Recuerdos

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Cuando ya no estés en Navidad y este poema se vuelva de verdad, a otro mundo irás acampar.

Te contaré lo que pienso va a pasar, llegarás a las manos de tu mamá, a compartir la sal con tu familia que sentías ya perdida.

Mi mundo se verá demacrado pues al no estar habrá espadas de fuego que calcinaran mi ego, pues no me humillara, llorar ante la divinidad del cielo.

Y en esa fatídica noche de la cual no quiero que llegue nunca, vendrás a rondarme como recuerdo y al mirar el árbol sin ningún regalo, llegará el pasado con una navaja afilada y aguda a hundirse y rememorar cuando estaban las cajas de regalos que dejabas a tus hijos y muy desesperados e inquietos estaban por abrirlos.

Nada estará prendido no tendrá caso, no estarás tú para alumbrar la hoguera de este hogar, la que animaba el festejo y en esa Nochebuena extrañaré tus ojos claros tal vez dormido o a lo mejor aburrido, porque dentro de todo no tendré tu amor en lo hondo de mi pecho.

El esmero que pondrás en la cena antes de tenerla, nos hará saborearla como si fuera la última que nos da la vida.

Y los coros Navideños que oirás con emoción, te animarán a bailar sin descanso, bajo Los tenues lazos de mis cansados brazos y cuando agotados terminemos de hacerlo, arrodillados ante el pesebre veremos un bebé atento que nos mirará con sonrisa muy alegre, recordándonos que no debemos de pelearnos.

Y así viviremos esa noche sublime como tú lo hacías, como tú nos educaste a tenerlo, con respeto y esmero.

Ahora, sí puedes mirar está lúgubre estancia, verás una Navidad hundida sin los detalles que adornen el momento, todo estará tal cual lo dejaste con una luz que ya se consumió. Pero la señora de esencia hermosa la añorara tu casa que con nostalgia se desmoronara cada día.

Y ahí quedará esa bella estampa, guardada en mi cerebro que quiero olvidar pero no puedo, la verdad me da tristeza.

Y dormitando en la estancia en mi mano una copa vacía, la última pues no tendrá interés elevar este momento y el vino que bebí sin sabor, nunca sabrás qué amargo lo sentí.

Nada parecido cuando andaba en el camino, con los amigos, de bohemio escribiendo versos para dártelos con un ramo de estrellas y un montón de besos, ahora que estoy sentado en la sala de tu vivienda sola y amargada.
Tal vez alguien por descuido recordará mi número para una llamada cerca de medianoche, dando un saludo por demás de compromiso que casi siempre será lo mismo:
¿-Hola viejo que haces-? ¿No tienes frío?
¡-Porque aquí donde vivo hace mucho-!
¡-Pero ya me compré un abrigo cúbrete no te vaya a dar un resfrío-!
¡-Que te la pases bien y no olvides que te quiero-!
¡-Que siempre te tengo en mi recuerdo-!
¡-Te dejo vamos a brindar por la cena que ellos ya me esperan-!
¡-Luego pasó a dar tu abrazo cierra bien la puerta-!
¡-No le abras a nadie y por favor no te duermas tarde-!
¡-Pues mañana que vaya no me abres-!

Y me quedaré con un sonido de teléfono que por un momento zumbo mi oído y dejó una felicitación sin sentido que lastimó muy profundo y sin querer se coló el frío.

Señora gruñona a donde te encuentres ven por un momento, dame tu mano, un beso, un abrazo para que me lleves a celebrar contigo esta Navidad que te añora y no te olvida de verdad.

León

23/dic/17. 11:06 am

Se lo di a leer a mi esposa, se me queda viendo con unos ojos serenos, como viendo un río que se pierde en el infinito.

Cachitos De Mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora