Trece.🌹

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No parecía que el día anterior había llovido a cántaros, a excepción de que la grama estaba un poco húmeda, todo se asemejaba a un día de verano.

Mamá reía, todos se divertían, menos yo. Forcé la vista un poco para ver a Damien en la ventana de la cocina.

Fingí que iría a buscar más refresco y me levanté para ir.

Desde el pasillo grité.
—¿Tú no venías por hielo? —Pero solo para aparentar.

Al entrar supe que no pudo ignorar el vestido que llevo, corto. Era entallado el la parte superior y suelto en la parte inferior. Lo miraba de reojo mientras tomaba refresco, me di la vuelta para hablarle ya que no me había dicho nada y lo descubrí mirándome el trasero.

—Gabriela, no pude evitarlo. —Agachó la cabeza con timidez para evitar mi mirada. Yo hice lo mismo, pero solo para reírme.

—Estás jugando al decente, Damien.

Me di la vuelta y caminé hacia la meseta para poner el vaso en el fregadero. En ese momento , sin pensar en la situación ni la gente que había en la casa, se puso detrás de mí. Podía sentir su miembro apollado en mi trasero. Me abrazó pasando su lengua por mi cuello y subiendo sus manos hacia mis pechos, acariciándolos desde abajo suavemente, mientras me susurra al oído.

—¿Quieres que sea indecente?

Miré por la ventana de la cocina viendo a Carol hablando con Rafaela y Emir,  mientras mamá y Camilo  están sentados a la sombra de un árbol hablando entre ellos.

—Esto es tan cliché, se sale totalmente de la realidad. Estás loco. —Contesté negando con la cabeza.

—Lo podemos hacer real.—Su respiración invadía mi oídos.— Me excitas terriblemente ¿sabes? —Agregó.

Tomó uno de mis senos con una mano, llevando la otra entre mis piernas, acariciando mis muslos y subiendo poco a poco, pasando su lengua por mi cuello, soplando un poco en él haciendo que se me erice la piel.

—Damien. —Dije en voz baja.

Traté de resisitir un poco, pero estaba tan caliente como él. Metió la mano más entre mis piernas, subiendo hasta llegar a mis pantis y pasando uno de sus dedos por encima de el, dibujando mi feminidad. Retrocedí restregándome contra su parte íntima y girando tu cabeza hacia atras para morderle la boca, mientras me tocaba por debajo del vestido y por encima de mis pantis.

Volteó mi cabeza para que viera como todos estaban entretenidos en el patio y al mismo tiempo sentiendo como uno de sus dedos se ha colado por debajo de mi ropa interior. Se resbalaba un poco entre mi humedad haya que entró un poco el dedo. Gemí y no pude evitar abrir más mis piernas. Sentía temor de que nos vieran, pero pegada a él.

—Damien, aquí no.

Tenía ya dos dedo introducidos , hasta el fondo, de golpe, mientras con la otra mano me tapa la boca para que no chille. Me retuerzo de placer al sentirlos y con mis manos hacia atrás para toqué su vigor a través de los pantalones. Está dura, tiesa, y  Damien me pega  más a mí, empujando mi vientre con su mano hacia el para que lo sienta más.

Volví a mirar hacia al patio y noté que alguien faltaba. ¡Emir! De repente lo escuché llamarme, pero no podía casi hablar.  Le pedí a Damien que me dejara, pero se rehusaba.

— Gabriela... Gabriela. —La voz empezó a escucharse cerca, entonces me soltó. Lo miré. Era una especie de enojo, aunque quería continuar, pero es mejor que Emir no sepa nada de esto.

—Esto no termina aquí. — Dijo mostrándome sus dedos mojados.

—Lo sé. — Contesté acomodando mi vestido y mi cabello.

—Ya no veré esta cocina de la misma forma.

—Yo tampoco. —Contestó y ambos nos quedamos callados cuando Emir entró.

—¿Dónde está el hielo, Gabriela? —Preguntó un poco incómodo por el silencio.

—Pues,¿en el refrigerador? —Lo señalé y él sonrió caminando hacia allí.

—Chicos, vuelvo el un segundo. —Agregó Damien para después salir prácticamente corriendo de la cocina.

Mi Otra YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora