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Habían tres cosas claras.
1- Carol no es mi persona favorita.
2- En realidad es una bruja.
3- Hay demasiado increíble

- ¡Damien, dime lo que le estabas diciendo a esa perra, dímelo!

-Carol, cálmate. - Fue hacia ella en son de paz y yo solo miraba el espectáculo desde mi lugar, no sentía nada ni siquiera pena cuando las lágrimas empezaron a escurrir de sus ojos.
- Le estaba diciendo que no me casaría contigo si no te amara.

-¿En serio, amor?- No sé cuál fue mi cara en ese momento porque no esperaba que mintiera tan descaradamente.- ¿ Y por qué le tuviste que dar declaraciones de nuestro amor a esa imbécil, tal vez estaba intentado llenarte la mente de estupideces, ella es un claro ejemplo de lo que puede generar la falta de atención. Gabriela, no tienes que ser tan arrastrada para llamar la atención.

Si yo fuera igual de estúpida que ella, tal vez le habría dicho sus verdades. Pero, es que cuando eres bondadosa tienes que aguantar ese tipo de cosas.

-Arrastrada me dice la que se iba de fiesta todos los días y volvía hecha un asco que hasta había que bañarla. Querida, no intentes limpiar tu gran historial de perra con matrimonio y un embarazo. Se pueden ir.

Otra vez Damien me decepcionó, conmigo es algo y con ella otra cosas. ¿Cuál de los dos es el verdadero Damien? ¿Cuál dice la verdad?
Ambos se fueron y yo quedé sola en la cocina, quería terminar de comer la hamburguesa, pero ya estaba fría y tiré el resto a la basura, donde debería echar los sentimientos que siento por Damien. ¿Por qué es tan difícil mandarlo a la mierda como hago con los demás? Fui a mi habitación y desafortunadamente tuve que ver una escena de los dos besándose con la puerta abierta que asco, sabía en que terminaría eso así que me encerré en mi habitación y puse música a todo volúmen a pesar de que no soy fanática de escuchar música alta.

Me quité el uniforme, por fin era libre por unos meses. ¿Qué haré con todo ese tiempo libre? Me pusé unos shorts que me había regalado mi tía Grace, la hermana menos favorita de mi mamá desde que se casó con Camilo. Es mi tía favorita, es tan única y liberal, debería alejarme de esta casa e irme con ella durante mis vacaciones, pero estoy segura de que mi madre no me dejaría.

Rayos, nunca estuve interesada en tener una amiga, pero de verdad extraño a Rafaela. A la única persona que no quiero gustarle es a ella. Aunque sería divertido, porque nadie sospecharía nada de nosotras. ¿Qué mierda estás pensando, Gabriela?

Ya me estaba aburriendo, necesito entretenimiento. Entonces se me ocurrió llamar a Emir, pero me dejó en buzón el muy estúpido, ha de estar demasiado ocupado.

Tal vez debería salir, tengo mucho que no lo hago, desde aquel día del regalo.

Me puse unos jeans rotos, una blusa holgada de rayas rojas y verdes, me puse unos tenis blancos y recogí mi cabello con una pequeña Liga.

Llevaba mi celular y mis audífonos, pero realmente no amaba la idea de deambular por las calles solitarias sin sentido del oído, en lugar de tomar mi teléfono como alguien normal, empecé a tararear algunas canciones mientras imaginaba que las escuchaba.

Caminé sin un destino específico por varios minutos, pero siempre mis pies me llevaban al mismo lugar "la biblioteca" estaba a una calle y justo cuando yo cruzaba sin mirar un coche se detuvo frente a mí. Casi atropellan. Fue todo tan rápido que lo único que recuerdo es aquel ruido que hizo el auto a frenar y lo rápido que me latía el corazón mientras luchaba por no caerme del susto.

Subí a la acera rápidamente, estaba contado los segundos para escuchar una larga lista de insultos por meterme a calle sin fijarme, sin embargo, lo único que recibí fue un:

-¿Estás bien? ¡Discúlpame, es que no sé en que estaba pensando y me distraje. - Se escuchaba muy nervioso, no lo había visto directamente porque estaba verificando que en realidad estuviera bien. Cuando alzé la vista para mi sorpresa estaba frente a mí un chico joven de unos venteitantos si no me equivoco, lo que más me sorprendió es que estaba vestido igual que yo.

-No te disculpes, no presentaré cargos, crucé sin mirar. -Dije mientras trataba de apartar mis ojos de sus rulos perfectos, no como el estropajo que llevaba en mi cabeza.

Se llevó una mano al pecho y exhaló en señal de que estaba aliviado.

-¿Notaste que tenemos la misma ropa?

-¿Cómo no hacerlo? Es bastante extraño encontrar a alguien vestido exactamente igual que tú, más si es un hombre.

-Exacto, ahora viene la parte más difícil.

-¿Cuál sería esa?

-Invitarte a tomar un café.

-Casi me matas, copias mi ropa y me invitas a tomar café. ¿Por qué no mejor un té?

-Lo que tú quieras... Soy Adán. -Extendió su mano para saludarme formalmente.

-Y yo Eva. -Extendí la mía.

-Entonces me vas a hacer pecar.

-En realidad no, me llamo Gabriela.

Y ahí estaba yo tomando una desición arriesgada, estaba en el auto de un desconocido, probablemente otro día no lo habría hecho, pero hoy sí. Este chico no me provocaba desconfianza, pero claro está que las impresiones pueden engañar.

Mi Otra YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora