Las largas horas de clases al fin se habían acabado, algunos se dirigían a sus casas y otros como de costumbre, al Jam&Roller. Ámbar se colocó sus patines y se dirigió a su mansión a toda velocidad, no iría a la pista, el tema de hace tiempo aún la tenía intrigada.
Al entrar por el gran portón, redujo la velocidad, luego de quitarse sus patines entró observando la oscura mansión a su alrededor, no le parecía extraño ya que siempre estaba solitaria, en silencio y oscura.
Sharon odiaba abrir las cortinas, y eso molestaba a Ámbar, a veces se sentía como un maldito vampiro con miedo a salir al sol. Pero su madre era su madre, dueña legítima, la persona que la dio a luz, y está a cargo de ella, tantos adjetivos, tantas cosas con las que no podía hacer nada contra ella.
—¿Mamá? —preguntó insegura haciendo eco por toda la casa.
El sonido de unos tacones salió desde el despacho, sabía que Sharon se aproximaba y no se sentía para nada contenta con el tema, que por deber, debía sacar.
—Ámbar. ¿Qué pasa? Creí que estarías patinando y perdiendo el tiempo como siempre lo haces —dijo Sharon cruzando de brazos.
—No estoy de humor, mamá. No me puedo sacar de la cabeza lo que leí aquella noche —dijo Ámbar.
—¿Cuál tema? —preguntó y observó desconcertada a su hija.
—No te hagas la que no sabes, mis amigos no saben nada porque he decidido callar —siguió la rubia menor.
—Ámbar, te dije que ese tema quedaría olvidado, tuve que contarte todo porque tu maldita curiosidad tuvo que descubrir mis archivos, sino jamás te hubieras enterado de eso —exclamó Sharon, molesta.
—Mamá, lo que hiciste fue algo gravísimo. ¿No entiendes? Murieron muchas personas —exclamó Ámbar.
—¡No me importa! ¡Esas personas están muertas! ¡Todo eso sucedió hace muchísimo tiempo! —Sharon gritó frunciendo el ceño.
—¿Y eso qué? ¡Eso no cambia el hecho de que eres una asesina! —gritó Ámbar ganándose una bofetada de su madre.
—¡Jamás vuelvas a decirme así! Tendré que enseñarte a respetarme por las malas.
Ámbar salió corriendo hacia su cuarto, en las noches no podía dormir sabiendo que su madre era una asesina, y peor aún, tenía pesadillas dónde ella aparecía en toda esa tragedia, todo había sucedido hace tanto tiempo, pero Ámbar quería saber quién era aquel hombre que discutió con Sharon esa noche. Ella lo descubriría, tenga lo que tenga que hacer.
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Delfi llegó al instituto observando los pasillos solitarios, juntó sus manos en forma de nerviosismo las cuáles comenzaban a sudar, se sentía nerviosa y no por alguna otra cosa, sino por venir a la escuela un día sábado. El instituto se veía espeluznante cuando no se encontraban los alumnos y los tontos como Simón molestando.
Escuchó un ruido proveniente de un salón de clases, sintió que su corazón comenzó a latir a mil, tenía un poco de miedo, pero no le impidió que siguiera caminando hacia la oficina del director. El ruido comenzó a hacerse más grande, y la puerta se abrió de golpe, haciendo que se detenga en seco, y mire en esa dirección con los ojos bien abiertos. Del salón, salió una sombra oscura haciendo que la pelinegra grite a todo pulmón.
—¡Ahhh! —gritó Delfina con voz aguda.
—¡Ahhh! —gritó una voz grave masculina.
Los gritos de ambos se detuvieron en seco.
—¿Gastón?
—¿Delfi? —preguntaron al unísono.
—¿Qué haces acá? —inquirió la chica desconcertada.
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¡Hey tú, perdedor!
Fanfic-¡Hey tú, perdedor! -exclamó Luna alzando su mano y captando la atención del castaño -¿Vos... Vos, me estás hablando a mí? -preguntó Matteo incrédulo -No veo a otro perdedor además de ti -respondió Luna sonriendo arrogante -Estoy cansado de qué me l...