—Loren
Ambos guardamos silencio y miramos hacia la puerta.
—Hoseok ¿Por qué no nos acompañas a desayunar? -preguntó su hermano con una amable sonrisa
—No, gracias, ya es tarde -me tomó de la mano y tiró de ella para levantarme de la silla
—Hoseok, no puedes tratar así a las personas ¿Sabes?
—Está bien -sonreí -fue bueno verte, disfruta el resto de tu desayuno
—Gracias -me miró con una sonrisa y con una mirada más severa, vio a su hermano
Hoseok no esperó más tiempo y me sacó del comedor. Lástima que me faltara poco para terminarme mi desayuno.
Lejos de la mirada de Donsung o de cualquier persona, tiré de mi mano de un tirón.
—Estas lastimándome
—¡¿Por qué hablas con él?! -me miró
—Estaba cuando llegué ¿Qué querías? ¿Qué lo ignorara?
—¡Sí!
—No soy grosera como tu
—Aj -rodo los ojos -solo... vámonos de aquí
Salimos de casa, subimos todas las cosas a la camioneta en la que no iríamos, le entregaron las llaves y nos fuimos directo a la carretera.
—¿Qué tan lejos está? -pregunté
—Dos horas
Eso es mucho tiempo estando en un mismo espacio con él y no tener mucho o más bien nada de qué hablar y dado el silencio, puse un poco de música.
Llegamos a una casa con un portón de color negro, de dos metros de altura y a los lados bardas de piedras en un color hueso muy lindo que rodeaban todo el terreno de la casa.
Cuando los portones se abrieron y entramos, entramos por sobre un camino de pavimento de grava. La casa era un gran terreno, llenó de césped bien cortado por todos lados y árboles específicamente plantados para dar espacios abiertos y que dieran una limpia y hermosa vista.
Al final del camino, estaba la casa, una enorme y hermosa casa. Nada que me hubiera imagina cuando dijeron casa de verano, me esperaba algo más pequeño, rustico y sencillo.
Estacionamos enfrente de la entrada donde ya nos estaban esperando dos mujeres y dos hombres con sus uniformes.
—Joven Hoseok -uno bajó los escalones -¿Cómo fue el viaje?
—Cansado -le entregó, o más bien, le arrojó las llaves
Todos ellos me miraron hasta que él por fin se dio cuenta de eso y se tomó la increíble molestia de presentarnos.
—Ella es... Loren
—¿Es su prometida? -preguntó una de las mujeres con una sonrisa
—Am... sí
Todos sonrieron y él solo los ignoró entrando a la casa.
—Mucho gusto, señorita -me saludó el mismo hombre que saludó a Hoseok antes
—Igualmente -saludé con una sonrisa
También iba a entrar a la casa, pero antes quise saber una cosa, así que regresé con ellos que se habían quedado para bajar las cosas del auto.
—¿Desea que le ayudemos con algo? Señorita -preguntó una de ellas
—Solo... ¿Por qué preguntaron si yo era su prometida? El abuelo les aviso que vendríamos ¿No?
Todos se lanzaron miradas nerviosas entre sí. Sin decir una palabra.
—No diré nada -dije -no pasará nada conmigo, con lo que sea que me digan, lo prometo
—Él... él...
—No es la primera chica que invita aquí a escondidas del abuelo ¿Cierto?
—...No -susurró la mujer
—¿En serio el abuelo no sabe nada de eso?
No parecían muy seguros de decirme la verdad, pero, no me dolería en nada, no me importaba en absoluto a quiénes traía y para qué lo hacía, pero tal vez esta información la podría usar en algún futuro.
—No diré nada -sonreí -lo juro
—S-Sí -contestó la otra mujer
—Muy bien -suspiré -este será un secreto entre nosotros ¿De acuerdo?
Solo con eso, entré a casa. Hoseok estaba en la cocina con una bolsa de papas en las manos.
—¿Por qué tardaste? -preguntó
—No encontraba unas cosas, tuve que buscarlas en la maleta
—Tonta y desordenada, perfecta combinación
—Como si tu fuera muy limpio -sonreí un poco -todos tenemos cola que nos pisen, cariño
—¿Qué?
—Solo... -levanté los hombros -cuídate para que no te pisen la cola -guiñé un ojo y le arrebate la bolsa de las manos
—¡Hey! ¡Esa es mía!
Lo dejé en la cocina para poder subir las escaleras con la intención de explorar un poco las habitaciones y ver en cuál de todas ellas me gustaría quedarme. Obviamente no quiero dormir en la misma casa en la que él se ha quedad con las chicas que trae aquí. Había muchas habitaciones y no estaba segura cuál era la que él solía usar.
—Dime -detuve a una de las mujeres que pasaba a mi lado -¿Cuál es la habitación que Hoseok suele usar cuando viene?
—En esa
Había siete habitaciones, todas una junto a la otra y acomodadas en media luna, todas paralelas al barandal de las escaleras.
La suya era la tercera, así que tomé la más alejada, la última, la séptima.
Abrí la puerta desechando las ideas que me había hecho en el camino, pero, no matando mis expectativas. Era una habitación perfecta, me gustaba.
Uno de los hombres amablemente dejó mis maletas en mi habitación. Desempaque las cosas y las acomode en el gran armario que había aquí, el cual solo pude llenar 1/8 de todo lo que llevaba.
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100 Días (JungHoSeok)
Teen FictionEl amor es mucho mejor cuando nace que cuando se obliga a amar a alguien. Solo hace falta comenzar lentamente.