¡Hey tú, perdedor!

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Luna POV

Llevábamos alrededor de tres horas esperando a que el dichoso maestro se dignase a aparecer, pero eso no era lo más importante ya que tampoco nos dejaban salir al menos a tener las últimas horas libres y eso era suficiente como para estar abrumada y aburrida, los audífonos no ayudaban tanto que digamos a dejar de oír los murmullos en todo el salón.

Me acomodé una vez más tratando de encontrar la posición correcta donde pudiese sentirme cómoda, aumenté el volumen dejando de escuchar al fin el grupo de chicas que tenía frente a mí, ellas hablaban animadamente y todas observando específicamente a Valentina Colón.

Presidenta del salón, medio popular, estúpida y un intento de egocéntrica, en pocas palabras todo lo que una tonta es, intentó entrar al grupo de animadoras pero no la aceptaron quién sabe por qué, aunque ella estaba entrando en la etapa de la popularidad, mis amigas y yo no nos preocupábamos por eso, ya que su popularidad no era tan grande como la nuestra.

—.... Será la mejor fiesta a la que asistirán todos, porque además...

La mención de fiesta fue como una alarma llamándome, ya que asistía a todas las fiestas de Buenos Aires, fruncí el ceño colocando pausa a la música electrónica que estaba por empezar, disimuladamente centré mi atención en las tontas que chillaban en el puesto delante de mí.

Había escuchado rumores de que se daría una fiesta pero jamás imaginé que sería en casa de Valentina, tampoco la puedo culpar, la rubia se ve tan desesperada haciendo lo que sea para ser un miembro más de las animadoras.

—¡Chicos! —llamó la rubia levantándose—. Mañana daré una fiesta súper genial en mi casa, todos están invitados y de verdad espero que asistan.

—¿Segura? —dudó un chico.

—Segurísima.

—Está bien —accedieron la mayoría.

Sonreí maliciosa cuando una idea se me acababa de ocurrir. ¿Qué tal arruinarle la fiesta a la perdedora esa? Sería fantástico y yo lo haría realidad, sólo necesitaba la ayuda de unas cuántas compañeras para que mi plan resultara afirmativo, después de todo no tenía nada más importante que hacer y crear un plan para mañana en un sábado por la noche estaría estupendo.

De repente, la imagen de mi madre se hizo presente en mi mente, estoy segura que si ella me viese creando algún plan en contra de una chicanla cual no me ha hecho nada estaría decepcionada de mí, como lo ha estado desde que nací. A veces me gustaría comprenderla, me encantaría saber la razón por la que me odia o es tan fría conmigo.

¿Qué le hice? ¿Es por la muerte de mi abuelo? No fue mi culpa... ¿O sí? ¡No lo sé! Ni siquiera tengo la menor idea de cuándo o por qué murió mi abuelo, lo único que recuerdo son los buenos momentos que viví junto a él cuando era una niña.

Observé a Matteo acercarse a mí con una gran sonrisa en el rostro, le devolví la sonrisa sin mostrar los dientes, siempre era así, el perdedor se acercaba a mí emocionado y con un humor impresionante y aunque no lo parezca ese buen humor se me pegaba siempre, sentía esa conexión entre los dos que lograba sacarme una sonrisa aunque todos mis días fuesen malos, quizá lo sentía sólo porque el chico me atraía y yo sabía que debía eliminar cada sentimiento hacia Matteo.

—Hola, Luna —rascó la nuca nervioso—. Me preguntaba si... ¿Irás a la fiesta de Valu?

—¿Valu? —repetí frunciendo el ceño.

—Valentina —añadió seguido de una sonrisa—. Yo iré y quería saber si tú también irás para... Ya sabes... Ir juntos.

Matteo estaba empeñado en invitarme a ser su acompañante para la fiesta, pero yo no me podía sacar de la cabeza que la había llamado Valu... ¿Desde cuándo se tienen confianza?