Capitulo 36

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—¡Vamos, despierta! —una molesta voz le gritó muy cerca de uno de sus oídos— Ya es tarde y tenemos mucho por hacer el día de hoy.

Emma abrió los ojos con dificultad. Una mujer que desconoció por completo estaba justo frente a ella, seguida de varias personas más. Abrieron sus cortinas y le quitaron la manta que tenía encima.

—¿Cosas por hacer? —Emma se frotó los ojos con cansancio. No había dormido casi nada la noche anterior, había llorado hasta el amanecer.

Una vez que abrió los ojos un poco más reviso  la hora en su reloj, dándose cuenta que solo había dormido menos de una hora.

—Que bobita. Hoy es el gran día —la mujer le dijo— así que ve a ducharte, ya te preparé la tina para que lo hagas.

Emma no quería hacerlo, quería dormir mas. Lamentablemente sabía que no podría hacerlo más y estaba más que segura que sería un día bastante largo y cansado. Se levantó con pereza y se dirigió al cuarto de baño. En cuanto su cuerpo goleó con el agua tibia sus ojos comenzaron a cerrarse de nuevo solos. Por unos minutos sintió una enorme relajación, hasta que la molesta mujer entró dando órdenes y gritándole que se despertara. Aquello era incómodo, no le gustaba que le dieran órdenes, mucho menos que estuvieran invadiendo su privacidad.

El resto de la mañana no tuvo tiempo de hacer nada. Ni siquiera la habían dejado comer algo porque decían que no le cerraría el vestido. La estuvieron regañando por subir de peso, siendo que era notorio que había bajado un par estando ahí. Tuvo que pasar horas sentada esperando que terminarán de arreglarla. También tuvo mucho que ver que ella no se estaba quieta ningún segundo, quería hacerles el trabajo lo más difícil posible, pero eso solo hacía que terminara aún más agotada.

Emma comenzó a reconocer el rostro de la mujer que la había estado molestando desde temprano. No estaba segura si era la persona en que pensaba, pero después de muchos pensamientos llegó a la conclusión de que la había visto antes en su casa. Se trababa de una de las tantas amantes de su padre. Cuando era más pequeña la había visto entrar en casa cuando su madre no estaba, pero jamás había entendido de quien se trataba hasta ese momento. Con razón era tan grosera con ella.

Pasar tantas horas sin probar bocado y sin dormir le estaban cobrando factura, especialmente cuando se dio cuenta de que ya estaba lista. La habían hecho usar tacones todo el día, así que los pies la estaban matando, a tal punto que ni siquiera podía dar un paso. Una vez que terminaron con todo la dejaron sola en su habitación.

Se miró al espejo y se examinó de pies a cabeza. Se veía hermosa a pesar de que el vestido era muy anticuado. Sus ojos se aguaron solo de pensar en el destino que le estaba esperando. No quería hacer eso, se había aguantado las ganas de estropear todo desde que había llegado de nuevo a Salt Manor, así que no le importó hacer añicos su ramo de flores, por lo menos eso le daría unos segundos más antes de entrar en el altar. Quería estar con Willy, él era la única persona con quién quería casarse.

Tocaron levemente la puerta y su madre entró a la habitación. La examinó por un momento y la mujer no contuvo sus lágrimas.

—Estas hermosa, hija mía —le dijo mirando fijamente su vestido— es una lastima que sea en condiciones no muy favorables.

—Lo sé, madre —Emma lloró—pero me temo que quejarme no hará nada para cambiar lo que está por suceder.

—No digas eso, las cosas pueden pasar. Ten fé en que al final del día las cosas estarán bien —su madre la tranquilizó. Parecía que sabía algo que Emma no.

—¿En dónde está el niño? —le preguntó Emma a su madre con preocupación.

—Mi nieto está bien, de verdad. Lo están terminando de arreglar para la ceremonia.

Emma suspiró de alivio. No entendía como había llegado hasta allá, pero sabía que lo habían secuestrado. Su hermano jamás dejaría que su hijo estuviera cerca de la familia Salt.

—Creo que me retiraré ahora —madre le dijo de repente cuando el ruido de pisadas resonó por el pasillo— te veré más tarde.

Emma no tuvo tiempo de decir nada, cuando su padre y el abuelo John entraron a la habitación. Detrás de ellos entró un Benjamín con una enorme sonrisa.

—Te ves excelente, futura esposa —Benjamin dijo con emoción fingida.

—¿No se supone que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda? —Emma preguntó. Benjamín estaba por responder, pero ella lo interrumpió— ! Oh, espera. Mala suerte será tener que verte por el resto de mi vida.

—Muy graciosa —Benjamin le dijo con sarcasmo.

—¿Que es lo que quieren? —Ella les dijo con molestia.

—Queriamos hablar contigo antes del evento —su padre le dijo mirando el ramo de flores deshecho en el suelo— sabía que harías algo así, por eso tenemos varios repuestos abajo.

Emma no se inmutó, también sabía que su padre era muy predecible para algunas cosas, así que por lo menos el ramo le sirvió para desestresarse un poco.

—¿Entonces...?.

—Venia a darte mi bendición —padre dijo como si nada.

—No la necesito. Ni nada que venga de ti —Emma se quitó cuando el hombre comenzó a acercarse para abrazarla.

—Después se te pasará el enojo cuando veas la cantidad de dinero que será para ti —dijo padre con molestia— nos vemos en la recepción.

El hombre caminó hasta la puerta y se marchó sin interesarle que su hija estaba atrás con unos cerdos. Emma se quedó mirando a los dos presentes restantes y se incómodo bastante. Verlos ahí de pie le daba mala espina. Jamás se había llevado bien con el abuelo John y con Benjamín ni hablar y mucho menos en ese momento en que sabía cuales eran sus intenciones.

—No queremos alargar mucho la conversación porque ya casi es hora de la ceremonia, pero queríamos informarte de algo —Benjamin le dijo mientras veía a la hora en su reloj.

—¿Sobre qué es? —Emma preguntó muy a fuerza.

—Después de que termine la fiesta quiero que regreses aquí  —el abuelo hizo un círculo con su dedo para indicar el lugar— no te vayas a ir a otro lado sin nuestro consentimiento.

—Ustedes no son nadie para decirme que hacer— Emma de defendió.

—Seré tu esposo en unas horas, mi reina —Benjamin levantó una ceja.

—No me llames así.

—Aquí vamos de nuevo —John se quejó— tendrás que estar aquí si o si. No me gusta que me hagan esperar.

—¿Para que me quieren tener aquí? —Emma no entendía que quería ese hombre, suficiente molestia era tenerlo bajo el mismo techo como para todavía conversar con él.

—Con Benjamín y tú padre llegamos a un acuerdo —dijo John— yo tendré el placer de desflorarte.

El hombre dijo como si nada. A Emma de inmediato se le revolvió el estómago, pero se tragó la bilis que tenía en su garganta. Eran unos bastardos.

—¡Que asqueroso! —Emma se negó—no haré eso, ni muerta.

—Por supuesto que lo haras —Benjamin sonrió con malicia.

El abuelo John se lamió los labios y le miró el cuerpo con deseo. Era horrible pensar en siquiera abrazar al hombre. No solo era un anciano, también era su abuelo. No sabía que tenía su familia con el incesto, pero si estaba segura que no era la única que estaba pasando por esa situación.

—Créeme,  he querido hacer esto desde que comenzaste a caminar —John le dijo con lujuria— pero al fin estás preparada.

Emma Salt ⟨••Willy Wonka••⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora