La voz de la maestra se escuchaba en el fondo, yo estaba en una especie de pensamiento profundo. Sentía más que un deseo una necesidad de estar con alguien y no como pareja sino como distracción sexual. Por primera vez en la vida conmigo misma no me era suficiente. Es raro. Debo buscar a alguien. ¿Pero quién?
Estoy en construcción de una lista mental con posibles opciones.
1- Damien. Podría ser, pero últimamente su muy delicada novia lo solicita demasiado.
2- Todos en esta escuela están descartados. Son adolescentes, inexpertos e indiscretos.
-3 Profesores. Todos son viejos amargados y raros.(No, no cuento con la suerte de rayita). Yo también soy rara, pero ellos son raros en el sentido de que no me atraen para nada. Me da escalofríos de tan solo imaginarme con un profesor.
3- Quedaría conocer a alguien. ¿Cómo? En una fiesta sería una gran opción excepto por las siguientes variables:
A) No puedo salir de casa y no soy muy buena para escaparme.
B) No es muy seguro involucrarse sexualmente con desconocidos, no quiero una enfermedad. Soy atrevida, pero no estúpida.
Todo queda descartado y como única opción sigue quedando Damien.
Exhale con fuerza y volví a poner atención en la clase, pero de inmediato se escuchó el timbre. Recogía lentamente mis cosas mientras los demás corrían como si fueran a cerrar la puerta, son tan estúpidos.
-Gaby, estás muy silenciosa. ¿Sucede algo? -Rafaela levantó sus lentes y camino rápidamente a mi derecha.
-¿Ela, cuándo he hablado mucho?
-Nunca.
-Eso pensé, por si acaso ¿Quieres decirme algo? -La noté un poco extraña y nerviosa.
-De hecho sí, hoy estaré en tu casa porque mis padres no estarán y mi mamá le dijo a la tuya si podía quedarme allá.
-Ah, genial.- No era lo que esperaba, sé que está ocultando algo, pero no tengo tiempo... Corrección: interés en investigar los misterios de Rafaela.
-Vaya, se nota el entusiasmo que tienes en recibir a tu amiga. -Contaba las veces que levantaba sus lentes y miraba al suelo.
-Rafaela, tú y yo no somos amigas, solo compañeras. -Es algo que me gusta aclarar siempre, no tengo amigas, no entiendo el sentido ni la necesidad de tener una. Además una amiga es alguien a quién le puedes confiar todo y yo no confío en nadie.
-Tú y tus bromas. No somos amigas, entonces somos novias.- Rafaela, creo que Ella es alguien demasiado dulce como para estar junto a mí, tiene la mentalidad de una chica de alguna tonta serie juvenil. Obviamente le he contado dos o tres cosas pero todas sin importancia.
Sabe que es un señuelo por si algún día tengo que desviar mi camino, le dije que estaba viendo a alguien, pero luego le dije que era mentira para que lo olvidara y el resto acerca de mí no lo sabe.
-No, Rafaela.
-Ok, olvídalo, no somos amigas. Sigue con tus extraños comportamientos.
Al salir de la escuela mamá estaba esperándonos en la puerta. Ya en el auto de camino a casa, Damien me escribió un mensaje. Era un chiste tan malo que hizo que me riera, Rafaela alzaba la vista intentado ver lo que escribía y entonces apagué la pantalla.
-¿Qué estabas viendo? -Me preguntó cómo si estuviera obligada a contestar.
-Eso no es de tu incumbencia.- Le contesté en voz baja para que mamá no escuchará. Rafaela se alejó un poco y cruzó los brazos.
-¿Qué está pasando allá atrás?
Preguntó mamá mirando por el retrovisor.-No para nada, señora. -Respondió Ela con una falsa sonrisa.
Quince minutos después llegamos a casa, almorzamos en silencio y pensé que Rafaela se quedaría en la sala pero me persiguió hasta la habitación. La dejé entrar porque no soy tan mala.
Entré a la ducha, tenía otros planes, pero tuve que cancelarlos porque tenía visita, además de Andrés estaba Ela.
Me duché y me vestí frente a Ela, se sintió raro que me viera tanto. Estaba lista para estudiar porque tendría exámen de química. Lo intentaba pero constantemente Damien me interrumpía con sus mensajes.
-¿Es por ese chico?- Cuestionó señalándome con el lápiz
-¿Qué chico? -Creí que ya lo había olvidado.
-Por favor, Gabriela. No te hagas la desentendida, no sé porqué no confías en mí después de que te he ayudado todo este tiempo.
-Rafaela, yo no te obligué para que me ayudaras.
-¿Por qué actúas así? Creí que éramos amigas.
-Pues no lo somos. ¿Te molesta que sea sincera?
-No, lo que me molesta es que te comportes como una perra conmigo, no he hecho nada para que me trates así.
-Cálmate, Ela. No vayas a llorar por favor, pareciera que eres tú la que tienes a Andrés.
Pasó las manos por sus mejillas y volvió a fijar la vista en su cuaderno.
-Solo espero que por quién me estés cambiando sea mejor que yo, porque de lo contrario me daría mucha pena tu decisión.-Ok, compañera. No hay necesidad de que me hagas ese drama.
Me introduje totalmente en el estudio hasta que Ela me interrumpió.
- Gabriela, me corté con el cúter. -No pude evitar reír con su voz de niña preocupada.
-El el último cajón hay alcohol y algodón.
No la miraba pero notaba su silueta moverse.
-No sabía que tenías maquillaje.
-Había olvidado que en ese mismo cajón estaba mi utilería de placer. Ela sostenía mi rímel y el cepillo eléctrico.-Sí, tengo maquillaje, pero no lo uso. Ela ¿Podrías poner todo eso en el cajón de nuevo.
Obviamente lo había lavado, pero no quería que la inocente Rafaela siguiera tocando eso.
-Mira, aquí está el maquillaje. -Le abrí otro cajón donde de verdad estaban.
-¿Y cómo tienes todo esto si estoy segura de que no te dejan usarlo? -
-Mi abuela me lo regala, digamos es ella no es como mamá y por eso la amo. - Pinté sus labios con un color brillante que hacía resaltar sus labios marrones.
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Mi Otra Yo
Teen FictionConmigo se confirma el dicho de "Las apariencias engañan" pues soy una chica tranquila hasta que la puerta de mi habitación se cierra.