OS 119. La ultima guardia (Part III)

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POV NARRADOR 

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POV NARRADOR 

Las espinas de Tormenta fueron las primeras en llamar la atención de los Forvist, antes de que el otro dragón hiciera volar por los aires a un par de ellos.

Ataques perfectamente coordinados se veían en el suelo que poco a poco hacían que los números de los Forvist bajaran, pero no lo suficiente, ellos aun no hacían las paces con los dragones, ellos sabían como sobrevivir a un ataque.

Las flechas no tardaron en llegar, todas dirigidas al cielo, pero nunca en su objetivo, a diferencia de las espinas de una Tormenta molesta que daban todas y cada una de ellas en su destino.

El jefe de los Forvist miraba desde su embarcación aquel ataque, frio mas que el propio hielo, camino a paso firme hacia la proa del barco.

-Muevete- le ordeno a uno de ellos y cargo el arpón que usaban para cazar dragones marinos, lo puso en la ballesta y miró atentamente la dirección de su enemigo, sonrío de lado y disparó.

-NOOOOO- gritó Astrid cuando lo inevitable pasó, Tormenta fue rozada por el arpón perdiendo el equilibrio y haciéndolos caer.

El golpe del arpón fue tan fuerte que los tres terminaron cayendo en el bosque de la isla, a Astrid le tomó una milésima de segundo recuperarse de la caída, nisiquiera comprobó si ella misma estaba bien.

-¿Tormenta?- dijo corriendo a ella, su pata, estaba lastimada –tranquila nena, Hipo la sanará en un instante- le murmuró acariciando su cabeza cerrando sus ojos evitando ver la herida, odiaba ver a su dragona lastimada.

-Vendrán a buscarnos- le dijo Estoico que miraba atento a la entrada del bosque.

-Ptss- escucharon a sus espaldas –por aquí- Estoico asintió y comenzó a caminar

-Espere...-

-Es Marius, podemos confiar en él- la tranquilizo el jefe de Berk –Tormenta, un último esfuerzo linda- le pidió a la dragona.

La dragona, terca y fuerte como su jinete logró ponerse de pie y cojear hasta la cueva, Astrid miró a su alrededor, decenas de mercaderes esperaban ocultos a que el ataque pasara dentro de la cueva, Tormenta se tumbó al lado de Astrid, ella solo miraba atenta.

-Hemos pasado semanas así- le confesó el retirado vikingo –ellos atracando nuestros productos, espantando a nuestros clientes y lastimando a aquel que ponga resistencia –no me retiré de la guerra y me hice mercader para esto... ninguno de nosotros lo hicimos...- confesó con un suspiro

***

-Y entonces, dos toboganes que vayan de la puerta de la entrada al mar- continuaba enlistando Brutilda

-Me gusta, me gusta, la estuata de Loki a la derecha y la estuata de papá a la izquierda-

-Y en la entrada una "S"- completó ilusionado Patán

Hiccstrid: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora