OS 97. Perdida eternidad

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POV NARRADOR

Hipo acariciaba suavemente su frente repasando con las yemas de su dedo alrededor de su herida, mientras reposaba acomodada en su cabaña, cubierta por varias mantas y un par de pieles blancas, él esperaba paciente a que despertara mientras Patapez ya volaba en dirección a Berk.

Hipo ya  comenzaba a hacerse de sus sospechas del por que Astrid había actuado así, pero por ahora solo se limitó a esperar.

Un leve quejido de la ojiazul le hizo saber que estaba despertando, dibujó una sonrisa de lado cuando al fin abrió los ojos y los cerró para volverlos a abrir y despertar bien, pero en cuanto los abrió bien y vio el rostro de Hipo de golpe retrocedió y se pegó a la cabecera de la cama alejándose todo lo posible del castaño

-Shhh... tranquila- le dijo sereno el castaño Astrid entonces desvió su mirada a dos dragones que la miraban atentos -tranquila estas a salvo-

Astrid se puso rápidamente de pie retrocediendo en la habitación revisando cada centímetro del lugar con su mirada hasta que encontró lo que buscaba... un arma

-No me reconoce a mi, pero si se acuerda del hacha- se quejó con los ojos en blanco Hipo cuando Astrid apuntó con dicha arma

-¿En donde estoy?- le preguntó sin dejar de apuntarle

-En tu hogar- le dijo calmado Hipo –As... dime que recuerdas- Astrid negó -¿Por qué te referiste a Viggo como papá?-

-Porque es quien es... y tú eres nuestro enemigo- Hipo dibujó una sonrisa de lado y negó

-Jugar con la mente de una persona herida es demasiado, incluso para Viggo- negó en reproche volviendo la mirada a la ojiazul. Astrid terminó perdida en el verde bosque de su mirada, sin darse cuenta comenzó a sentirse llena de familiaridad con aquel mirar y desde que despertó después de aquel golpe... por primera vez se sintió segura, pero entonces recordó las palabras de Viggo y volvió a tomar aire

-Tu eres el enemigo- le reclamó

-Astr...-

-Emm, una disculpa- dijo entrando de repente Brutacio -pero ¿no han visto por aquí a Pio Dos?- Astrid aprovechó aquella distracción golpeando a Brutacio y dejándolo inconsciente en el suelo para salir corriendo por la puerta. Bajó a la planta baja y se encontró con una bolsa entreabierta, ahí estaban, las lentes como las que su papá le había mostrado y que le dijo que el jinete había robado y sin más la tomó.

Cuando salió casi estuvo tentada a detenerse al ver lo que tenía enfrente, más dragones que la miraban con familiaridad, uno pequeño blanco que se le acercaba interesado en ella, Astrid se alejó rápidamente para seguir corriendo mientras Smidvarg la miraba confundido.

Rápidamente tomó rumbo hacia el bosque detrás de su cabaña tratando de huir, saltó un par de troncos y continuó corriendo hasta que de la nada sintió sus pies despegarse del suelo

Hiccstrid: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora