Una tarde.

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Mi decepción amorosa, aburrimiento y demás sensaciones humanas me llevaron a sentir la necesidad de mi terapia contra el estrés preferida, aquella personal e intima en la cual me conocía más, cada día aprendía algo nuevo y además me entretiene, lo he dejado de lado por un tiempo, pero las cosas van a cambiar a partir de hoy.

Había escuchado, no recuerdo en donde que la música era algo que contribuía en el mejor disfrute de la autoexploración.

Soy muy cuidadosa con lo mío y aunque muchos digan que la sensación de peligro da más placer, para mí no es así. Por esa razón me asegure de que nadie estuviera en casa.  Coloqué una canción de esas buenas para sentirme la más mala del mundo y fumar, tipo needed me.

Cerré la puerta de mi habitación mientras desprendía mi ropa caminando hacia el baño. Me senté en la orilla de la ducha, canté un par de líneas mientras el agua tocaba mi cabello y se deslizaba sobre mí cuerpo hasta llegar a mis pies. Definitivamente era una terapia buena para el alma.

Antes lo hacía sin ninguna figura protagonista conocida, solo pensaba en algo que me excitara, un algo sin un quién, mas ahora tengo dos personajes., Puedo pensar en uno, otro e incluso ambos aunque me sienta pertenecer a mi favorito.

El de hoy es aquel con el que soñaba de pequeña, todo era muy inocente sin embargo ahora no me alejo de la idea de sentirlo dentro de mí y no me refiero a un sentido... "Amoroso" sino de pescado y lujuria.

Deseo desenfrenado, de hecho de solo pensar en palabras que pueden estar relacionadas a nosotros dos haciéndolo donde sea me siento tentada a tocarme. En este día intentaré mentalmente algo diferente. ¿Qué tal si imagino que no hacemos en un auto? Es un poco exhibicionista, pero solo es mi imaginación. ¿Qué se sentiría que el tuviera la iniciativa y me mandara en  ese momento?

Su voz ordenándome que pase al asiento de detrás, que suba mi falda y abra mis piernas para él. Que al principio esté un poco tímida y que él sea quién me las abra a su preferencia, que retire la única prenda que cubre mi sexo,que lo toque y lo sostenga con sus dedos, hasta sentir que el aire acondicionado enfría mis labios que con su tibia lengua les de temperatura, esa sensación de cosquillas inicial, pero luego esos pequeños toques hagan que me convierta en un océano., que él lo haga lento para impacientarme y yo le pida más y más de ese placer que solo su lengua me sabe dar. Qué la introduzca hasta donde no puede, la saque y la mueva de manera irreal, que yo tiemble y no por el frío, que acaricie su cabello y él me mire a los ojos para ver como muero por él, que no me pueda contener y grite su nombre como puta, que se arqueé mi espalda y los dedos de mis pies se encojan y yo sienta que no puedo más.

Realmente de introduje en mi imaginación y para cuando me di cuenta ya mis dedos estaban cubiertos de aquella sustancia viscosa y cristalina, generalmente lo hago en silencio, pero hoy me sentí libre y mis gemidos invadieron la habitación. Quería demasiado lo que no podía tener, ¿Emir, por qué no apareces y me haces lo que quieras? Unos segundos más y todo había pasado, esas ganas estaban apagadas no sé hasta cuando. Volví a tocar mi clítoris inchad y caliente, no sé porqué sucede y tal vez lo investigue más tarde.

Aquel episodio en mi baño terminó y debía aterrizar en la realidad repleta de cosas que me desagradan. Escuché la puerta de la entrada abrir y supe que era mamá.

—¡Gabriela!

—Dígame.

Cuando me vió me miró de arriba hacia abajo con desagrado, había olvidado que estaba en toalla y volví rápidamente a la habitación. Eso estaba rotundamente prohibido desde aquel día que se me cayó la toalla frente a Camilo, pero ni siquiera estaba totalmente desnuda.

Mi Otra YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora