Emma había regresado a su hogar sana y salva. Lo único que la hacía sentir mejor era reírse internamente de sus familiares. Su padre y Veruca por más duchas que habían tomado conservaban el rastro del horrible olor a basura.
Aquel día, Padre había reunido a toda la familia Salt sin explicación alguna. Aquello era bastante extraño, pues no se llevaban del todo bien. Emma no los quería mucho, porque sabía que eran malas personas. Algunos de los invitados fueron llegando antes o a la hora acordada, a excepción de algunos, a los cuales tuvieron que esperar. La paciencia se fue disolviendo lentamente.
Faltaban exactamente ocho minutos para las cinco de la tarde, lo que significaba que la reunión estaba por comenzar. Todos estaban incómodos, además nadie hablaba nada. Pasó media hora más y no había rastro de los invitados desconocidos.
—¿Qué les está tomado tanto tiempo? —gritó Veruca con frustración.
Cada par de ojos de los presentes se volvieron hasta la niña y la miraron con molestia. Era una de las razones por las cuales su madre odiaba a los Salt. Emma sabía lo molesta que podía llegar a ser su hermana, pero los demás siempre la hacían sentir de lo peor a pesar de que no se portara mal.
—¡Veruca, cállate! —el abuelo John se quejó mientras se tocaba la frente con dolor —me duele la cabeza y tú no mejoras la situación.
—Guarda silencio. Verás que pronto llegarán —Emma le dijo por lo bajo. Por lo menos la niña le hacía más caso a ella que a sus padres.
—¡Diablos, vamos! Estos invitados necesitan realmente aprender algo de responsabilidad. Si se acuerda una hora, esa debe ser —comentó el primo segundo de Emma, Benjamín— Ya pasó más de media hora y no dan luces de llegar.
Para la sorpresa y alivió de los Salt, los invitados llegaron al lugar en un par de minutos más. Se dieron cuenta de aquello cuando el eco de los pasos apresurados de escucharon del otro lado de la puerta del despacho. De un momento a otro, ya estaban presentes en el lugar. El mayordomo dejó entrar a varios hombres con vestimentas formales.
—¿A qué se debe está reunión? —preguntó el hombre más mayor de los recién llegados mientras golpeaba groseramente sus manos sobre el escritorio— Solo espero que esto no sea una perdida de tiempo, señor Salt —se quejó mientras levantaba sus blancas cejas.
Emma alzó una ceja con molestia. Había llegado cuando quiso y todavía tenía el descaro de ordenar cosas tan groseramente. Su madre la miró y sin que nadie más lo notara, la mujer negó con la cabeza varías veces para evitar que su hija hablara.
—Esto es importante y realmente le interesa esto, señor Gleeson —padre respondió con sorna— El consejo aprobó una nueva ley, bastante estúpida a mi parecer. En ella se habla sobre los próximos herederos de nuestras empresas, en especial de aquellos que no están casados.
El despacho quedó en completo silencio. Todos compartieron miradas incómodas, además de que los adultos parecían comunicarse a través de la vista. Solo ellos habían entendido.
—¿Qué dicta la nueva ley? —preguntó madre, ya que nadie decía nada.
—Esa ley nos está obligando a todos los que somos dueños de empresas a tener una jubilación algunos años antes —padre suspiró y continuó— nos están pidiendo que los futuros herederos tomen el lugar que les corresponde dentro de la empresa. El único problema es que deben estar casados.
—¿Y que demonios significa eso?
—preguntó uno de los hombres desconocidos.A Emma no le gustaba para nada a dónde se dirigía esa conversación.
El señor Salt se detuvo vacilante antes de continuar. No sabía cómo reaccionarían los demás, pero no tenían opción. Si no seguían las normas, perderían todo y esa no era una opción.
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Emma Salt ⟨••Willy Wonka••⟩
Fanfiction[COMPLETA] Un viaje a la fábrica de chocolate de Willy Wonka cambió su vida para siempre. Emma nunca se imaginó que se enamoraría de ese extraño hombre. ••El amor a primera vista existe. (Basada en la película de 2005 de Tim Burton)