Este libro compila algunos momentos Hiccstrid que me hubieran gustado enormemente ver en RTTE, porque aunque amo la serie admito que dejo muchos vacíos emocionales hiccstrid en mí.
Cómo verán más adelante los capítulos llevan un orden cronológico...
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POV NARRADOR
Conforme las llamas se consumían la gente volvía a sus casas, solo los jinetes se quedaban ahí.
-Astrid yo...- tartamudeaba Patapez
-Está bien, gracias- le dijo ella sonriéndole
-Rubia, yo...Oh Thor ven aquí- Brutilda mientras sin aviso sorprendía a Astrid con un abrazo, Astrid se quedó con los ojos abiertos apenas pudiendo responder al abrazo
-Abrazo de consuelo grupal- dijo en un llanto casi inconsolable Brutacio mientras se unía al abrazo y Patán y Patapez también lo hacían.
-Gracias chicos, en verdad- les agradeció
-Bien chicos, necesitamos descansar, mañana tenemos cosas que hacer- ordenó el jefe y todos comenzaron a desplegarse
-No se tu hermana, pero la depresión me da hambre- decía en vuelo Tacio
-Hermano, a mi todos los estados de ánimo me dan hambre- le respondió su hermana
-Tienes un punto- admitió mientras volaban al Gran Salón, Patapez se iba con sus padres y lo mismo hacia Patán.
-También ve a descansar- le dijo Astrid a Hipo
-Bien, pues vamos- la ojiazul le dio una mirada intrigada –vas a dormir en mi casa- le explicó
-No, no quiero molestarte más y mucho menos a tu padre... dormiré en la academia, tranquilo estaré bien-
-Oye, uno no es molestia y dos, estoy seguro de que mi padre te quiere más a ti que a mí- bromeo, en parte, porque si algo era cierto, era que Estoico siempre ha admirado y querido a esa niña, y desde que se volvió tan cercana a su hijo, la ha tratado como una más de la familia –Hofferson no me hagas obligarte-
-Bien, pero pido el sofá- le dijo mientras ambos montaban a sus dragones
-Tendrás que ganarlo en una carrera- la retó Hipo mientras apresuradamente salía en el maestro de la velocidad Chimuelo
-Eso es trampa ¡¡- gritaba la chica mientras lo seguía de cerca
Chimuelo lógicamente ganó, aunque no por mucho, Tormenta en estos años había ganado una velocidad impresionante
-Haddock eres un tramposo- se quejó de mala gana
-Y tu una mala perdedora M'Lady- se burlaba –así que como la perdedora que eres, te toca la cama- se acercó a Tormenta –y como la dragona de la perdedora te toca la roca de Chimuelo-
A Chimuelo quien tenía una sonrisa melosa y victoriosa se le borro cuando se enteró que esa noche, le tocaba el suelo, y entonces gruñó con los ojos en blanco.
-Tranquilo- le decía la rubia sonriendo y rascando su barbilla –Tormenta disfruta dormir afuera, supongo que tu establo privado nos caería mejor- Chimuelo estaba encantado por el cariño de Astrid y definitivamente más de saber que tendría su roca.
Después de dejar a Tormenta en su establo y darle de cenar, Chimuelo corrió a su antigua piedra prendió fuego, dio un par de vueltas y se dispuso a dormir. Ambos jinetes rieron de ternura con ese dragón, podría ser la especia más temida, pero en realidad cuando lo conocías te percatabas que no había más que un cachorro encerrado en un dragón.
-No tengo mucho que te pueda quedar- decía Hipo mientras esculcaba entre sus cajones –bingo, vieja camisa adolescente... quizá- decía mientras la ponía frente a Astrid como midiendo las proporciones
-¿Eras tan delgado?- se burlaba ella
-Oye, no deje de ser una espina de pescado hasta que la madurez se dignó a venir a mí- decía sarcástico el chico
-Oh ¿acaso ya llegó?- continuaba el juego la ojiazul, tenía mucho pesar y dolor, y era consciente de eso, pero el humor le caía como agua tibia al cuerpo.
-Muy graciosa Astrid, muy graciosa- le decía entregándole la camisa –descansa- le dijo saliendo –tu también dragón perezoso- Chimuelo solo se movió un poco y volvió a dormir –cualquier cosa, estoy abajo-
-Hipo... gracias, por todo, no sé cómo hubiera tolerado esto sin ti- el ojiverde no pudo resistirse, se acercó nuevamente a ella y sin permiso besó su frente
-Sabes que estoy para ti... ahora duerme, fue un día largo- ella le regalo una apenada pero hermosa sonrisa y el salió de la habitación.
No importaba cuanto Astrid girará en la cama, no podía conciliar el sueño, recuerdos de sus padres se presentaban cada que cerraba los ojos, sus pensamientos se dirigían al hecho de lo mucho que pudo hacer para protegerlos, ella debió estar ahí, el asunto con Dagur era algo que le competía a ella y a los jinetes, sin embargo el cobarde desquito su furia con un pueblo inocente, y ella pudo evitarlo.
Las horas pasaron y pasaron, su cuerpo estaba cansado y exigía dormir, pero su mente no se lo permitía, de repente comenzó a sentir que su cuerpo no estaba absorbiendo suficiente aire, se puso sus botas se envolvió en la manta de la cama de Hipo y bajó, pasando por la sala vio al castaño profundamente dormido.
Abrió lentamente la puerta y comenzó a respirar tratando de absorber todo el aire posible.
-¿No puedes dormir?- le dijo una voz gruesa que recién llegaba del Gran Salón
-No, ni un poco- confesó la chica mientras se sentaba en el escalón de la entrada
-No puedes dejar de pensar en que pudiste hacer para evitar el ataque- le decía mientras se sentaba a su lado -No podías hacer nada, lo sabes-
-Mi mente lo sabe, pero mi corazón no quiere entenderlo-
-Te sigues culpando a ti misma ¿eh?... conozco la sensación somos guerreros, tu y yo,juramos protegerlos-
-¿Cómo hago para dejar de sentirlo?- le preguntó cabizbaja Astrid mientras suspiraba
-No se puede... imposible, así que contrólalo recuérdalo y haz todo lo que puedas para asegurarte de no volver a sentirlo-
-Jefe... ¿Cómo murieron?- Astrid no quería seguir con esa duda, necesitaba saberlo
-Tu padre estaba en la batalla, un guerrero de su talla no podía estar en otro lugar...- le decía orgulloso de su difunto amigo –cuando una catapulta llegó a tu casa le hizo un daño severo así que el corrió a ver que tu madre hubiera salido a tiempo, justo cuando el llego, como mala broma de los dioses una segunda roca en llamas cayó sobre la casa... y bueno, el resto es historia- Astrid trago saliva, no dejaba de pensar en el temor y sufrimiento que debieron sentir, sobre todo su madre, una mujer de paz antes de morir –quédate con lo bueno de tus padres y bendice su recuerdo- le dijo Estoico mientras se ponía de pie –adelante- le invitaba a pasar
-Solo quiero tomar un poco de aire, gracias jefe y disculpe la intromisión-
-Niña, tu eres de esta familia, si necesitas corro a Hipo permanentemente- se burló Estoico mientras Astrid respondía con una silenciosa risa –o si estas mas cómoda, cuenta que a tu regreso la próxima vez, tu cabaña reconstruida estará esperándote-
-Eso suena demasiado bien, gracias- Estoico asintió y se dispuso a ir a dormir.
La mañana siguiente Astrid deóo que su dolor se convirtiera en un objetivo, protegería Berk, pero no podía quedarse, su hogar, su misión y su corazón estaban en la Orilla del Dragón, pero había otra manera, y por primera vez, se creó un equipo de respaldo, el equipo A, jinetes entrenados por la propia Astrid para cuidar de Berk.
Serían efectivos, en ese momento y en muchos otros más.