CAPITULO XXVIII "ARQUERO"

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Ver a mi madrina en ese estado no me dejó alternativa más que saltar

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Ver a mi madrina en ese estado no me dejó alternativa más que saltar.

— Madrina, no.

— Se va matar, Iván. – la detuve.

— No se preocupe, nosotros nos encargamos.

— Por favor. – le dijo a Rubén, ambos abordamos nuestro coche y le seguimos.

— ¿Qué hacemos Rubén?

— Pensé que tendrías un plan. – negué con la cabeza.

— Solo síguelo. – y lo hicimos por los primeros 5 minutos hasta que se dio cuenta, Rubén se puso al parejo que él.

— No lo diré dos veces. – le grité. – párate y vamos a platicar. – era obvio que no lo haría, se metió a la pista en sentido contrario.

— Es un cabrón. – dio el volantazo, sin embargo, Rubén no es un sujeto al que le guste dejar las cosas así; aceleró y evitó los coches siguiendo al futuro Káiser de la mafia tricolor.

— Nos vamos a matar Rubén, estás loco. – le dije, pero no le importó.

— Es un niñato, a mí no me va a ganar un mocoso al que vi en pañales. – si bien es cierto que Gib tiene un hermoso Camaro como el que gustaba mi padrino Isaac, el de mi hermano era un Porsche, que debería, en teoría, ser más rápido que el Camaro de Gib, pero no, no se notaba. Gib tomó un atajo que no vi posible saliendo en sentido natural a la siguiente pista.

— ¡Allá, Rubén, carajo! – el niño 1, mi enojado hermano, 0.

— Ese maldito demonio. – llegamos tarde a la pista con sentido natural y nos detuvimos en la orilla.

— No podemos volver sin él, Rubén.

— Es un cabrón, ¿Viste eso, Iván? Espero que si lo quieren matar vaya manejando, me ha torcido sin problemas.

— ¡Cállate y no digas pendejadas, Rubén! Súbete, tenemos que encontrarlo.

— ¿Dónde, Iv?

— Solo piensa Rub, tu hermano te acaba de decir que te mueras y eres un Palacios ¿Dónde crees que está?

— Buscando emborracharse.

— Eso.

— Lo vamos a encontrar fácil, tomando en cuenta que apenas recuerda Tequila, se parará en el primer bar que encuentre.

— Si, vamos, dudo que muchos por aquí tengan un Camaro color azul metálico con toques negros y rojos y rines cromados. – pues aunque el coche de Gibran Palacios era único en su especie, no fue tan fácil como pensé encontrarlo, fuimos de bar en bar hasta que una mesera nos dijo, a cambio de 500 pesos que un tipo joven y apuesto había bebido como un campeón y había salido por su propio pie y por si fuera poco, conducía de buena forma un Camaro hermoso y le había dejado el equivalente de la cuenta de propina. Medité un poco y después llegué a la conclusión de que iba al campo. — Ya sé a dónde va. – dije mientras instaba a Rubén a volver al coche.

𝗠𝗮𝗳𝗶𝗮 𝗟𝗼𝗴𝗶𝘀𝘁𝗶𝗰'𝘀: 𝗛𝗶𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗙𝗿𝗮𝘁𝗲𝗿𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora