Este libro compila algunos momentos Hiccstrid que me hubieran gustado enormemente ver en RTTE, porque aunque amo la serie admito que dejo muchos vacíos emocionales hiccstrid en mí.
Cómo verán más adelante los capítulos llevan un orden cronológico...
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POV NARRADOR
Las espinas de Tormenta fueron las primeras en llamar la atención de los Forvist, antes de que el otro dragón hiciera volar por los aires a un par de ellos.
Ataques perfectamente coordinados se veían en el suelo que poco a poco hacían que los números de los Forvist bajaran, pero no lo suficiente, ellos aun no hacían las paces con los dragones, ellos sabían como sobrevivir a un ataque.
Las flechas no tardaron en llegar, todas dirigidas al cielo, pero nunca en su objetivo, a diferencia de las espinas de una Tormenta molesta que daban todas y cada una de ellas en su destino.
El jefe de los Forvist miraba desde su embarcación aquel ataque, frio mas que el propio hielo, camino a paso firme hacia la proa del barco.
-Muevete- le ordeno a uno de ellos y cargo el arpón que usaban para cazar dragones marinos, lo puso en la ballesta y miró atentamente la dirección de su enemigo, sonrío de lado y disparó.
-NOOOOO- gritó Astrid cuando lo inevitable pasó, Tormenta fue rozada por el arpón perdiendo el equilibrio y haciéndolos caer.
El golpe del arpón fue tan fuerte que los tres terminaron cayendo en el bosque de la isla, a Astrid le tomó una milésima de segundo recuperarse de la caída, nisiquiera comprobó si ella misma estaba bien.
-¿Tormenta?- dijo corriendo a ella, su pata, estaba lastimada –tranquila nena, Hipo la sanará en un instante- le murmuró acariciando su cabeza cerrando sus ojos evitando ver la herida, odiaba ver a su dragona lastimada.
-Vendrán a buscarnos- le dijo Estoico que miraba atento a la entrada del bosque.
-Ptss- escucharon a sus espaldas –por aquí- Estoico asintió y comenzó a caminar
-Espere...-
-Es Marius, podemos confiar en él- la tranquilizo el jefe de Berk –Tormenta, un último esfuerzo linda- le pidió a la dragona.
La dragona, terca y fuerte como su jinete logró ponerse de pie y cojear hasta la cueva, Astrid miró a su alrededor, decenas de mercaderes esperaban ocultos a que el ataque pasara dentro de la cueva, Tormenta se tumbó al lado de Astrid, ella solo miraba atenta.
-Hemos pasado semanas así- le confesó el retirado vikingo –ellos atracando nuestros productos, espantando a nuestros clientes y lastimando a aquel que ponga resistencia –no me retiré de la guerra y me hice mercader para esto... ninguno de nosotros lo hicimos...- confesó con un suspiro
***
-Y entonces, dos toboganes que vayan de la puerta de la entrada al mar- continuaba enlistando Brutilda
-Me gusta, me gusta, la estuata de Loki a la derecha y la estuata de papá a la izquierda-
-Y en la entrada una "S"- completó ilusionado Patán