13. Me alegra que no me tengas miedo.

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Anderson caminaba a pasó rápido creía que iba tarde a su clase. ¿La razón? Un raspón nuevo en su codo, no era exageradamente doloroso, pero lo suficiente como para haberla hecho llegar tarde al instituto, no le gustaba porque eso perjudicaría la media beca que tenía en el instituto.

No hubiera volteado a detenerse un instante en el parqueo del instituto sino fuera porque la cabellera negra agitándose con furia llamó su atención, se abalanzaba con un bate de béisbol sobre un Audi RS4 amarillo. Anderson tragó fuerte.

Observó la hora aún faltaban unos 15 minutos para su primera clase. Cubrió su cabeza con la capucha de su sudadera cuando se acercó a él lo suficiente.

—¿Te diviertes? — Fue lo primero que le pregunto. El chico enfurecido, golpeando los vidrios del auto y sobre el capo volteo a verla. Sonrió en cuanto la vio.

— ¿No tienes algo más que hacer? — Siguió con lo suyo y casi había visto a un chico correr y caer despavorido, con horror al ver al otro chico arremetiendo con violencia sobre el auto. Anderson rio un poco divertida.

— ¿Algo más que ver como destruyes un auto? Sí, eso creo, pero no todos los días se ve algo como esto. — Rió Anderson con ironía.

— Me divierto mucho, sí. — Dijo este con una sonrisa que cualquiera diría que era malévola.

— Pensé que habían cámaras. — Mencionó Anderson con indiferencia volteando a ver a los lados.

— No de este lado. — Habló con voz fuerte y ronca, estaba furioso. — Ese fue el error, aunque lo hubiera buscado por todos lados de todas maneras. —

— Pensé que solo eran rumores. —

— ¿Qué cosa? — Preguntó Cooper, bajando a romper el vidrio trasero, luego de romper los espejos retrovisores en los laterales, y a aboyar lo que podía.

— Que le rompas el auto a quien te enfurece. Pensé que eran solo rumores sobre todo por el auto que rompiste en una fiesta de Ángela. — Mencionó Anderson divertida y a la vez un poco preocupada.

—  Eso depende de qué tipo de auto, o camioneta estamos hablando porque no lo recuerdo. — Mencionó totalmente entretenido. Anderson supo entonces que el rumor sobre el esa parte del historial de violencia de Wyatt era cierto. Tal vez también era cierto que había arruinado el auto del director, quien sabe, no por nada tenía ese sobre nombre Lucifer.

— ¿Qué te hizo el dueño del auto? — Pregunto Anderson con repentina curiosidad, y con las manos en el bolsillo de su sudadera.

— Me botó en el centro y casi me pasa encima. — Dijo Wyatt mientras seguía golpeando el lateral izquierdo, luego volteó a ver curioso a Anderson. — ¿Qué no deberías detenerme? — La apuntó con el Bate, el ceño fruncido y el sudor en la piel de Wyatt le advertía a Anderson que estaba muy molesto.

— Es tu problema no el mío. — Murmuró Anderson riendo un poco. — Cada quien desahoga su ira de la manera que quiere. — Dijo sin dejar de sonreír. Wyatt le lanzó una patada más al auto, sobresaltando a Anderson, Wyatt carcajeó al ver su cara de horror.

— Necesito una maldita cerveza o coger con alguna morena o rubia para no matar al malnacido cuando lo vea. — Dijo intentando relajarse.

— Creo que no es bueno que bebas tan temprano en la mañana. Y creo que chicas con las que te acuestas te esperan dentro. — Dijo Anderson apuntando el instituto. — ¿Vienes? Creo que llegaremos a tiempo a clase de Literatura. —

— ¿Con tu noviecillo Miller? — Rió Wyatt cruzándose el bate y siguiéndola al instituto. Ella puso cara de asco y negó.

— No me gustan como Miller. — Negó Anderson con asco, Wyatt carcajeó.

El Demonio es un Ángel © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora