Noche larga

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Narrado por Rafaela

No soy una gran fanática de las fiestas, pero tampoco es que las odie, solo no me gusta la idea de asistir a una. Eso digo desde el rincón de una sala oscura con luces parpadeantes que enloquecen mi cerebro, es que ni siquiera puedo ver a la gente bien.
Tomo un trago que aquella bebida amarga y con gesto de desagrado vuelvo a poner la botella sobre una repisa "lo siento mucho por la persona que tenga que limpiar este desastre" es lo que pienso cuando observo mi alrededor repleto de botellas, colillas de cigarros en todas partes, servilletas, platos desechables y vasos. Esta amargura me tiene haciendo cosas extrañas como mentirle a mis padres, ellos están demasiado ocupados y estresados últimamente que casi no los veo, van de aquí para allá todo el día y parte de la noche " un estrés de vida" para ellos yo estaré con Gabriela, la misma Gabriela con la que ya no tengo ningún tipo de conexión a parte de este mal sabor que me dejó su amistad y sus actitudes que me confundieron.

No es sino hasta que cambian de canción y me quejo porque no ponen nada de lo que me gusta. Todo se va poniendo peor según evoluciona la noche., Estoy en la fiesta de un desconocido, tomo alcohol a pesar de que su sabor no es el preferido de mi sentido del gusto, no me gusta la música y me siento cohibida porque estoy sola.

Entonces...¿Qué diablos estoy haciendo aquí? No me dí una respuesta, solo me levanté de aquel sillón y atravesé la sala invadida de ese humo con un olor parecido a algún producto para el cabello., los veía disfrutar tanto aquello que me sentía tentada a probar, pero no resultan buenas las tentaciones. En mi búsqueda de salida interrumpí varios bailes y pisé algunos pies que estaban mal acomodados.

Ya fuera de aquel tumulto de gente tan desubicada como yo me hice la pregunta más interesante de la noche ¿Y ahora cómo me voy de aquí? Vine a pie, sin embargo la calle solitaria y oscura no me llamaba para transitar en ella. No era súper tarde, pero tampoco súper temprano, 10:05pm marcaba mi reloj y yo miraba con indecisión.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que una mano desconocida en mi hombro hizo que me dieran un gran susto.

—Que valiente eres. —Me di la vuelta.

—Lo soy.— De inmediato reconocí ese ondulado y castaño cabello, hipnotizantes ojos café y sus pobladas cejas. -¿Emir?- Pregunté.

-¿Me disculpas? Es que no recuerdo tu nombre, pero se que es de una mujer sensual.

-¿Te parece que Rafaela es un nombre de mujer sensual?

-Absolutamente. ¿Qué haces aquí?- Cuestionó como si me conociera y supiera que las fiestas no me gustan.

-La locura me trajo hasta aquí. - Dejé ver una sonrisa extendida.

-¿Y qué, te estás divirtiendo?— Preguntó para alargar la conversación.

-No, además ya me voy.

-¿Te vienen a buscar?

-No, creo que pediré un taxi.

-No me gusta esa idea, yo tengo una mejor.

-¿Qué es lo que propones?

-Yo me ofrezco a llevarte a casa, no tengo auto, pero lo importante es la compañía.

-¿Y qué se supone que ganas tú?

-No me dejaste terminar. Lo que yo gano es tu compañía, es que quisiera que te diviertas un poco conmigo

- ¿Por qué no? - Algo me hizo dudar, pero él me tomó de la mano llevándome con él antes que pudiera decir qué no. Tenía planeado volver a la esquina en la que estaba, pero él me preguntó:

—¿A dónde vas?

—A sentarme, no tengo nada más que hacer ¿Me acompañas?

—Claro que no. —Tomo mi mano y en seguida me llevó con él hacía un pequeño grupo que estaba sentado sobre un sofá.
Cuando llegó todos lo saludaron, incluso una chica le dijo que le había apartado un lugar y yo solo permanecí unos 4 pasos detrás de él. Yo solo contaba los segundos para poder alejarme de aquella gente desconocida, pero Emir tenía otra cosa planeada para mí., Lo noté cuando todas las miradas estuvieron sobre mí y su mano me señalaba seguido de un:

—Ella es mi amiga Rafaela.
—Yo traté de parecer lo más simpática posible con tan solo una sonrisa.

Todos me dijeron "Hola" al mismo tiempo  y después nos retiramos porque no había espacio para los dos.

—Deberías ir con tus amigos.— Dije casi gritando por el ruido.

—No empieces con eso, Ela. Mejor ven conmigo y baila.

—¡No!— Negué rotundamente. — Yo no bailo, por favor no.— No sé como se llamará, pero se siente como negar algo que quieres hacer. Porque en realidad lo quiero hacer, pero mi vergüenza es mayor que mis ganas.

—Sí, por favor sí. Vamos, cada quién está en lo suyo, no nos van a ver.— Por tercera vez me haló para llevarme con él, creo que su pretensión es marearme.

Todo pasó tan rápido, un par de canciones que ambos cantamos, no sé cuántos tragos de alguna mezcla rara y ya sentía aquel calor de los efectos del alcohol de los cuáles oía hablar a mis primos, estaba consciente de que ya me estaba mareando un poco, mis brazos sobre sus hombros y sentía que cada pisada era extremadamente larga, estaba hablando mucho y eso Emir lo notó.

—¿Te sientes bien? — Preguntó con una voz que se alargaba en mis oídos y llegaba a parecer infinita, malditas luces que me fastudiaban, Emir agregó algo que no entendí, entrecerré los ojos para ver si lo escuchaba mejor, pero no funcionó, todo me daba vueltas, no entendía lo que pasaba.

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