Cachitos De Mi Corazón

Mi llegada

En una mañana igual a ésta, gris, helada, yo nacía con el alma emocionada, con una sonrisa en mi boca en los suaves brazos de mamá.

Y al llegar

Al fin sabía de dónde procedía la voz que me arrullaba con amor.

Se me quedó viendo con mucho miedo, pues sabía que le pidieron una niña pues un bebé ya había y otro, a papá le desalentaría y tal vez todo el día con los amigos y la bebida se quejaría.

No me acarició, no me selló la frente con un beso cómo se hace cuando alguien nace, me hizo a un lado, como si yo fuera una gran piedra pesada y me dejó sin la mano de una madre cariñosa.

Al empezar a caminar me volví su sombra, le hablaba a todas horas, pero al no tener respuesta me convertí en un rabioso corcel, que corría por todos los universos, correteando cometas, coleccionando estrellas, apagando unas esplotando otras o aventarlas como bolas de escarcha, a planetas inundados de naturaleza y brincar de alegría cuando su maleza ardía.

Desajustar órbitas era mi costumbre donde vivían enormes soles, acumularle asteroides de colores vivos encendidos, a razas extrañas en sus jardines opulentos y para no recibir su furia me hundía en hoyos negros, trasladarme a otras dimensiones donde no me conocieran para hacer lo mismo.

Todo esto hacía al ser niño cuando no tenía la mano de papá , mamá ni de un amigo y hoy que he crecido

¡Cuánto lamento lo perdido!
¡El daño que un infante ha hecho!
¡De cuánto me he privado!
Y como anhelo un cariño sincero, duradero, que me trate como humano porque en esta tierra yo también valgo.

Y el amor que puedo dar es dulce, jamás amargo, más mi pedir es en vano y sentado en la soledad de mi camino, me quedó mirando el tiempo y veo el horizonte sin poder tomar una estrella bella, sin poder acariciar su luz, por lo viejo que está mi cuerpo porque ya no tiene fuerza aquel corcel y mamá desafortunadamente ya no está, para hacerla enojar o por lo menos por un segundo tenerla para que me pueda perdonar.

León

10 de enero 19. 10:10 am

Mamá cuando me dejastes en esa calle solitaria cuando era bebé, para alejarte de mi, no te solté por más que quisiste dejarme no pudiste, le nacieron fuerzas a este corcel y ya ves, yo no te abandone, me aferre a tu mano.
Hasta el último día de tu muerte.