Gracias por su voto 💖
Le tendió los cubiertos, y a él no le pareció tan malo luego de verla cenar con tranquilidad, supuso que no era el lugar sino más bien la compañía, se sentía a gusto.
— ¡Oye! Pequeña porquería. Espero que estés muerta y si no lo estás. — Un portazo se escuchó fuerte. Una mujer delgada apareció en la puerta. — Voy a estar arriba ocupada. — Sentenció, borracha su madre. Mientras subía con un tipo que no había visto nunca por ahí. Anderson se levantó a cerrar la puerta de la entrada y regresó a la mesa con Wyatt.
— ¿Esa es? — A Wyatt parecía que le habían dado un fuerte golpe bajo, se sentía aturdido, como si no pudiera respirar bien.
— Mi madre sí. — Asintió Anderson.
Luego que terminará de comer mucho antes que él lavo su plato, y espero a que él dijera algo, parecía que Wyatt tardaría porque la comida no bajaba bien a su estómago.
— ¿Ha cambiado la percepción que tienes de mi ahora? — Él asintió totalmente asombrado.
¿Cómo un ángel tan precioso vivía en un lugar así?
Ahora entendía porque ella prefirió llevarlo a él y no a su novio. No era porque lo quisiera más. Sino le tenía más confianza a él que a Christoffer, ella nunca haría nada para hacer sentir incomodo a alguien, pero sabía que él si comprendería la situación en la que ella estaba.
Luego de un rato que Wyatt disfrutará la comida muy lentamente, lavara su plato y ayudará a Anderson a limpiar la pequeña cocina, varios pasos se escucharon.
El hombre que entro con la mujer salió por la puerta no sin antes echarle un vistazo a Anderson. Wyatt se cruzó de brazos frunció el ceño viendo mal al tipo porque de alguna manera sabía lo que pensaba y no le agradaba nada.
— ¿Ya está hecha la comida? — Se escuchó un grito de molestia mientras Anderson servía un plato.
— Ya está. — Contesto Anderson, su madre al bajar con una bata mal puesta, mostrándose en ropa interior, observo a Wyatt de pies a cabeza, la mujer tenía un cigarro en la boca. — ¿Y este quién es? —
— Es un amigo. Él quería saber que tan orgullosa estabas de que las notas de tu hija fueran las mejores en el instituto. — Pregunto Anderson casi con un poco de burla.
— ¿Es así? — Enarco una ceja, la mujer tenía el maquillaje corrido. — Pues mira que bien, a ver cuándo decide suicidarse o largarse ese si sería todo un logró. — Sonrió la mujer de mala gana comiendo la comida que su hija la que consideraba no más que una bastarda había hecho.
— ¿Vas a aprender de tu madre y cobrarle por la noche también? Espero que al menos seas lista en eso, pequeña porquería. —
— No voy a cobrarle nada, es un amigo. — Suspiró Anderson tomando la mano de Wyatt para llevarlo a su habitación. Él pudo sentir las manos de Anderson heladas y temblando.
— ¿Así se les llama ahora? Mira mocoso. No sé qué te traes tú con esta bastarda, pero si la preñas te la llevas, no quiero a otro bastardo corriendo por la casa, ya cometí ese error una vez y no va a volver a ocurrir. — Lo vio mal. Wyatt tragó fuerte ni siquiera sabía que contestar a eso. Parecía que la garganta se le había secado, y todas esas malas palabras y comentarios groseros habían sido olvidados.
— Él no va a embarazarme es solo un amigo, y compórtate por favor. — Pidió Anderson al borde del colapso.
— ¿Qué me comporte? ¿Porque no desapareces mejor? Le harías un favor grandioso a tu madre por primera vez en la vida. — La miró mal su madre elevando la voz.
Anderson se puso frente a Wyatt sabía que su madre a veces arrojaba cosas cuando estaba enojada, solo siguió guiando a su mejor amigo a su cuarto para ponerlo a salvo, cuando llegaron a su habitación Wyatt suspiró pesadamente.
Pudo observar como la cama de Anderson estaba perfectamente ordenada. Tenía un cajón viejo y sobre este estaban los dos cascos, Anderson cerró con llave por si acaso su madre se le daba de hacer una locura, se sentó en la cama con Wyatt mientras este ponía su cabeza en su regazó y se cubría el rostro con ambas manos estaba muy furioso, sobre todo consigo mismo.
— ¿Es así todos los días? —
— Le pagaron, seguramente acaba de dar un viaje en su mundo y está de buen humor. — Wyatt suspiró totalmente tensó. Anderson acarició su cabello y eso le relajó sorprendiéndolo a él mismo.
— ¿Vives así desde los 12? —
— Desde los 12. — Admitió.
— ¿Por qué no te vas? —
— Al principio puse la excusa de que quería ayudarla, luego lo del instituto y eso de que no le alquilan un apartamento a un menor de edad. — Rio.
— Acabo de cumplir los 18 y podría mudarme. Pero no se... Soy la única persona que le tiene fe todavía supongo. — Admitió.
— ¿Y tu padre? —
— Supuestamente es un tal Esteban que viene a verla de vez en cuando, pero estoy segura de que no es él. — Suspiró Anderson.
— Encontré una foto guardada en una cartera que llevaba siempre, y es la de un convicto en una prisión en Detroit. — Rio Anderson ante la cara de horror de Wyatt.
— ¿Así que tu padre es un criminal? — Anderson asintió.
— En realidad mi abuela lo conoce y aquí entre nosotros tenía miedo de que yo me convirtiera en algo como él. En una ocasión la escuche hablando con un tío. — Anderson rio.
— ¿Qué decían? —
— Que mi padre es un psicópata o sociópata, no saben cual de los dos, pero la situación es que el tipo fue una mala persona, creen que podría ser hereditario. — Rio Anderson.
— Tú no le harías daño ni a una mosca. — Anderson rio.
— ¿Verdad? Además se que él es mi padre, tiene la misma nariz, ojos, y sus cejas se parecen mucho a las mías. Cabe mencionar que es muy guapo. — Wyatt rio.
— Bueno no me asombraría. — Ella carcajeó. — ¿Deberás no quieres mudarte? Yo podría conseguirte un apartamento en mí pisó. — Dijo finalmente.
— Incluso no me molestaría que te quedes en el mío por un tiempo. — Wyatt no iba a mentir que le preocupaba Anderson, su madre entraba con hombres a la casa que podrían hacerle daño a su hija.
— Aceptaré la oferta cuando consideré realmente necesario, pero igual gracias. — Dijo ella abrazándolo con fuerza. Wyatt no iba a dar a demostrar lo mucho que le había choqueado aquello y le sigue choqueando.
— Entonces la vez de la herida...— Se hizo la pregunta Wyatt.
— Mi madre. — Respondió Anderson.
Acostada con Wyatt jugando un juego en su celular, mientras Wyatt contestaba un par de mensajes y bloqueaba un par de números.
— Dice mi abuela que una vez cuando estaba de 3 años quería sacarme el corazón para venderlo a un traficante de órganos y conseguir drogas. — Rio Anderson, Wyatt no pudo pasar desapercibido lo perturbador de aquello.
— ¿Y cuándo se embarazó? —
— Mi abuela se acostaba horas tarde para ver que no intentará hacer una locura, aunque intentó abortarme varias veces, y se drogaba en ocasiones, los doctores suponían que nacería deforme, pero como ves, no me hace falta nada, soy muy sana, y supongo que esas oraciones a ese ser inexistente fueron contestadas. — Anderson sonrió.
— Los milagros si existen. — Pero Wyatt no entendía porque ella tenía que sufrir así. ¿Por qué no lloraba? ¿Acaso no le dolía lo que su madre decía? Estaba tan acostumbrada ya que eso no era nada.
— Creo que es hora de que te vayas. — Dijo cuando escucho la puerta del cuarto de su madre cerrarse, sabía que no saldría de ahí en un tiempo.
Ella bajó con Wyatt en el mayor silencio que pudo, se despidió con un beso en la mejilla. Un beso que Wyatt sintió quemar, arder y doler. Nunca se había arrepentido tanto en su vida por juzgar a alguien por su apariencia.
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El Demonio es un Ángel © ✔
Teen Fiction"Que lleve el nombre de un Demonio no quiere decir que lo sea." Anderson asiste a un instituto común en donde las apariencias engañan y también los alumnos. El chico malo y tóxico es mejor mantenerlo de lejos aunque luego sea imposible alejarte de...