CAPITULO LIII "FELINA SALVAJE"

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Ya que Edilson estaba siendo bien atendido por Divanny pensé que sería buena idea abandonarlo ahí con ella, dudo que lo deje solo, seguro tendrán demasiado sexo hoy como para recordar que no están en casa

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Ya que Edilson estaba siendo bien atendido por Divanny pensé que sería buena idea abandonarlo ahí con ella, dudo que lo deje solo, seguro tendrán demasiado sexo hoy como para recordar que no están en casa. Salí del lugar y abordé la camioneta, pensé, que, era buena idea arreglar unas cosas, eran las 2 de la mañana, así que mis felinos seguramente estarían en el kilómetro 85. Conduje hasta allá, había algunas carreras en curso, detuve la camioneta y miré a los lados.

— Fernando, el defensor de gatitas. – giré el cuello levemente.

— ¿Tienes ganas de molestar? – elevó las manos, seguí caminando y le quité el cigarrillo, la tomé del cuello y la azoté en la pared.

— He sido paciente contigo Kitty, mucho.

— ¿Qué querías que hiciera? En este lugar eres mío.

— No soy tuyo, ni de nadie, así que te voy a pedir un favor. – me detuve. – No, es una orden, si vuelves a acercarte a Christina, le hablas, la tocas, siquiera piensas en ella, tendrás un problema muy grande Braulia, sabes cómo arreglo mis problemas contigo. – sus labios temblaron. — ¿Entendiste? – le susurré.

— Si.

— Bien. – volví a susurrar.

— ¿Cogiste con ella, verdad?

— Cállate.

— ¿Te gusta?

— Dije que te calles.

— ¿Por qué ella? ¿Quién es? ¿Qué tiene que no tenga yo? – me giré nuevamente e incliné mi rostro para ponerlo muy cerca del de ella, le besé los labios.

— Sabes que no me gusta lo que cualquiera puede tener. – le di una palmada en la mejilla. – Cuida tu tono cuando hables conmigo, espero realmente que obedezcas Kitty, ya no tendré piedad contigo si me desobedeces. – volví a la camioneta, pasé por un local de comida para alcohólicos (que es muy buena, por cierto), y decidí que era muy buena idea ir a molestar a la razón por la cual no puedo dormir con tranquilidad por las noches. Me aseguré que el padre de Christina no estuviera en casa, trepé hasta su habitación con las hamburguesas y toqué su ventana. La vi levantarse, mirar un poco asustada y alumbrarme la cara con la luz de su teléfono. – Oye, harás que me caiga. – abrió la ventana. – Hola.

— Estás loco, son casi las tres de la mañana.

— Son hamburguesas del René Feliz.

— ¿René Feliz?

— Si, las que están cerca del kilómetro 86. – rodó los ojos.

— Es La Rana Feliz, Fernando.

— ¿Entonces por qué tienen un René gigante en el puesto?

— Porque René es una rana.

— ¿Y René no es feliz? ¿No está casado con la Peggy? Si no es feliz ¿Es mi culpa?

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2020 ⏰

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𝗠𝗮𝗳𝗶𝗮 𝗟𝗼𝗴𝗶𝘀𝘁𝗶𝗰'𝘀: 𝗛𝗶𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗙𝗿𝗮𝘁𝗲𝗿𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora