo y unos zapatos que no le molestara.
— Con Wyatt vamos a hacer la rampa para tu silla de ruedas. — Dijo, y Wyatt se quitó la camisa quedando en un centro. Su Abuela fue a la cocina, y les sirvió a todos con ayuda de Megan un poco de limonada.
— ¿Cómo le va a Lilu en el instituto? — Les preguntó a los otros dos que estaban con ella afuera meciéndose en una hamaca, mientras ella veía a Anderson y a Wyatt trabajar en eso, Edward no podía esforzarse mucho, y le pidieron a Megan que no se preocupara.
— Pues bien como siempre supongo. — Dijo Megan. — Siempre saca las mejores calificaciones en todo el instituto. — Y a la señora parecían brillarle los ojos.
— ¿Enserio? ¿Y cómo es que no lo sabía? — Dice ella extrañada. Los otros dos se vieron entre sí asombrados.
— ¿Sus padres no se lo dicen? — La anciana negó riendo.
— La madre de Lilu apenas la soporta. Ni siquiera sé cómo deje que mi nieta fuera a vivir con su madre pero me convenció. — Los otros dos no sabían de que hablaba la mujer mayor. — ¿Lilu no se los ha dicho? —
— ¿Qué cosa? —
— Que su madre es drogadicta. — Dijo la señora tomando de su limonada hecha especialmente de acuerdo a su dieta, sabía que no era por la limonada pero aquel trago fue amargo. Los otros chicos no sabían ni cómo reaccionar.
— Lilu piensa que no sé qué ha ido al hospital por culpa de su madre más veces de las que me gustaría. — Niega la señora.
— ¿La cicatriz que tiene en el abdomen es de eso? — La señora asintió a la pregunta de Megan, ahora tenía sentido ella no consumía las drogas.
— Cuando la veo solo me recuerda a su madre cuando era joven.— Admitió la señora.
— Buenas notas, linda apariencia, se le satisfacían todas sus necesidades. Y luego cuando cumplió 18 años se escapó con un criminal. Aquí entre nosotros el padre de Lilu se parece bastante a Wyatt. —
Los otros rieron volteando a ver a su amigo, quien peleaba con Anderson por cómo poner el cemento y la mezcla.
— Ella llegó un día y lo presentó, nadie en la familia lo quería, se vestía de forma parecida a la de Wyatt, tenía tantos o más tatuajes que él y yo sabía que no era el indicado para mi hija, mírenla ahora, drogadicta, mentirosa, estafadora y prostituta. — Recalcó Esmeralda con la voz fría.
— ¿No cree que Wyatt sea una mala influencia para Lilu? — Le preguntó Edward a la señora. Sabía que su amigo podía meterse en problemas, a veces solo que hacía como si no le importara.
— No. — Negó rápidamente. — Creo que Lilu es una buena influencia para Wyatt, no sé qué problemas tiene el chico, pero lo sé con solo verlo en sus ojos, parece que ha vivido más experiencias de adultos de las que le gustarían. Pero no es una mala persona. Una mala persona no tiene capacidad de cuidar o enamorarse de otra persona. — Negó la señora, ella sabía que había gente mala en el mundo, pero Wyatt no era de esas personas.
— ¿Por qué lo dice? — Le pregunto Megan. Cuando vio que Wyatt sostenía una mano a Anderson para que no se cayera.
— ¿Creen que soy tonta? — Esmeralda rio. — Soy una vieja, pero ya pasé por donde están ustedes mocosos. — Rio. — Y es inevitable no amar a mi nieta. Heredó mi encantó, ese chico Wyatt solo tiene buen gusto. — Dijo orgullosa y los adolescentes rieron.
— Tiene razón. — Asintió Megan riendo. — Yo también soy TeamLyatt o TeamWylu. — Dijo Megan riendo al igual que Edward y la abuela.
— Ya terminamos. Solo hay que esperar en unos dos o tres días estará seco, y podrás salir fácilmente afuera abuela. — Dijo Anderson caminando en dirección del parque al aire libre que estaba cerca. Los demás adolescentes la siguieron de cerca.
— Gracias. — Asintió ella. — Le dije a tu tío Thomas que lo hiciera hace cuatro años. — Dijo meditándolo. — Y viene Wyatt y lo hace una semana después. Entiendes rápido muchacho. — Dijo la señora alegre.
— ¿Qué tal si jugamos un poco? — Dijo Megan cuando llegaron a la cancha, tomando una pelota de Béisbol abandonada. Y Anderson agarró una rama para batear. Megan se puso al otro extremo y Wyatt también. La abuela se puso tras Anderson a atrapar la pelota.
— 1, 2, 3 Strike! — Wyatt gritó cuando la Abuela Esmeralda atrapó la pelota.
— Oye... Es que no es así. — Se quejó viéndolos mal. — Otra vez. —
— 1, 2, 3, Strike! —
— Ni siquiera estaba lista. — Se quejó viendo mal a Wyatt quien le hacía burla. —
— Strike.— Gritó otra vez, cuando Edward ni siquiera lanzó bien la pelota a propósito.
— Abuela no es justo, regaña a Edward está haciendo trampa. — Se quejó Anderson. Señalando a su compañero.
— Lilu, Edward está enfermo, puede hacer trampa. — Dijo Esmeralda riendo.
— Juguemos futbol americano, a ver cómo te va enfermo. — Lo miró mal Anderson a Edward.
— Te apuesto a que aún enfermo puedo ganarte. — Rio viéndola engreído, en realidad el llevaba puesto el cuello terapéutico para no forzar su cuello sin querer. Se formaron. Chicas contra chicos.
— Ahora. — Dijo su abuela y Megan le pasó la pelota de Béisbol a Anderson quien corrió con todas sus fuerzas al otro lado, pero siendo detenida por Wyatt en el camino mientras se la subía al hombro y anotaba aún con ella en su hombro.
— Abuela es trampa. — Señalo Megan enojada.
— Lilu, deberías aprender de los chicos has trampa también. — Anderson rio indignada. Luego Megan le susurró una estrategia que Anderson no entendía pero ella solo confió en su amiga e hizo eso.
— Ahora. — Gritó su abuela a falta de pito. Megan tenía la pelota y la lanzó a Anderson, cuando Wyatt venía a levantarla otra vez, se la lanzó a Megan a tiempo, y se colgó de él enrollando sus piernas a su alrededor causando que callera al suelo. Wyatt tenía tan cerca el rostro de Anderson que tenía el corazón en la boca.
— ¿Estás bien? — Preguntó preocupada. — ¿Te hice daño? — Él negó.
— Aún no. — Dijo con las pupilas dilatadas y respirando con dificultad. Luego puso una mano en su mejilla y sonrió. — Sí que eres una tramposa. — Dijo quitándosela de encima, pero sabía que Megan era la mente maestra por esa distracción, ella estaba al otro lado celebrando porque había anotado. — Abuela esa es trampa. — Señalo a Megan viéndola mal.
— No es culpa de Megan que no puedas quitar los ojos de mi nieta. — Dijo la Abuela Esmeralda riendo y Wyatt rio, ella lo había atrapado infraganti, no tenía nada en contra de eso, ella decía la verdad.
Voltearon a ver a Anderson y estaba sacudiéndose el polvo totalmente rosada de las mejillas por el deporte, y porque creía haber escuchado mal.
Toda la tarde se pasó entre risas y pequeños juegos.
— Esmeralda. — Llamó un vecino a la señora, el traía un plato en su mano. — Lo siento no creí que tuviera visitas. — Habló con un poco de vergüenza al ver el poco bocadillo con azúcar especial que había guardado a su vecina. — ¿Quiénes son? — Pregunto con curiosidad.— Son los amigos de Instituto de mi nieta Lilu. ¿La recuerdas? — El vecino asintió recordando a la pequeña. —Si este es Wyatt su novio, estos dos son sus mejores amigos. — Señalo a los otros y Anderson se volteó para que no notaran el rostro de incomodidad.
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El Demonio es un Ángel © ✔
Ficção Adolescente"Que lleve el nombre de un Demonio no quiere decir que lo sea." Anderson asiste a un instituto común en donde las apariencias engañan y también los alumnos. El chico malo y tóxico es mejor mantenerlo de lejos aunque luego sea imposible alejarte de...