El Jam&Roller se había convertido en el lugar al que todos iban luego de clases, por la tarde y al empezar a ocultarse el sol, la pista y la cafetería estaban repleta de gente, algunos se reunían para concluir con sus pendientes y la mayoría a patinar, algunos sentían tan relajante disfrutar de un licuado en su respectiva mesa, pero en esta ocasión lo único que podía escucharse eran murmullos por todos lados, chicos caminando de un lado a otro, no podías tener un momento tranquilo, no cuando en el lugar se encontraba tanta gente.
Pedro, mientras limpiaba unos vasos observaba a Nina a unos metros de él, sonrió al verla tan distraída ojeando algunos de sus tantos libros, el chico la veía casi todas las tardes después de clases, pero nunca se había atrevido a hablar con ella, o al menos intentar saludarla.
Nina lo conocía, pero eso no quitaba el hecho de que sí hablaran sentirían aquella sensación incómoda. Suspiró sin dejar se hacer su trabajo, quizá algún día le hablaría, quería hacer más que verla por las tardes, Nina le causaba tantas emociones incontrolables que por un momento el mismo llegó a asustarse.
Nunca se había enamorado pero al parecer ella había sido la única en causar esas sensaciones en él.
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Ámbar había estado sobre ruedas más de lo que acostumbraba, sentía una frustración sin saber por qué, lo único que quitaba aquel pequeño y misterioso malestar, era patinar. Pero esta vez, no había funcionado del todo, ya que al estar en los lockers y quitarse sus patines, pensó en lo mucho que le gustaría que su madre la viese patinar, pero Sharon no tenía tiempo para esas estupideces, como le había dicho una vez.
Emilia apareció en su campo de visión patinando a toda velocidad para poder llegar dónde su amiga. La chica, también sentía un malestar, sentía una especie de celos al ver a Benicio tan cerca de Ámbar, le dolía verlo con otra, y aún más si esa persona se trataba de su amiga, intentó negar que no podía enamorarse de Benicio, pero terminó odiándose al aceptarlo.
—¿Dónde está Benicio? —preguntó Ámbar.
—No lo sé, ya sabes que siempre intenta coquetear con Luna y ella ni le para bola —respondió Emilia.
—Lunita se hace la difícil con todos los chicos, no entiendo por qué quiere ocultar lo zorra que es, si todos los sabemos —bufó Ámbar.
—¿Cuándo haremos un plan? No soporto más ver como todos ven a Luna como si fuese oro —respondió Emilia poniendo los ojos en blanco.
—Pronto lo tendremos, Lunita no se quedará con todo como siempre, esta vez, ella saldrá perdiendo —contestó Ámbar, muy segura de sus palabras.
—¿Y cómo haremos eso? Hasta ahora no hemos hecho nada, estamos aquí de brazos cruzados mientras Luna está allá afuera con Matteo detrás de ella —Emilia cruzó de brazos, molesta.
—Allí lo tienes, Matteo será nuestra carnada, no te preocupes, todo saldrá tal y como lo planeemos —dijo Ámbar, y sonrió maliciosa.
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Matteo se adentró a la cafetería con sus patines perfectamente colocados, miró a su alrededor buscando algún rostro conocido, no conocía tan bien ese lugar pero le gustaba mucho patinar y le parecía la elección perfecta. Avanzó hacia la pista, hasta que un rostro familiar se interpuso en su camino deteniéndolo, confundido observó a Gastón viéndole serio, había hablado un par de veces con él, lo conocía por ser uno de los chicos populares del instituto.
—¿Necesitas algo? —preguntó el italiano haciendo que Gastón cruce de brazos.
—Escucha, hermano. ¿Ves a aquella hermosa chica de allá? —señaló el cordobés.
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¡Hey tú, perdedor!
Fanfic-¡Hey tú, perdedor! -exclamó Luna alzando su mano y captando la atención del castaño -¿Vos... Vos, me estás hablando a mí? -preguntó Matteo incrédulo -No veo a otro perdedor además de ti -respondió Luna sonriendo arrogante -Estoy cansado de qué me l...