Emma Salt ⟨••Willy Wonka••⟩

Capitulo 35

Estar tanto tiempo de pie la agoto de inmediato. Llevaba más de dos horas intentando que ajustaran su vestido de novia, pero por más que intentará que el vestido le gustará era imposible. Era feo y anticuado y ni se diga incómodo. Su día iba de mal en peor, pero al menos estaba feliz de no ver el rostro de su querida familia aún.

Ya tenían todo listo para la ceremonia, incluso desde temprano habían comenzado a decorar el patio trasero para la ceremonia y al parecer esperaban bastante gente. Había muchos empleados de un lado a otro, incluso habían contratado a varios chefs para hacer un enorme banquete.
Para Emma aquello era una completa pérdida de dinero, pero como siempre solo querían aparentar que eran buenas personas. De nada servía tener una fiesta bonita si lo que esperaba después sería un infierno. No sabía si los demás invitados estaban enterados de la verdad, pero esperaba que lo hicieran.

—No me gusta —Emma dijo por tercera vez consecutiva— no lo usaré.

— Pues tendrá que gustarle si o si. Su padre dijo que se lo pusiéramos por las malas de ser necesario —la diseñadora le dijo secamente.

—Pues entonces tendrá que ser por las malas —Emma la desafió, pero al ver la mirada se su madre mejor guardo silencio.

Sabía que todo lo que dijera haría que su hermana y su mamá salieran perjudicadas. Lo único que la mantenía en silencio era el constante recuerdo de que tenían a su sobrino encerrado en una de las habitaciones. Si ella hacia algo mal, el bebé pagaba también. Su padre jamás se había interesado en los demás, mucho menos lo haría con un niño al que consideraba un bastardo.

Benjamín no había dejado de molestarla y la irritaba con tan solo su presencia. No sabía cómo no había notado antes que el chico era un prepotente y la verdad no entendía como había cambiado tanto de la noche a la mañana, pero ya lo odiaba. Paso de ser uno de sus mejores amigos a alguien a quien no quería ver más en toda su vida.  No solo a él, si no también al abuelo John, el cual se había pasado por la habitación esa mañana solo para decirle lo bien que se veía con pijama.

No podía creer que en su familia fueran unos cerdos, pero entendió de dónde venía el asqueroso comportamiento que tenía su padre. Todo venía de familia. Por lo menos estaba feliz de que en el futuro no seguiría ese patrón. Si salía de aquella situación se alejaría de todos y viviría una vida que recordaría por siempre.

—Te llevaremos afuera para unas fotos —la diseñadora le dijo después de colocarle el velo. Le había jalado el cabello con las horquillas varias veces, así que tenía el cuero cabelludo adolorido— ponte las zapatillas.

Emma se bajó del pequeño taburete en el que estaba de pie y realizó lo que le pidieron. Las zapatillas eran demasiado altas y ella no era muy buena para usar tacón. Pero aun así se los colocó. De inmediato sintió como su equilibrio fallaba, incluso sintió la presión en sus dedos. Se cansaría de inmediato. La diseñadora le dió un último vistazo a todo y abrió la puerta para dejarla pasar primero y ayudarla con la cola.

Cuando llegó la hora de bajar las largas escaleras tuvo que hacerlo con precaución para evitar caer. Sentía como sus piernas temblaban bajo ella y el malestar en su estómago solo empeoró el vértigo.

—Hazlo más rápido —Benjamin apareció detrás de ella de la nada— tengo cosas más interesantes que hacer que ver a una tortuga bajar las escaleras.

Emma se mordió la lengua para no responderle, así que mejor se enfocó en seguir bajando con precaución.
Pensó que en ese momento lo único que la podía incomodar era el calzado, hasta que notó que el chico no dejaba de mirarla. Deseaba de todo corazón que ocurriera un milagro para librarse de todos, incluso pensó seriamente en lanzarse por las escaleras para ocasionar un accidente y la dejaran en paz, pero sabía que aún si tuviera una pierna rota la obligarían a caminar hacia el altar.