7. No eres igual a... 💏 💙

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— ¿Es tu primera vez por aquí? — Pregunto Christoffer de la mano de Anderson. Ella asintió.

Se sentía totalmente feliz, pensó que Christoffer era un poco tonto, pero no lo era para nada, llevaba el hilo de la conversación a un extremo que no lo sentía pesado o incomodo, apreciaba que pudiera hablar sencillamente con él.

— Así es. — Sonrió ella totalmente anonadada por las luces de la ciudad en la que estaban, la idea de Christoffer fue llevarla en su auto a otra ciudad a un mirador y parque de diversiones. Iban más por el mirador mientras comían helado en la noche. — Pensé que me iba a sentir incómoda, pero no me siento así. — Negó ella sonriente. Luego Christoffer sonrió al ver sus labios parecía una pequeña.

Limpio con una servilleta los restos del limón, y luego la vio a los ojos, pidiéndole permiso para lo que iba a hacer. - Adelante. - Anderson sonrió a medias, y Christoffer se inclinó para darle un beso, era su primer beso, por el frio y el helado no sentía los labios, pero no era del todo incómodo. Sonrió cuando él se alejó saboreando sus labios.

— Sabes a Limón. — 

— Y tú a chocolate amargo. — Dijo ella evitando verlo directamente a los ojos, tenía miedo de su reacción.

— ¿Fue tu primer beso? — Asintió sonriente y con las mejillas rosadas, tanto por el beso como por el frio. — Me siento halagado. — Rió Christoffer nervioso, él nunca iba a decirlo, pero Anderson si lo tenía un poco loco.

— ¿Fue tan malo? — Christoffer negó y se inclinó a besarla fugazmente.

— Tus labios son perfectos, por eso besas bien. — Dijo riendo al ver como ella se ponía más roja de lo que ya estaba. — Ya lo digo en serio. — Dijo tomándola de la mano y siguieron caminando.

Este se acercó a un kiosco. Vio pequeños pendientes y compraría lo que siempre les compraba a las chicas, collares de corazón que se partían a la mitad.

— Quiero darte algo. — Dijo Chris acercándose al lugar. Apuntó al collar que le parecía igual de parecido, ridículo y corriente como los otros que había regalado al resto de chicas con las que quería acostarse. Anderson rio en cuanto lo vio. — ¿Qué? — Se rió por la mueca que Anderson le había hecho. — ¿No quieres uno? — Pregunto. Anderson negó apenada.

— Creo que es demasiado compartir un collar. — Dijo sencilla, pero vio una pulsera que llamó su atención. — Deme esa. — Le apuntó a la pulsera con unas perlas negras, y en el centro una azul. Sonrió cuando la tuvo en sus manos ella se la puso a Christoffer quien se sintió un poco incómodo, él era quien llenaba de regalos y pequeñas falsedades a las chicas no al revés.

Anderson sacó su billetera y no iba a decirle pero le parecía demasiado cara. Christoffer seguía en shock a su lado, y Anderson tomó su mano y le sonrió para seguir el paseo.

— ¿Por? — Quería preguntar por qué. Anderson sonrió.

— Me pareció que combinaba con tus ojos. — Dijo intentando parecer fría y Christoffer sonrió, definitivamente era como las demás siempre dándose cuenta de su atractivo físico, es más babeaban por él, sus ojos y su sonrisa. Tan patética como todas.

— Además tiene este símbolo de no es igual a... — Aquella sonrisa en Anderson hacía latir el corazón de Christoffer demasiado fuerte que le parecía hasta fastidioso. — Así que creo que es perfecto para ti. Eres especial, y no eres igual a nadie creo que deberías recordarlo más seguido, y cuando veas la pulsera lo harás. — Christoffer tragó fuerte. No quería pensarlo, pero tal vez Anderson era una jugadora, igual que él, y sabía jugar mejor que él ese tipo de juegos.

El Demonio es un Ángel © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora