Estar con Damien era como tener la facultad de ser lo que quiero aunque sea con la persona equivocada.
Mordía y succionaba mi cuello como siempre quise que lo hicieran, sus dedos recorrían mi interior mientras yo gemía en su oído, mi mano apretaba su erección que me chocaba pierna, jalaba mi cabello para verme disfrutar, los gemidos inundaban todo.
Estar con él era como entrar en un trance. Yo misma debo creerme que mi intención no era terminar así, seguramente regresaría a casa adolorida y con marcas, pero solo importa el placer que sentimos, ese que no todos nos pueden dar.
Mi boca inquieta buscaba la suya que se alejaba solo para torturarme, sonreía travieso, lo de nosotros era sexo esos con besos que muerden y dejan recuerdos en piel y mente.
Me aleje de él y lo tumbe en el piso, los labios mojados de mi vagina cubrían su pene, me movía como si estuviese dentro de mí pero le negaba el paso, ansioso me daba nalgadas, apretaba mi cintura, buscaba rasguñar mi espalda. Aquel instante en el que necesitaba exageradamente de él, me acerque a su boca y le mordí el labio hasta hacerlo sangrar, aprovechó el momento para pellizcar mi clítoris y cogerme con fuerza dejándome sin aliento.
Sentía mi alma casi pender de un delgado hilo que la sostenía y ése era él aunque solo haya sido unos segundos.
Caer derrotada en su pecho era lo mejor que me podía pasar, abrazados y entre besos nos comíamos., su respiración me aviso que ya no aguantaba, logré bajarme para meterme su pene en boca y tragarme todo su fluido. Nos sonreíamos cómplices y desorientados como si hubiéramos estado consumiendo nuestra droga favorita.
—Creo que después de esto mantendrás tu regalo.— Dijo con un hilo de voz
—No podrías estar más seguro.— Respondí con respiración agitada.
—Se supone que este es el momento en el que nos acurrucamos hasta dormirnos y nos despertamos con la luz del crepúsculo.
—Se supone, pero se lo dejaremos a los libros, porque yo no tengo tiempo para esas cosas.
Junté mi ropa y la puse sobre mis piernas para luego vestirme con rapidez.
—Me dejas con deseo de ti, cumples bien tu papel de amante.
Ignoré sus palabras y pensé algo que de verdad quería saber, me detuve por un momento y pregunté —¿Me quieres?— casi como un susurro. Era una pregunta con cierto grado de miedo, porque temía de a su respuesta. ¿Por qué si lo único que quiero con el es diversión? Al parecer eso ha estado cambiando, pero no te alejes de tu ideología principal. Damien es comida, no un amigo.
Tras unos segundos de miradas confusas, respondió. —Sí.
—¿Entonces por qué te vas a casar?— Esa pregunta vino por atracción.
—No lo sé, un ataque de culpa en un momento desesperante.— No la puedo ver, sin embargo, siento que mi cara es de: ¿Qué mierda me está diciendo?
—¿Quién se casa por culpa?— Agregué otra pregunta tratando de no verlo como un idiota más que no sabe lo que quiere.
—Yo.— Contestó con seguridad aún tumbado en el piso.
—¿De verdad crees que es tan sencillo, solo te vas a casar con ella y ya? Para seguir engañándola conmigo.
—Es que no pretendo seguir engañándola.
—Ah, no. ¿Entonces por qué haces todo esto? Vas y me acosas a mi casa, te metes a mí habitación y me dejas tu maldito regalo.
—No me culpes solo a mí, porque tú consciente o inconscientemente querías esto., Porque mírate, estás aquí desnuda en la casa de tu cuñado.
—Tienes razón, esto es culpa mía.
¡Toda la maldita culpa es mía!Terminé de vestirme con aquella molestia que se siente cuando no quieres cargar con tu propia culpa. El no dijo ni una palabra, solo me vió irme.
Y yo no estaba triste, solo demasiado molesta, creí que estaba a punto de ebullición por la rabia, es que ese maldito toma todo con calma y lo odio.
Salí de aquella casa dejando un portazo de despedida. Para cuando estuve en la calle un poco más calmada noté que mi ropa estaba al revés. A pesar de las miradas seguí caminando con normalidad, otro día tal vez eso me haría sentir incómoda, pero hoy no me importa en lo absoluto.
Ahora que lo pienso, yo siempre salgo con mucha precaución de cada de mi ex amante,(por darle un nombre), sin embargo hoy lo hice como si de mi casa se tratara, ahora creo que me daría igual si Carol lo supieras todo fuera un enorme caos, porque lo disfruté mientras duró.

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Mi Otra Yo
Teen FictionConmigo se confirma el dicho de "Las apariencias engañan" pues soy una chica tranquila hasta que la puerta de mi habitación se cierra.