A una mujer casada

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Dices que llenó tú vida
y mi luz te ilumina el día
y tú alma vibra en armonía, qué te pinto de arcoíris con las estrellas que hay en la lejanía.

¿Será cierto esto?

Porque de hecho soy imperioso, algunas veces siniestro y me consumen los celos a excesos extremos ¡Para serte honesto!

¡Cómo puedo creer que aún vivas con la ilusión de mi querer!

Extraños forcejeos tiene el amor, porque cuando a ti te da el sol, a mí una sombra me arrincona.
¡Me invade el dolor!
¡Y exprime el corazón! Amortajando la razón.

En las noches sin sueño al rememorarte urgo tú silueta dulzona y traviesa y aunque me empeño en olvidarte, en la sabana helada, emerges de la nada, en estatua esfumada transparente y sin miedo y te veo ondulando el cuerpo como figura de fuego ardiendo en el suelo, dorada de tonalidades ámbar y flamas de luz azulada.

Y me quedó sorprendido temblando de deseo cuando mi espíritu se desprende y te acaricia el aura, tratando de ser amoroso para ti.

Y se va la calma al ver que mi amor se derrama en mares y cascadas de lágrima.

¡Y sufro...! ¡Dolorosamente sucumbo!

Ante tu hermosa mirada y ciento que la vida se me acaba al saber, que sólo en las sombras por siempre te amaré.

León

17 marzo 17. 11:35 am

El sol dando en mi cara detras de la ventana.

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