Lancé la chaqueta al suelo y le devolví el golpe a la mujerzuela esta, tomó impulso y me devolvió el golpe directo a las costillas, chillé, al segundo golpe le detuve la pierna y le clavé el codo, gritó, tomándome del cabello, me azotó en la pared, provocando un corte en mi ceja, me sostuvo contra la pared y presionó mi cuello.
— Mira perra, ese hombre es mío, más te vale que no vuelvas a buscarlo, no eres para nada su tipo. – estaba dejando de respirar cuando alguien la tomó del hombro y tiró fuerte de ella, la hizo caer a un lado, era Fernando, apenas alcanzó a detenerme, me sostuvo, miró a la chica, que le regresaba una mirada un poco aterrada.
— Estás en problemas, Kitty. – me sostuvo totalmente sobre sus brazos. — No te duermas.
— Estoy bien. – susurré, me subió a su camioneta, no sé a dónde condujo, pero no era al hospital porque no demoramos casi nada en llegar, estaba en shock, bajó de la camioneta y volvió a cargarme dentro de lo que parecía una casa, me recostó en el sofá, encendió la luz y buscó algo en una de las habitaciones. — ¿Fernando? – no me respondía, sacó un botiquín y se puso guantes de látex. — ¿Fernando? – me senté en el sofá, estaba mareada. — ¡Gibran! – no me respondió, se sentó frente a mí, intentaba curarme, pero lo evité. – Háblame, o no te voy a dejar hacer lo que quieres.
— Qué curioso, si no dejas de moverte no hablaré contigo. – tomé suavemente su mano.
— Lo siento.
— Ella pudo matarte Christina.
— Yo no le hice nada.
— ¡No debiste llegar! ¡Había sido muy claro contigo!
— No me importa, estás acostumbrado a que hagan lo que tú quieres, pero yo no soy así.
— ¿Ya te diste cuenta que Varela y Carrillo son iguales que yo o qué?
— Eres mejor que ellos, Gibran, me estaba volviendo loca porque no respondías el teléfono, quería verte, quería decirte que, me importas, te quiero, quiero estar contigo.
— No sabes lo que dices.
— Eres peligroso, y eso me gusta, me gustas tú. – me lancé a sus labios, de forma desesperada, ignoré los golpes y el dolor de costillas que tenía al respirar, él no hizo mucho por detenerme, terminé sentada sobre sus piernas mientras lo besaba, me quité la blusa y le quité la playera, seguí besándolo, se levantó conmigo en brazos.
— Tu hombro.
— Estoy bien, no te preocupes, ya te cargué hace rato ¿No te diste cuenta?
— ¿Eres de este planeta? – seguí besándolo, caminó conmigo hasta que entramos a una habitación, me recostó sobre la cama y se quitó el pantalón, yo hice lo mismo con los míos, se acostó a un lado de mí y siguió besándome por completo, bajó besando mis pechos y llegó al golpe que esa loca me había dado. – La castigaré por esto, lo prometo.
ESTÁS LEYENDO
𝗠𝗮𝗳𝗶𝗮 𝗟𝗼𝗴𝗶𝘀𝘁𝗶𝗰'𝘀: 𝗛𝗶𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗙𝗿𝗮𝘁𝗲𝗿𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱.
ActionLa paz no es un calificativo propio de la MAFIA, Isaac había logrado construir un imperio, el cual controlaba a su entero antojo, sin embargo, los precios a saldar son elevados, y él había pagado el más alto. LA FIRMA opera a placer gracias a IMPER...