40| Amenaza

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Emilia POV

Devastada; esa era la palabra correcta que podría definirme justo ahora, mis sentidos estaban fallando completamente, pensaba que en cualquier momento me desmayaría, y que mientras tenía los ojos cerrados podría dejar todo el cansancio mental aunque sea por unos segundos, quería eso, quería dormir y no despertar jamás, quería dejar el mundo hostil y cruel en el que había crecido, quería sentirme libre al menos por un momento, no importaba sí cuando llegase a despertar todo estaría como siempre de nuevo.

Desde que conocí a Valentina sentí una mala espina de ella, pero nunca se me ocurrió averiguar qué, quería triunfar, ser grande, quería sentirme bien conmigo misma, y maldigo el instante en que la ambición actuó por mi, y me sentía tan estúpida, utilizada e inútil, y principalmente lo último, siempre me había sentido inservible, y ese sentimiento era tan horrible que busqué desesperadamente una solución, y vaya error haberme metido con Valentina, me arrepiento tanto siquiera haberla conocido.

También me asustaba mucho la forma en que reaccioné de mi ceguera, estaba tan sumergida en el odio y rencor que cuando me di cuenta que estaba actuando mal, sentí como sí salí de la superficie finalmente, como si hubiera estado metida en aquel mar de malas vibras durante mucho tiempo, y ahora que había logrado salir, era indescriptible el sentimiento de culpa. Todo había comenzado con Ámbar, las dos odiábamos a Luna, a diferencia que a ella la rescataron a tiempo y a mí no, como siempre había sido.

Toda mi vida fue así, primero mis padres quienes no me dieron una buena enseñanza, los dos eran unos alcohólicos, luego en la escuela que se burlaban de mí, me hicieron bullyng durante muchos años, después de unos años mis padres murieron de una sobredosis, tuvieron que enviarme a un orfanato a los diez años, y también era un infierno con todas esas monjas, ellas me hacían limpiar los baños públicos, incluso una vez la más vieja de ellas se enojó conmigo y metió mi cabeza dentro de la taza del inodoro, mi corazón se rompía de sólo recordar, y cuando finalmente logré escapar me quedé viviendo en cualquier lugar, pagaba moteles con poco dinero, luego seguí pagando mis estudios porque estaba metida en cosas ilegales, verdaderamente pienso que la vida me ha tratado de la peor manera, y ya me cansé.

Mis ojos están rojos al igual que la nariz, me observo en el espejo del baño de mi habitación y simplemente veo a un monstruo, a alguien que no merece seguir viviendo, me odio a mí misma, ¡ni siquiera puedo verme a la cara de la vergüenza!. Dejo correr las lágrimas sin control, después de todo ya nada importa, allá afuera solté toda la verdad, debería prepararme para ser señalada, insultada y odiada por todos. ¿Qué más sigue en este maldito lugar? ¿Valentina va a matarme a mí también?. Me dolía mucho verme a mí misma tan destrozada a través del espejo, desearía seguir siendo una niña, lejos del dolor y de las preocupaciones.

—¿Qué sigues haciendo aquí, Emilia?— me dije a mí misma— ¿Qué haces en este lugar? ¿Para qué sigues aquí? ¿Con qué objetivo? Nada, sigues sola, fue una mala idea venir a Buenos Aires, pensaba que mi vida cambiaría aquí y sólo empeoró. Pero aunque regrese a México seguiré sola, y ya no quiero estar sola, ¡quiero que alguien me escuche! ¡Quiero dejar de estar sola! ¡Ya no quiero! ¡Ya no! La soledad ya no es bonita...

Y exploté, caí de rodillas mientras lloraba desconsoladamente, el rímel se había corrido y ahora todo mi rostro estaba manchado de negro, quería dejar de sufrir, dejar de sentir tanto dolor, quería cerrar los ojos y apoderarme del silencio, quería dejar de escuchar los sonidos del mundo. ¿Yo quería estar muerta? ¿Quería morirme? Porque la muerte era todo lo que yo quería sentir, una parte de mí quería quedarse en el mundo, ser alguien diferente, poder cambiar así como Ámbar, pero otra parte quería morirse totalmente.

—¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? ¿Morirme es la solución?— reí secamente— Nadie va a responderme, porque nadie sabe lo que siento sólo yo, y sí yo no puedo saber lo quiero, ¿cómo pueden saberlo los demás? ¿Cómo?

¡Hey tú, perdedor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora