Capitulo 22

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La fábrica era gigante, así que mientras caminaban juntos por los pasillos, Willy Wonka le daba un recorrido por los lugares que no había visto en el concurso. Emma estaba emocionada de conocer más a detalle aquel lugar, pero para ese momento el cansancio la había vencido. No le había pesado la maleta que llevaba hasta esos momentos. No dormir lo suficiente y la carrera que había hecho hasta estar en un lugar seguro le había quitado toda la energía.

La espalda la estaba matando y los pies le palpitaban con cada paso que daba, incluso hasta estaba segura que los incomodos zapatos que llevaba puestos le habían hecho ampollas. Cada segundo que pasaba le era más difícil mantenerse erguida y sin bostezar. Willy no tardo en darse cuenta como la chica que tenía a un lado se tropezaba con cada paso que daba. No sabía lo que había pasado con ella para que estuviera en ese estado, ni siquiera el día en que la conoció se veía agotada a pesar que llevaba tacones.

Willy era un caballero, en especial con aquella chica que tanto le gustaba. Sin preguntarle, le quitó la maleta que llevaba con suavidad y se la pasó por un brazo, atorándola con una correa que tenía. Justo después de eso se agachó frente a ella.

—¿Que haces? —Emma bostezó nuevamente.

—Quiero que subas —dijo con obviedad.

—No es necesario. Mírame, estoy bien —Emma respondió apenada.

—Si estuvieras bien no te tropezarias ni con tu propia sombra —bromeó — además ya estamos por llegar a la que será tu habitación.

Emma quería discutir eso, pero estaba demasiado cansada para hacerlo.
Le daba vergüenza la sola idea de que Willy no se pudiera poner de pie, ya que ella no era muy liviana. Toda la vida había teñido unos cuantos kilos de más encima. Lentamente se acomodó en la espalda del chocolatero, y para su sorpresa, Willy se levantó como si nada. El hombre comenzó a caminar rápidamente con agilidad por el pasillo.

Emma podía olfatear el aroma que desprendía su cabello, además de que lo tenía muy suave. Sin duda lo cuidaba más que ella a el suyo.
La abuela de Charlie tenía razón, olía a maní.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a un enorme salón, el cual tenía dos sofás blancos en la habitación, acomodados a los lados de la chimenea. Las cortinas y los cojines eran de un precioso color plateado y dorado.

—Es hermoso... —Emma comentó por lo bajo.

Justo después de eso, Willy se agachó para que ella pudiera bajar de su espalda. Emma le dio una sonrisa como agradecimiento, para después contemplar con más atención la habitación. El chocolatero quería dirigir la mirada hacia donde ella la tenía, pero le fue imposible apartar la mirada de su pequeña figura, en especial después de que le dedicó aquella hermosa sonrisa.

Willy pensó que ella era hermosa con esa expresión de asombro y sorpresa. Se habría quedado observandola todo el tiempo del mundo, si Emma no estuviera tan cansada. La vió entrar a una de las habitaciones, así que decidió dejarla echar un vistazo para que se familiarizara con el lugar. Willy caminó hasta ella y de detuvo frente a una puerta que estaba a su izquierda.

—Esta será tu habitación. Tú puedes decorarla como quieras —Willy explicó mientras abría la puerta— cualquier cosa que necesites me la haces saber. Mi recamara está justo junto a la tuya.

—Gracias por recibirme aquí, Willy. Espero que no sea mucha molestia tenerme aquí —Emma le respondió, algo cohibida.

—Para nada, es un gusto para mi tenerte nuevamente aquí —Willy volvió a sonreírle.

Emma estaba acostumbrada a los lujos, pero nada se comparaba con lo que veía. Lo principal era encantadora y enorme cama con dosel e idéntica a la habitación de Willy, solo que la suya tenía un toque femenino.

Emma Salt ⟨••Willy Wonka••⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora