La paz no es un calificativo propio de la MAFIA, Isaac había logrado construir un imperio, el cual controlaba a su entero antojo, sin embargo, los precios a saldar son elevados, y él había pagado el más alto.
LA FIRMA opera a placer gracias a IMPER...
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— ¿Quieres que te bese? — abrí los ojos y me topé con Edilson y Daniel, exhalé con pesar.
— Teníamos una cita ayer y no llegaste, tuve que bailar solo. — le digo a Daniel.
— ¿Cómo te sientes?
— No estoy seguro. — estiro la mano. — un tirón leve, no me quiero desarmar. – Edilson y Daniel me tomaron de las manos y me ayudaron a sentarme, me tomó unos minutos para aterrizar, una vez que mi cuerpo se oxigenó me puse de pie como si nada.
— Te traje tu traje para la boda de mis papás, o lo que sea ¿Se casarán de nuevo?
— No se vale cometer el mismo error dos veces. – dijo Daniel entre risas, yo también me reí, tiene razón.
— Gracias ¿Alguien sabe que vinieron acá?
— No, le dijimos a los que nos vieron salir que iríamos por una flor. – le solté un golpe, respingó sobándose el brazo. – pegas bien a pesar de que ayer pensamos que estabas en coma.
— Necesitaba calmarme, no se preocupen, estoy bien.
— Con amplia excepción de que tienes las pupilas dilatadas al 100%. – me miré en el espejo, exhalé con pesar al darme cuenta que era cierto.
— Pero es de día, Dany, me llevaré unos Ray Ban.
— ¿Crees que con eso baste?
— Va a tener que bastar, se me bajará en unas horas más.
— Me dijo Edi que chocaste con Varela.
— Es un cabrón hijo de puta, no sé si vaya a aguantarle sus chingaderas, me trata como si yo fuera un vil idiota.
— No es el único que lo piensa y lo sabes.
— Gracias. – dije con sarcasmo.
— Sabes que es mejor que sepan que eres incapaz de romper un plato, es por el bien de todos, de tu plan y pues, de la paz mundial. – suspiro. Entré a la ducha rápidamente y me vestí.
— Me cae gordo tu cabello ¿Sabes? – me dice Edilson.
— ¿Ahora hasta mi cabello te cae gordo? Estás loco.
— Es que mira, no tienes que peinarlo, el mío es muy rebelde, por eso dejo que se haga como se le dé la regalada gana.
— Es rebelde como el portador.
— Gib lo es más y mira su hermoso cabello de príncipe encantador.
— Bueno ya, nos vamos, dejaré mi coche acá, no puedo conducir. – ambos se miraron.
— Dijiste que estabas bien.
— Lo estoy, solo que mi reacción es lenta, al menos hasta que mis pupilas se queden en su tamaño normal ¿Me llevan? O les estorbo.
