¡Hey tú, perdedor!

49| ADN

Lily POV

Observé a mi hija abandonar la habitación dejándome con un extraño silencio, sólo podía oírse mi respiración entre cortada, miré de reojo la carta que María había escrito para mí pero la aparté rápidamente, una punzada de dolor cruzó por todos mis sentidos, no podía siquiera tocar algo que me recordara a ella, me dolía demasiado, para mí yo nunca tuve madre, incluso sentía que la cabeza me daba vueltas, miré el papel nuevamente y recordé.

«Estaba sentada en el living de la mansión, tan sólo tenía quince años, era apenas una nena adolescente, tecleaba mi celular enviándome mensajes con Bernie, ese chico sí que me traía loca en ese entonces, sonreí al leer su último mensaje, además era muy atento conmigo, en ese momento papá entró con un papel en sus manos, traía una pequeña sonrisa en su rostro, y cuando me vió negó con desaprobación.

—No sé que tanto hacés con ese celular— musitó

—Sólo estoy hablando con mis amigas— miré el papel—. ¿Qué es eso?

Papá miró la carta en sus manos y volvió a sonreír, era un pedazo de papel muy viejo y amarillento, se acercó a mí con un aire nervioso, se veía muy nervioso, dudó por unos segundos y luego habló:

—Es la carta que tu madre dejó para vos, Lily.

Su afirmación fue como un balde de agua fría cayendo en mi cuerpo, ¿mi madre? ¿Enserio? Durante años pensé que ella estaba muerta para mí, que me había olvidado o abandonado, pensé miles de cosas en contra de ella, nunca afirmé que tuviese una madre, solía decir que sólo tenía papá, porque en efecto, era un tema muy delicado para mí, me dolía mucho el hecho de nunca haber tenido una madre conmigo, por eso me había cegado del dolor con respecto a ese tema.

Levanté la mirada hacia él, una oscura, cargada de rabia y dolor, negué con la cabeza hacia él.

—Yo no tengo mamá.

Papá me miró dolido.

—Lily, tu madre te amó, siempre, a ella le dolió mucho tener que morir, porque no estaría con vos, a...

—¡No digas su nombre! ¡No quiero saberlo!— exclamé levantándome bruscamente—. Esa mujer no es nada mío, nunca la conocí, jamás, no tenemos ningún vínculo que nos una.

—Lily, es la mujer que te trajo al mundo.

—Y hasta ahí, me trajo al mundo pero se fue y jamás volvió.

—Pero dejó esta carta para vos, quería que la leyeras cuando fueras grande, y ahora lo estás mi vida.

Negué nuevamente.

—¿Una carta? ¿De verdad?— pregunté furiosa—. Un maldito papel no le hace nada a quince años de soledad, padre.

—¡Yo he estado con vos todo este tiempo!

—¡Pero necesitaba a una madre! Siempre la necesité— volví a negar—. No, claro que no, yo no necesito a una madre, nunca la necesité, mi vida está perfecta así.

Papá me miró preocupado y se levantó, se acercó a mí y me tomó de las manos, su contacto me estremeció.

—Dale una oportunidad— susurró—. Ella no se fue porque quiso, al contrario, habrías tenido a una excelente madre, ella era tan perfecta.