R.P.G. El Despertar De Las Bestias.

CAPÍTULO 53

Capítulo LIII

Camino sangriento.

Todo el equipo de la patrulla bestial, de la cual formaban parte, estaban casi por llegar, cuando Arnoldo se fijó en sus reservas de repelente.

- Amigos se nos terminó el repelente. Ahora dependemos de la suerte -dijo Arnoldo desalentado.

- El pueblo nos queda a menos de media hora de aquí, quizás no nos topemos con nada -dijo Eris.

- Yo no le veo problema -dijo Raúl.

No pasó mucho tiempo cuando en el camino se vio una estampida de renos bestiales.

- Primero un montón de perros caballos y ahora una estampida de de renos. ¿Qué está pasando? -se preguntó Arnoldo.

Los agentes se prepararon para el ataque.

Cerca de ellos se veía una de las bestias más raras de nivel 2. Un enmascarado.

Los agentes atacaron a los renos bestiales, pero estos se movían de manera diferente. Ellos esquivaban los ataques y rodeaban a uno por uno.

- Estos no son renos bestia normales -dijo sorprendido Arnoldo.

Raúl observó al enmascarado que estaba moviéndose de manera sospechosa.

- El enmascarado parece estar dirigiendo a las bestias -comentó Raúl.

- Las bestias no deberían tener la inteligencia para hacer eso -dijo Arnoldo.

- He oído que los enmascarados imitan la inteligencia de los humanos que observan -explicó Roy.

- Debemos de concentrarnos en el entonces -dijo Arnoldo señalando al enmascarado.

Ady se acercó a él flotando, disparándole con su arma. El enmascarado lo esquivó y al mover la mano un moustr-ozo salió y la sujetó.

Eris le disparó justo en la cara del moustr-ozo.

— No me canso de decir que tú puntería es la mejor —dijo Arnoldo con asombro.

— Has mejorado mucho desde que empezaste —mencionó Raúl.

Ady se regresó y de manera valerosa Raúl fue a enfrentar al enmascarado.

El enmascarado tomó una distancia e hizo un movimiento con su brazo, el cual llamó a una bestia golem junto con varios moustr-ozos.

— ¡Te trajiste una bestia desde la neblina! Eres un desgraciado —se expresó Raúl.

Eris se preocupó por Raúl y corrió hacia él.

Raúl atacó usando su espada dandole poderosos choques en el tiempo exacto, causando cortes de gravedad en el. La bestia no podía ni defenderse por lo rápido que atacaba. Cuando terminó Raúl puso su mano en donde atacó y con una onda de choque lo despedazó el torso.

Eris llegó y se fijó que estaba sonando una alerta en su espada. Fue cuando recordó algo importante. Eris gritó:

— ¡Cuidado con...!

Raúl quitó la batería de su espada y la tuvo en su mano unos segundos, la arrojó hacia el enmascarado el cual le explotó antes de que tuviera oportunidad de esquivarlo.

— No soy el mismo que conociste. Ahora soy un guerrero capaz de salvar el mundo.

Eris se inspiró y sacó su subfusil con balas de punta de plasma y eliminó rápidamente a todos los moustr-ozos del lugar.

— Liberaremos este mundo de las bestias —dijo Eris con emocion.

Volvieron y sus otros compañeros estaban cansados por el gran montón de bestias que enfrentaron.

Eris tomó la vara del árbol, que era tan grande como un cetro y apuntó a la dirección de sus compañeros y gritó:

— ¡Compañeros levántense que la verdadera pelea no ha empezado!

Todos sus compañeros sintieron una gran cantidad de energía que energía en ellos y se levantaron a gritar.

— ¡No hay bestia que pueda con nosotros! —gritó Roy.

Todos se subieron a sus vehículos y se dirigieron al pueblo.

Ya habían llegado al pueblo.

El lugar parecía no haber sobrevivido al tercer despertar.

Pero era sospechosa la manera en que estaban acomodados los cadáveres, estaban en pilas despedazados mientras bestias ”repugnantes" con sus lenguas los saboreaba.

— ¿Qué clase de bestias harían algo así? —Se preguntó Arnoldo.

— Busquemos en los refugios por sobrevivientes —sugirió Raúl.

— ¿Recibimos llamadas de auxilio por radio de aquí? —se preguntó Eris.

— Esto no lo hizo una bestia. Debió ser alguien con mucho odio —dijo Mónica al ver el paisaje.

— Vayamos a investigar, estás bestias no nos atacarán —aseguró Arnoldo.