Tu partida

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Antes de que te vayas, quiero que guardes algunas palabras, en un rincón que tengas apagado en tu corazón.

Y cuando te acuerdes de mí, te des cuenta que el paso de tu vida por la mía, dejó una honda huella, que no la podré borrar por más que quiera.

Sé que estarás de visita en otras playas, transparentes, soleadas y muy lejanas de las cuales ningún día me será posible llegar.
Ya que no estoy contemplado para el mismo final.

Tienes la habilidad y el Don de acercarte al Señor, para enseñarte lo que a mí me faltó darte. ¡Hazlo...!
Con el aprenderás tantas cosas y dejarás de ser el eterno caminante.
Que todos veían mal y te pedían que detuvieras tu andar sólo por un día.

Pero debo señalarte con una lágrima en los ojos, que le di las gracias cuando llegaste a la tierra, con una reverencia y mi alma demacrada de tristeza se la entregue para que fueras una fuente inagotable de alegría, que inundara todo lo que vieras.

Siempre pensé que tu estancia sería muy larga, llena de triunfos y la alforja inundada de frutos.
Más te quieren de vuelta para dar a manos llenas tu alma, el aura y el dolor de este pardo poeta.

Y nunca olvides fuera de este planeta, que yo besé por primera vez con mis ojos tu hermosa tez y te cuide como mi hermoso bebé.

Que nunca volveré a tener parecías un muñeco abandonado en el desierto, de mi azarosa vida y al llegar volvió la luz que tenía perdida y volví a ser bueno a creer en ti, a sentir un Dios en el cielo, a elevar mi plegaria todas las mañanas y dar las gracias pues tenía al fin quién me acompañara, en mis correrías, en mis fechorías, con mi perro saltando lagos acampando para hurtar estrellas y se las dieras de sorpresa a tu mamá querida, en las primaveras donde el rocío brilla como lágrimas pequeñas y en sus noches de angustia pudiera respirarlas.

Un ramillete de rosas deslumbrantes, es lo que adornabas en su sedosa cabellera.

Aún recuerdo la vez que te arrulle en diciembre, cuando cantaban aleluyas al Señor,
al hacernos gracias nos emocionaba tu candor.
Y al colocarte al pie del pesebre parecías un ángel vestido de blanco con tu sonrisa de siempre y balbuceando frases incoherentes pero sabíamos que a tu modo nos decías, que nos amabas más allá de lo que tú pedías.

La Navidad se perdió en un ayer que no quiere volver, aparecerá en otro lugar donde un día con otro papá disfrutarás. Será en otra vida mucho mejor que está, donde no estaré para dañarte para no molestarte.

Pero ahora que la soledad regresa no quiero que te lleves una tristeza, a un lugar donde abunda la nobleza, llévate el amor que te envolvió desde que te vi nacer y la poca luz que le quedan a mis ojos, un abrazo fuerte para que ilumine tus ojazos, en esta noche que me tiene temblando por mi mala suerte.

Aún cuando diste tus primeros pasos tuve cuidado de no verte caer, te cargue de sueños y de besos que casi te quería comer, las veces que en las tardes de verano donde te sentaba a mi lado, para espiar el horizonte cuando se incendiaba, lo admiraba en los espejos de tu cara.

Te lleve de la mano por todos los caminos oscuros que ahora abundan y creciste cuál fuerte corcel y soltastes a este anciano para hacer de tu vida, lo que más te convenía.

Y esperé horas de nervios, todas las noches en vela detrás de la ventana con una amargura que nunca abandonaba y recibirte con el amor de un soñador, que te llevaba la cena y luego a la cama, a dormir con tanta hada bella.

Y ahora que no tengo la mano de tu madre para controlar todo este maldito infierno, que se me viene encima para decirte cuánto te quiero, cuánto extrañaré tu risa, con el corazón sufriendo.

Y te salve de muchos peligros que te puso la vida, combatimos juntos mano a mano, cuerpo a cuerpo y por supuesto salimos sudorosos y triunfantes pero con este mal que esta desolando a la humanidad, con este Dios que ha detenido mi fuerza y no me ha dejado ninguna destreza, para sacarte del hoyo dónde te has metido, de verdad te digo, con esto no puedo.

Creo que aquí se divide nuestro camino, tu por el sendero que te lleva a lo divino y yo caminando hacia lo más negro de mi destino.

Y a dónde llegues mándame el amor que se te olvidó darme.
¡Si en verdad quieres!
Lo tendré en el santuario de mi pecho que he adornado para ti.

Ahora te hundiras en otros lagos, correras como infante desaforado detrás de mi perro ya ido y cortarás estrellas para mandarlas a tu madre y deje de llorar por un tiempo y pueda olvidar tu partida por un momento.

Guarda niño mío el mejor abrazo, el beso más dulce de un padre que te quiso como nadie.

León

31 de agosto 17. 10:22 pm

Esta es la noche más triste que he tenido por escribir esto.

Cachitos De Mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora