48| Charlar

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Luna POV

—¡Despertó!

Observé la pantalla de mi celular atónita, leí el mensaje que Matteo me había enviado repetidas veces, aún no podía creerlo, mi corazón palpitó desesperadamente, una extraña sensación de felicidad creció por todo mi cuerpo, escribí preguntándole si estaba completamente seguro, pero antes de enviarlo él me envió otro mensaje confirmándolo, pues sabía que le preguntaría.

Salté de la cama gritando eufórica, bajé las escaleras corriendo buscando con la mirada a mamá, no la encontré por ningún lado, me dirigí a la cocina en donde las sirvientas preparaban la cena tranquilamente, ellas charlaban entre sí, pero se callaron al verme, esta era otra cosa que debía reparar, incluso a ellas las había tratado mal en muchas ocasiones, caminé a paso lento hasta sentarme frente a ellas, ambas me daban la espalda, pero podía sentirlas tensas.

—¿Se le ofrece algo, señorita Luna?— preguntó Mónica

—No, sólo buscaba a mamá.

—Oh, debe estar en alguna parte de la mansión, dijo que debía buscar algunas cosas en privado— murmuró Amanda

Fruncí el ceño.

—¿Qué clase de cosas?

—No lo sé, le dije que nosotras podíamos hacerlo por ella, pero se negó, me parece que se trata de cosas privadas, de la familia, o algo así.

—¿De qué creen que sea?

—Muchas cosas, esta familia siempre ha escondido muchos secretos.

Mónica codeó a Amanda entre las costillas ganándose un quejido de parte de la otra, e inmediatamente mis pensamientos tomaron su comentario ofensivo, murmuraron algunas cosas entre ellas, pero yo ya estaba molesta.

—Amanda, eso fue atrevido. Si mi familia esconde secretos no tienen porque ser de tu incumbencia, es algo sumamente privado.

—Lo sentimos, señorita Luna— se disculpó Mónica

—Eso ya no importa, ¿acaso ustedes saben algo que yo no?

—Claro que no, sólo hemos visto y callado ante todo lo que sucede en la mansión, desde hace mucho tiempo atrás el señor Benson nos advirtió que lo que pasaba en su familia no debía estar en boca de todos, o sino él se haría cargo de nosotras, decidimos no tomarlo como una amenaza, pues sabíamos que tenía razón.

Me llené de curiosidad, ambas hablaban de una manera misteriosa, como si intentaran decirme algo pero al mismo tiempo no, algo así como un mensaje que yo debía descifrar, pero ahora todo estaba descubierto y ya sabía la mayoría de cosas, ambas me daban la espalda, y yo moría por ver sus rostros, me hice adelante levemente con demasiada curiosidad.

—¿Señor Benson? ¿Te refieres a mí papá?

—No, al señor Alfredo Benson.

Ah, claro, mi abuelo.

—¿Ustedes lo conocieron?

—Por supuesto, éramos sus empleadas de confianza, cuando eras una nena, él solía llevarte con él a todas partes, como siempre debía ocuparse del trabajo nosotras nos quedábamos a tu disposición— contestó Mónica

Sí, recuerdo que mamá me habló de algo parecido, que siempre habían dos empleadas que se hacían cargo de mí, pero jamás imaginé que podrían ser ellas.

—¿Qué están haciendo? No me gusta charlar con ustedes cuando me están dando la espalda— musité

—La señora Lily nos ordenó que hiciéramos un almuerzo especial este día, por eso debemos darnos prisa— murmuró Amanda

¡Hey tú, perdedor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora